La situación de psicosis que se vive en Europa alrededor de los atentados terroristas no admite bromas. No lo debió pensar así Damián Rubiales, un español de 33 años que se encontraba el sábado en el aeropuerto de Tallinn (Estonia) cuando decidió que era buena idea decir a los trabajadores de la terminal que tenía una bomba en su equipaje mientras facturaba.
No era verdad, pero las 200 personas que estaban en el aeropuerto fueron evacuadas inmediatamente. Tras ser interrogado por la Policía, que comprobó que no había ningún artefacto en la maleta del hombre, fue puesto a disposición judicial.
Rubiales se enfrentaba a una pena de cinco años de prisión, aunque el tribunal de Harju lo dejó en cuatro meses. Es por esto que fue puesto en libertad condicional el mismo sábado.