Franco se apoyó en el FBI para identificar al 'enemigo comunista'
La Brigada Político Social se nutrió de los dosieres secretos del controvertido Edgar Hoover sobre la identidad de personajes públicos afines al marxismo
1 septiembre, 2016 00:00La Brigada Político Social de la policía franquista buceó en los informes que el FBI elaboró sobre la actividad de políticos, intelectuales y científicos afines al comunismo para configurar listas de sospechosos a quienes seguir los pasos en caso de ser detectada su estancia en España.
Así los revelan diversos documentos pertenecientes a los archivos policiales a los que ha tenido acceso Crónica Global.
Hoover, el gran gurú
Aunque no quedan claros los eventuales contactos que se hubieran desarrollado entre agentes de ambos órganos policiales, sí queda acreditado que algunas de las investigaciones secretas llevadas a cabo por orden y supervisión del entonces director del FBI, Edgar Hoover, fueron la base de la información con la que trabajó el servicio secreto de Franco.
Uno de esos informes de la “Político Social” data de 1950. En él se puede leer que Edgar Hoover disponía de cerca de 5.000 confidentes o informadores entre la militancia del partido comunista norteamericano. “Edgar Hoover se ha opuesto a la ilegalización del partido comunista de su país”. Según el informe de la policía española, al jefe del FBI le interesaba más un partido “infestado de informadores y confidentes” que ilegalizado. Según las cifras oficiales de aquellos años, la militancia del Partido Comunista de los EEUU era de 54.174 personas.
El informe de la Brigada Político Social resalta que, según Edgar Hoover, “el peligro real no reside en este puñado de comunista etiquetados. El comunismo disimulado es más peligroso que el comunismo declarado”.
Franco se aprovechó del FBI
Los servicios secretos españoles tomaron buena nota de ellos y recogieron, en sus informes de inteligencia, los nombres de quienes el jefe de FBI llamó, de forma eufemística, “compañeros de viaje”. Estos, entre otros, son algunos de los nombres que identificó el FBI y que fueron convenientemente registrados, ya en 1950, por la policía política de Franco, que había situado al comunismo como el principal objetivo de lucha de contrainteligencia:
“Einstein, que en aquel momento (1950) era ciudadano norteamericano, Charles Chaplin, que conservaba su ciudadanía inglesa, la escritora Dorothy Parker, el escultor Jo Davidson , el autor dramático Arthur Miller. [...] Pero existen también 'compañeros de viaje' en la alta sociedad: el magnate de los grandes almacenes Marshall Field, ha gastado una suma fabulosa para intentar la creación de una prensa de extrema-izquierda y George Marshall, heredero de una gran fortuna, fue encarcelado durante 3 meses por haber disimulado a una comisión del congreso las cantidades entregadas a una liga prosoviética”.
Los servicios secretos de Franco se hacen eco de las alarmas que expresa Hoover en el análisis del partido comunista norteamericano y su proyección internacional: “Lo verdaderamente temible son los comandos de sabotaje que los agentes de Moscú podrían intentar constituir más que la propaganda directa de los simpatizantes”.
Peligro nuclear
Franco tomó buena nota de ello y además, según los informes de los servicios secretos, alertó a la inteligencia militar sobre el hecho de que “los sabios atómicos internacionales pertenecen, sin excepción, a los círculos de extrema izquierda. Algunos han sido administradores de rusos”. Hoover plasmó en algunos de sus dossieres el hecho de que hasta aquel año de 1950 (y con los bombardeos nucleares en Hiroshima y Nagasaki en la memoria reciente) el FBI detuvo a cuatros científicos por sus devaneos con el comunismo ruso “pero hasta ahora, todos los sospechosos son sólo subalternos”.
Como afirmó el que fuera primer ministro británico Winston Churchill, nada más acabada la segunda guerra mundial, el mejor aliado de occidente contra el comunismo en la segunda mitad del siglo XX era España. Una alianza con beneficios recíprocos. Los servicios secretos españoles se nutrieron del FBI para controlar y sofocar la intención de internacionalizar en España la influencia comunista.