Barcelona mutila otro comercio histórico. 'El Gato Negro', administración de lotería abierta en 1912, se ha visto forzada a abandonar su histórico quiosco de la calle Pelai. Los dueños del punto de venta atribuyen el traslado a la "presión vecinal", a la desidia de la administración y a la voluntad de adecuarse a los nuevos tiempos.
"Abandonamos el quiosco porque las quejas vecinales por las colas que se generaban en la calle han subido de tono. Vendemos miles de boletos con diez décimos de Lotería de Navidad al año, y ello generaba largas esperas en la calle. Aunque pusimos seguridad y ordenábamos las filas, no pudimos solucionarlo", lamenta Teo Baró.
El lotero, de la cuarta generación que regenta el puesto, agrega que el Ayuntamiento de Barcelona "tampoco ha hecho nada para protegerlos". Ahora operarán desde el número 1 de la misma calle.
Normativa restrictiva
Según el comerciante, la administración local aprobó una normativa a principios de los años 2000 que dejó desprotegidos a los quioscos en porterías de Barcelona. "La norma fijaba unos metros cuadrados y otras especificaciones imposibles de cumplir. Y eso que hay decenas de estos locales en el casco antiguo de la ciudad".
"Había otra cosa que pudieron hacer y no hicieron --continúa--: declararnos comercio singular. Pero no ocurrió. Sólo hubo iniciativas culturales, pero no se protegió a este tipo de comercios".
"Nos modernizaremos"
Desde la nueva administración en el número 1 de la calle Pelai, un local homologable a cualquier punto de venta de lotería en España, 'El Gato Negro' se reinventará.
"Aprovecharemos la situación para instalar máquinas de cobro automáticas y otra tecnología. Además, hemos integrado las dos oficinas que teníamos --una de ellas en el principal del número 40 de la calle-- en una sola", explica Baró.
Desde 1932 en Pelai
El comercio abrió en 1912 a nombre de Ernestina Baró. La administración se instaló en la calle Pelai en 1932 tras ocupar otros dos puntos de venta en la avenida Paralel y la Ronda Sant Antoni.
'El Gato Negro' ha repartido cientos de premios en sus 104 años de historia, y presume de clientes históricos como Gila y Antonio Machín.