Paisaje después del botellón: Cristales rotos, vasos de plástico, restos de comida, paquetes de tabaco… Hace años que los incívicos dejan su huella en el recinto exterior de L’Auditori, un enorme edificio diseñado por el arquitecto Rafael Moneo inaugurado en 1999 y que está situado junto al Teatro Nacional de Cataluña. La suciedad se concentra en una zona concebida para el relax y jalonada por bancos de piedra en forma de círculo donde los grafiteros dan rienda suelta a su imaginación.
Deposiciones humanas
Pero quienes se sienten más afectados por la degradación de esta zona son los vecinos del barrio, que están hartos de tropezar con ropa tirada por el suelo
No hay papeleras en este espacio conocido como "el altillo”. Para acceder a las más próximas hay que bajar unas escaleras o utilizar las que están situadas en la puerta de entrada. “Yo creo que no es excusa, pero ayudaría que colocaran papeleras”, explica una joven de origen italiano sentada con una fiambrera en la mano. El amasijo de ropa tirada por el suelo pone el foco en los vagabundos que duermen en el lugar, resguardados por los porches del inmueble.
"Terreno de nadie"
Fuentes del Auditori abonan la tesis de que la zona que rodea el edificio, es decir, la que da a las calles Ribes y Padilla, es vía pública. También lo es el acceso desde Lepant, el que da a una gran claraboya hasta llegar a las taquillas. Las mismas fuentes aseguran que no han recibido quejas al respecto y que es posible que la situación empeore en verano, cuando se interrumpe la programación musical.
Crónica Global ha comprobado la presencia de brigadas municipales de limpieza en la zona. Y también, la comprensible tolerancia del personal
“Aquí solo limpian cuando viene el Rey. Entonces sí se ven brigadas de limpieza”, explica otro vecino, en alusión al acto de entrega de despachos a los nuevos jueces que se suele celebrar en este recinto.