Desde los atentados en París en enero de 2015, Cataluña se encuentra en el nivel 4 sobre 5 de alerta terrorista. Dar un paso más y elevar al máximo la prevención significaría un riesgo de ataque inminente, una seguridad de que va a producirse. Una certeza que no hubo cuando se pasó del 3 al 4, según el mismo consejero de Interior, Jordi Jané.
Este movimiento de protección significó una mayor presencia de policías dotados con armas largas en puntos clave de la capital catalana, como estaciones de tren o aeropuertos, además de en aquellos lugares más turísticos o con una mayor afluencia de personas.
Operativo específico
Los Mossos d’Esquadra mantienen activado desde entonces el Plan Operativo Especial Antiterrorista (POEA), destinado a promover medidas preventivas que detecten fenómenos de radicalización, identificar puntos susceptibles de sufrir un ataque terrorista y diseñar operativos específicos de actuación policial.
Es en este plan donde se han detectado ciertas irregularidades, según han explicado fuentes policiales a Crónica Global. “Interior cuenta como horas destinadas al POEA algunos de los servicios ordinarios de los agentes”, por lo que patrullas que trabajan en conciertos o actos culturales, por ejemplo, cuentan en las estadísticas como si fueran un dispositivo planificado antiterrorista.
Sin arma larga
Ocurre, sobre todo, en la mayoría de patrullas de Unidad de Seguridad Ciudadana (USC) de Cataluña y en el Área Regional de Recursos Operativos (ARRO) de Tarragona y de Lleida, según las mismas fuentes. En esta última ciudad, además, los mossos de la ARRO que patrullan en la calle Mayor --de 3,5 kilómetros de superficies comerciales, más de 450 establecimientos y que pretende ser la más larga de Europa-- trabajan con un problema añadido.
“Tienen prohibido ir con el arma larga, que forma parte de su uniforme, por esa calle. El jefe de la región decidió que fuera así por un tema de imagen”. Algo que dificulta el trabajo de los policías ante un servicio de emergencia.