"Cuando llegue septiembre, todo será maravilloso”, prometía la canción de los The Rocking Boys, pioneros del pop español, anunciando un tiempo de felicidad en las parejas. Pues no. Suena a tópico, pero los abogados de familia y las estadísticas de los tribunales siguen corroborando que cerca del 30% de los más de 100.000 divorcios que se producen en España cada año ocurren en el mes que viene, justo después del verano.
Explicación romántica: tanto baño y playa han mojado la pólvora de la pasión y tanto tiempo juntos ha asfixiado la llama del amor. La de psicólogos y otros expertos: las vacaciones han sido la gota que ha colmado el vaso en parejas que arrastraban problemas anteriores y no corregidos a tiempo.
El sector jurídico atribuye en parte este malhadado y tradicional aumento estival a que agosto, con los juzgados cerrados, es un mes inhábil para formular demandas.
El caso es que bufetes y gabinetes hacen su agosto con el tema en septiembre. Los primeros, ofertando gestiones burocráticas ágiles y eficaces, a pesar de que los honorarios ya no son lo que eran. Los psicólogos y terapeutas, con sesiones para tratar de salvar lo difícilmente salvable o procurar que las rupturas se hagan con educación y cabeza, una vez que ya sobran los consejos preventivos para resolver los conflictos.
En todas las clases
Dicen los antropólogos y sociólogos que el reverso del matrimonio no entiende de clases sociales, es decir, que afecta en la misma proporción a parejas de alta y baja sociedad, incluso a reyes y príncipes. Y hasta a políticos o de cualquier profesión, si hacemos caso a alguien tan docto en la materia como el colega Jaime Peñafiel.
Las revistas de este ramo ponen ejemplos recientes y sonoros entre famosos y conocidos: Carme Chacón, la ex ministra de Defensa de Zapatero, y Miguel Barroso, ex secretario de Estado de Comunicación; Telma Ortiz, hermana de la reina Letizia, y Jaime del Burgo; Alba Carrillo y el tenista Feliciano López; Carmen Alcocer Koplovitz y Juan Losada; Marta Ortega, la hija del hombre más rico de España, y Sergio Álvarez; Athina Onassis y Álvaro ‘Doda’ Miranda…
Si los duelos con pan son menos, también con dinero lo es la infelicidad. Pero incluso para las personas que carecen de posibles en el acceso a los grandes bufetes, se ha disparado una amplia oferta online con plataformas que prometen separaciones a tan solo 120 euros por persona o cónyuge. Lógicamente, como en casi todo, hay suplementos que elevan el precio hasta los 200 euros si hay reparto de bienes o hijos menores y pensiones.
Escrituras de amor y desamor
Los pobres e infelices o viceversa también pueden acudir al notario. Deberán abonar las correspondientes tasas de 100 euros, pero es mucho más rápido. “En cuatro días, adiós compromiso”, asegura Fernando Jiménez, granadino, y uno de los primeros usuarios de la norma, la más ‘progre’ e incluso la única para algunos, del ex ministro de Justicia Alberto Ruiz Gallardón.
Aunque el objetivo del ejecutivo de Rajoy era descongestionar los juzgados civiles de primera instancia, la denominada Ley de Jurisdicción Voluntaria, que cumple ahora su primer año de vigencia, ha tenido cierto éxito en este campo con la entrada de los notarios en el negocio del amor. Casi 7.000 parejas, 2.300 para contraer matrimonio y 4.600 para descasarse, algo mucho menos solemne, han acudido a ellos.
La formalización de la escritura de divorcio o separación ante notario es una vía rápida y segura. Con sus condiciones y limitaciones. Además del mutuo acuerdo, han de haber pasado tres meses desde el matrimonio y no puede haber hijos menores o con capacidad modificada judicialmente que dependan de ellos.
Pero lo caro de verdad, como aseguran algunos protagonistas y abogados de familia, en casi todos los casos suele venir después.
Divorcios y crisis
Omnipresentes comentócratas y analistas económicos tienen a punto su teoría sobre el aumento o diminución de las disoluciones matrimoniales cada vez que facilita datos el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Los vaivenes, aseguran, son síntoma, “o no” que diría Rajoy, de la recuperación o más ruina económica.
En 2015 los divorcios y separaciones crecieron en España un 4,4% con respecto a 2014, lo que algunos interpretan como un evidente signo de bonanza. Pero en el primer trimestre del 2016, último periodo computado por el CGPJ, han bajado un 13%. Esta caída, salvo el repunte citado, se inició en 2008. Indicaría que hay crisis económica para rato.