La recta final de la reforma del icónico mercado barcelonés de Sant Antoni lleva en marcha desde septiembre del año 2015. El Ayuntamiento de Barcelona asegura que la remodelación del edificio acabará a finales de 2017 y contará con un total de 40.000 metros cuadrados edificados y 11.500 de superficie comercial.
Pero las obras no solo contemplan una renovación en el interior, sino también un cambio en el entorno del mercado, un proyecto que el consistorio ha definido como “de pacificación” y para el que invertirá un total de 187.550 euros, según difundió este lunes el Boletín Oficial de la Provincia de Barcelona (BOPB).
El equipo de gobierno de Ada Colau ha publicado el anuncio de convocatoria del concurso que tiene por objetivo encargarse de las obras de urbanización de las calles colindantes y cuyo plazo de ejecución son once meses. En concreto, el trabajo albergará las calles Tamarit y Comte Borrell, además de las cuatro plazas exteriores del edificio y las marquesinas del mercado dominical.
De uso vecinal
Una portavoz municipal ha explicado a Crónica Global que el Ayuntamiento de Barcelona llevó a cabo un proceso participativo en el entorno de Sant Antoni para “pensar, en clave de actividad comunitaria, los espacios que se destinarán al uso vecinal”.
Tras el proceso se validó que el cruce entre Tamarit y Comte Borrell se convierta en un nuevo espacio público “pacificado”, además de dar extensión a dos plazas que contarán con un espacio verde “en todas aquellas zonas en las que sea técnicamente viable”, según el consistorio, donde se colocarán bancos, fuentes, papeleras, aparcamientos para bicicletas y espacios libres de suelo sin obstáculos.
Aula de cocina
El mercado también contará con un total de 700 metros cuadrados de espacios vecinales destinados a usos compartidos cuyo objetivo principal es “dar respuesta a las necesidades vecinales”. Uno de ellos es el aula de cocina, que pretende velar por una buena alimentación y contra el derroche alimenticio.
También existirá una sala polivalente en el interior, gestionada por el Instituto Municipal de Mercados de Barcelona, abierta a acoger actividades que promuevan tanto los comerciantes como los vecinos. Por último, tras las obras se retirará la carpa de la calle Urgell una vez reubicado el mercado dominical.
Habrá que ver si, junto a él, se reubicará también la histórica costumbre barcelonesa de intercambiar cromos y otros objetos en Sant Antoni, una práctica tan habitual para coleccionistas consolidados como para progenitores acompañantes de aquellos que se inician en el arte de coleccionar.