Lo que antes era parcela exclusiva de farmacias, gasolineras o establecimientos que no echaban nunca el cierre, se ha convertido en una moda. Y en una posibilidad de hacer negocio las 24 horas al día. Incluso en el ámbito espiritual. Atendiendo a la petición del Papa en mayo, 50 templos y capillas tienen esta Navidad, hasta en el centro de las ciudades, abiertas permanentemente sus puertas para rezar, confesarse u otras actividades religiosas, aún después de las tradicionales misas del Gallo.
En total, en todo el mundo hay unos 3.000 templos full time los 365 días del año. La mitad se encuentran en Estados Unidos, donde se multiplican las llamadas “megaiglesias”, sobre todo protestantes, con atractivas, modernas y cómodas instalaciones. Le siguen países asiáticos como Filipinas y Corea del Sur. Luego aparecen los europeos como España y Francia.
Casa de todos en Chueca
“Si hay panaderías, cafeterías, puticlubs o centros de socorro abiertos las 24 horas, ¿por qué no va a haber iglesias? Es de sentido común”, asegura el padre Ángel García Rodríguez, fiel seguidor del pontífice argentino, y párroco de la madrileña Iglesia de San Antón.
Tras la ONG Mensajeros de la Paz, el religioso ha fundado el primer templo afterhours de la capital, donde fundamentalmente ofrece techo y comida a los más necesitados y hasta conexión wifi.
El padre Ángel asegura que también hay urgencias espirituales, gente con familiares enfermos o con crisis existenciales. Pero reconoce que son pocas estas visitas a su “casa de todos”. Un complejo de moda (con un restaurante sui generis recién inaugurado) en el barrio de Chueca, que cada noche palpita entre bares de gin-tonic, discotecas de ambiente y pisos de relax.
Adoración nocturna
En puntos menos calientes, Madrid dispone de otros ocho espacios para ponerse en comunicación directa con Dios desde un lugar sagrado. Famosas son la parroquia de la Encarnación del Señor en el barrio de San Blas, la céntrica Cachito de Cielo o la de San Germán, en las proximidades de la pecadora parte alta de la Castellana, inaugurada hace unos meses por el cardenal Carlos Osoro.
Forman parte de las llamadas capillas de adoración nocturna perpetua, 47 hasta la fecha, con centenares de oradores u orantes por turnos. En ellas reina el silencio, como estableció su promotor el padre Justo Lofeudo. “La adoración es un spa espiritual, porque encuentras la paz”, asegura Dolores, coordinadora de la Capilla de las Santas Formas de Alcalá de Henares.
En la Comunidad Valenciana se ofrecen siete capillas, como la pionera en el monasterio de Santa Clara de Gandía o la de San Martín Obispo, en una de las zonas más turísticas de la capital. El año pasado estrenó aire acondicionado.
Andalucía dispone de seis. Destaca la iglesia de San Onofre, a unos pasos del ayuntamiento de Sevilla. Desde hace diez años casi un millar de adoradores hacen turnos las 24 horas al día. El arzobispo y el obispo auxiliar van cada semana a confesar.
Dos en Cataluña
También en las comunidades más nacionalistas los fieles disponen de estos espacios. Cataluña cuenta con el templo del Sagrado Corazón de Jesús en el monte Tibidabo y la parroquia de San Sebastián en Badalona. El primero considerado un “expiatorio” (de culpas), regentado por los salesianos, lleva funcionando más de 50 años. La segunda fue inaugurada por el cardenal Luis Martínez Sistach y ha tenido, según sus promotores, una gran acogida. Dicen que otras localidades quieren sumarse a la iniciativa.
En Euskadi hay tres capillas, alentadas por los obispos de San Sebastián, José Ignacio Munilla, y de Bilbao, Mario Iceta. Al Foro de Curas de Bizkaia, más en la órbita abertzale, no le gustan. Considera que “no es el momento para activar (y menos institucionalmente) una práctica piadosa, marcadamente preconciliar y de dudoso alcance ecuménico”.
El Papa puede estar razonablemente contento con los resultados de su encargo durante la misa celebrada en el Vaticano con motivo del Jubileo de los Diáconos. “Me sienta mal cuando veo horarios en las parroquias, ‘de esta hora a esta hora’, y después no se abre la puerta, no hay sacerdote, no hay diácono, no hay laico que reciba a la gente. Omitid los horarios”, dijo ante el clero y los fieles que asistieron al evento en la Plaza de San Pedro.