El negocio que ha vencido a la crisis podría peligrar ahora por el consistorio barcelonés. Las míticas paradas de libros del mercado de Sant Antoni que venden ejemplares de segunda mano cada domingo --ahora en la calle Urgell debido a las obras-- alertan de la situación de debilidad en la que se encuentran inmersos.
Las obras de renovación del edificio histórico, la reurbanización de las calles colindantes y la consiguiente movilización de las paradas de los libreros --cuya ubicación actual es temporal y hace dos años que debían haberla abandonado-- han puesto en jaque el proyecto inicial acordado con el Ayuntamiento de Barcelona.
Intentaron desplazarlos
“Tras años de peleas, se llegó al acuerdo de que, en cuanto acabaran las obras, volveríamos al interior del mercado, donde estábamos inicialmente. Ahora pretenden poner el dominical en la calle”, explica a Crónica Global el presidente de la Asociación de Libreros de Sant Antoni, Joan Mateu. “El mercado es para vender y, la calle, para los vecinos”, añade.
Asegura que, en medio de esas disputas con el equipo de gobierno de Ada Colau, discutieron sobre la posibilidad de “intentar enviarnos a otras zonas, fuera de Sant Antoni”, como son el barrio del Raval, la Gran Vía, la parte baja de Urgell que toca con Paral·lel o el parque del Escorxador, situado junto a la Plaza España. Los libreros se negaron en rotundo. “Hemos conseguido volver a la isla del mercado, como llevamos haciéndolo desde los años 30”.
Piden dignidad
El disenso gira en torno al número de paradas con que contarán en cuanto finalicen las obras de remodelación y el espacio disponible que tendrán. “No nos caben los clientes”, dice Mateu. Sostiene que la reducción de los metros cuadrados deriva en una peor oferta para el consumidor debido a la poca especialización que se da en cada parada. Antes, cada una de ellas estaba dedicada a un registro literario concreto pero, actualmente, la mayoría venden todo tipo de literatura.
El presidente de los libreros pide dignidad y espacio para seguir siendo un emblema de Barcelona y lamenta el desplante del ayuntamiento, que actúa, dice, como si tratara de esconder un mercado histórico que él considera un orgullo para la ciudad. “Han cerrado muchas librerías pero nosotros hemos aguantado y ahora estamos remontando. Nuestro negocio funciona bien, pero nos tratan como si fuéramos algo que molesta”.