Oak House School, el elitismo escolar llevado al límite
El centro británico de Sant Gervasi recibe acusaciones de expulsar a párvulos que rinden por debajo de lo socialmente aceptado
30 octubre, 2016 23:59Acostumbra a figurar en las listas de los colegios más prestigiosos de España, pero comienza el curso 2016-17 con varios frentes abiertos. Madres que se rebelan por la presencia de una hija de actriz porno --o por el contacto con la llamativa progenitora--. Padres que acusan a la dirección de expulsar o inducir la salida de párvulos con comportamiento distinto al socialmente aprobado como correcto. El Oak House School se ha erigido en el ejemplo perfecto del elitismo llevado al extremo.
Las familias adineradas eligen colegios privados por la educación selecta, el currículum y para criar a los hijos en un entorno distinguido. Suponen encontrar en centros como el Oak House gente de la misma clase llamada alta. Mezclarse con los descendientes del diseñador Custo Dalmau, el extenista Sergi Bruguera y los duques de feria, Rafael Medina y Laura Vecino. Salta la alarma ante la presencia entre estas élites de una actriz porno como María Lapiedra.
Lágrimas
Los hechos acaecidos entre las cuatro paredes del distinguido centro británico de Sant Gervasi, a los pies del Tibidabo, hacen buena la expresión de que los ricos también lloran. Y que hay clases en la mismísima punta de la pirámide. Es el caso explicado por unos padres disgustados con el trato recibido por su hijo en el centro escolar.
Se trata de un párvulo con aprendizaje lento del lenguaje que cursaba el equivalente a P3 y al que sus padres han tenido que sacar de allí ante las constantes presiones. La madre del pequeño se secaba las lágrimas en casa a menudo después de ver la marginación que sufría el menor por parte de los responsables educativos y las constantes quejas de los docentes sobre su comportamiento.
Nuevas manijas
La culpa del niño, detalla la madre a Crónica Global, es que tiene un aprendizaje lento para su edad y, ante la falta de entendimiento de ciertas directrices, incluso escapaba al recreo en mitad de clase. Hubo reuniones diversas de los padres con la dirección para que destinaran más recursos a la integración del chiquillo. Y el centro puso remedio: cambiar las manijas para evitar las inocentes fugas y presionar para que sacasen al pequeño de allí. Ni hablar de una persona de refuerzo puesta por el colegio.
La progenitora asegura que la misma directora del Oak House, Julie Harris, recomendaba el traslado del pequeño a otro centro o un apoyo especial para el niño durante la jornada escolar a cargo y cuenta de la familia. El precio de la educación en la elitista escuela oscila entre los 8.000 y los 9.000 euros anuales. La dirección no estaba dispuesta a incluir un tercer docente en el aula. La ratio es, aproximadamente, 2 por 22. “Van a por el dinero”, concluye.
Proceso de selección
La misma madre afirma que “no integraban” a su hijo con el resto de párvulos. Que ni siquiera hacían el esfuerzo. Estas declaraciones contrastan con una de las frases de Harris en su presentación del colegio: “Ayudamos a nuestros alumnos a aumentar su autoconfianza”. El padre cuestiona por ello el, según él, ineficiente proceso de admisión que pasan los alumnos. Él mismo puntualiza, además, que el mismo centro ponía a disposición de otros padres un servicio de logopedia, aunque éste solo llegó a sus oídos tras varios meses de guerras y por casualidad.
Los responsables del Oak House ni siquiera autorizaban al niño a que fuese de excursión, posiblemente para evitar escapadas y sustos. Lo marcaban con atuendos llamativos para tenerlo siempre bajo control. En clase, le daban un rompecabezas, un móvil o una tableta para que estuviera entretenido. Estas prácticas derivaron en una menor integración y un aprendizaje sin evolución. Mobbing, según los padres. Ningún responsable del Oak House ha atendido los requerimientos de este medio para contrastar esta --y supuestamente otras-- situación familiar.
En manos de Enseñanza
Ante la situación, y fruto de la impotencia, la mamá tuvo que echar el freno de mano en el último momento, cuando se disponía a cruzar el umbral de la residencia familiar para interponer una denuncia. En lugar de eso, se puso en contacto con la Consejería de Enseñanza de la Generalitat para poner en alerta al sistema. Lo hizo por teléfono. En el departamento, tal vez por ello, nadie puede acreditar por ahora tal supuesto.
Esta familia ha hecho las maletas hacia otra región de España y ha inscrito al pequeño en un centro con el que sí están contentos. Descartaron otros colegios privados de la geografía catalana por motivos personales, así como públicos y concertados porque el 90% de las clases se imparten en catalán.