"In illo tempore" la actualidad vaticana era una sección fija en los periódicos de papel. No había mucha información. Los papas morían de viejos y no concedían entrevistas. La dificultad de enhebrar una noticia era extrema. Monjas y mayordomos guardaban silencio y los cardenales respetaban el secreto de confesión y el bancario. La Guardia Suiza, hoy desaparecida, estaba donde tenía que estar y el Sumo Pontífice era Su Santidad el Santo Padre y no el papa Francisco, de jesuita Jorge Bergoglio.



La Iglesia era más o menos inmutable entonces, salvo algunas licencias litúrgicas derivadas del Concilio Vaticano II. Siglos de experiencia, dos milenios nada menos, sostenían la conveniencia de no cambiar para aguantar, de resistir para no convertirse en una secta más en manos de cualquier iluminado, nunca peor dicho.



carmena colau

carmena colau

El Espíritu Santo y la "fumata bianca" convivían perfectamente con la tecnología de la transmisión de las ondas radiofónicas y catódicas. Para una gran parte de la población, la magia de la televisión es tan comprensible como que Dios es uno y trino. El último Papa (Benedicto XVI, por supuesto) comparó en un sermón la fisión nuclear con la transubstanciación eucarística mediante la cual vino y pan se convierten en sangre y cuerpo de Cristo. No pocos físicos se rascaron la closca ante el teólogo que les colocaba entre Dios, la espada, la pared y el átomo atómico en el instante previo a su desdoblamiento y explosión.



Joseph Ratzinger habla mucho menos que Bergoglio. Recluido en sus aposentos, quién sabe si retenido contra su voluntad, se bajó de la Cruz porque su salud no estaba en consonancia con las graves urgencias y pesadas cargas que se inferían de una administración vaticana corrupta y anquilosada, dominada por las pasiones terrenales. Sea como fuere, su renuncia es un misterio tan inextricable como el papado de Bergoglio. Ya lo advirtió Benedicto XVI antes de ser Benedicto XVI: "Yo no diría que el Espíritu Santo elige al Papa, pues no es que tome el control de la situación sino que actúa como un buen maestro, que deja mucho espacio, mucha libertad, sin abandonarnos", destacaba en un texto sin firma del ABC del 13 de marzo de 2013.



Hablaba el cardenal prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe (antaño inquisición) a una televisión alemana de Baviera en 1997, según consta en el anterior enlace, en el que también se afirma que Ratzinger declaró que visto el pasado de algunos de los 264 sucesores de Pedro que se contaban entonces "hay muchos papas que el Espíritu Santo probablemente no habría elegido".



En esa tesis están al menos cuatro cardenales según Raúl del Pozo, gran vaticanólogo, que en un artículo hablado de Onda Cero asertaba que Bergoglio, "progre", "populista" y "piquetero", es un bocazas a cuenta de las últimas declaraciones del supremo mitrado sobre la tendencia de los medios de comunicación a manipular la información. Del Pozo le echó en cara al representante de una religión basada supuestamente en sucesos tales como "comida que cae del cielo" y "gente que camina sobre las aguas" que dijera que los periodistas "exageran".



En verdad y según la transcripción vaticana de la entrevista concedida por Bergoglio al semanario católico belga "Tertio", lo único que habría dicho el papa a la cuestión "una última pregunta, Santo Padre, una opinión sobre los medios de comunicación" es que los “media” son muy perversos: "Porque vos, al televidente, le das la mitad de la verdad. Y por tanto no puede hacer un juicio serio sobre la verdad completa. La desinformación es probablemente el daño más grande que puede hacer un medio. Porque orienta la opinión en una dirección, quitando la otra parte de la verdad. Y después, los medios yo creo que tienen que ser muy limpios, muy limpios y muy transparentes. Y no caer –sin ofender, por favor- en la enfermedad de la coprofilia: que es buscar siempre comunicar el escándalo, comunicar las cosas feas, aunque sean verdad. Y como la gente tiene la tendencia a la coprofagia, se puede hacer mucho daño".



Así pues que entre unos otros esto está lleno de comemierdas incitados por los periodistas. Al respecto de eso y de los últimos acontecimientos en el Vaticano, los expertos han dado en reparar en diversos asuntos. Del Pozo considera que hay cuatro cardenales conjurados contra el papa y que un sector de la Iglesia le acusa de pertenencia al satanismo. Apunta a algunos obispos españoles que están a la "derecha de Dios".



La audiencia papal a Colau, Carmena y otros 98 alcaldes en una cumbre sobre refugiados, no mejora precisamente el panorama. Emilia Landaluce, en El Mundo, recuerda las declaraciones del Papa tras la masacre en el consejo de dirección de la revista satírica Charlie Hebdo y las emulsiona con el recibimiento a las alcaldesas del santo coño que estás en los cielos. Escribe Landaluce: "La verdad es que podríamos temer lo peor del encuentro si tenemos en cuenta los antecedentes de los alcaldes y la perversidad que dijo el Papa tras la masacre de Charlie Hebdo: "Si alguien dice una palabrota sobre mi madre puede esperarse un puñetazo". Ya verán que no.



Sí, sí. El Vaticano está tan tranquilo como España en el verano del 36. Por cierto, en la entrevista de la cropofagia o filia Francisco se muestra suelto, cercano y coñón. El entrevistador es presentado por el Vaticano como "representante de los obispos belgas para los medios de comunicación", como si Méndez de Vigo le dijera a Rajoy eso de tengo una pregunta para usted. Del extracto más suculento se podría inferir que el papa, como jesuita, no es católico. Juzguen ustedes mismos:



"Pregunta: ¿Hay alguna posibilidad de que usted venga a Bélgica por esta conmemoración (los cien años de la Primera Guerra Mundial)?



Respuesta de Francisco I: No, no está previsto, no. No está previsto. Bélgica, yo iba cada año y medio cuando era [superior] provincial, porque ahí había una asociación de Amigos de la Universidad Católica de Córdoba. Yo era canciller… Entonces iba allí a hablarles. Ellos hacían sus ejercicios [espirituales]. E iba a agradecerles. Y le tomé cariño a Bélgica. Para mí la ciudad más linda de Bélgica no es la suya sino Brujas… [ríe]



[Entrevistador: Tengo que decirle que mi hermano es jesuita.



Papa: ¿Ah, sí? ¡No lo sabía!



Entrevistador: Por eso, a pesar de ser jesuita es buena gente.



Papa: Le iba a preguntar si era católico… (ríe y ríen)]".



Jajaja. ¿Qué periodista no estaría tentado de titular "El Papa es un fraude; ni siquiera es católico"? Y Colau en primera fila.