Dieta mediterránea y aceite de oliva van de la mano. Los países del sur de Europa dominan en esto. No es de extrañar que los considerados mejores productores sean España, Italia y Portugal. Estos tres países lideran el ranking, según la lista que elabora todos los años la organización sin ánimo de lucro ‘Los mejores aceites de oliva del mundo’. La hegemonía del producto español es muy clara: ocupa 37 de las 50 primeras posiciones en la lista.
En menor medida, seis de los aceites son italianos y cuatro portugueses. Argentina, Uruguay y Grecia tienen cada uno un producto en el ranking. El objetivo es unificar criterios y hacer una calificación internacional. Para ello, se tienen en cuenta las competiciones mundiales más importantes, y los aceites de oliva virgen extra más premiados son los que se sitúan en las posiciones más altas.
Andalucía, tierra de aceite
Los andaluces son los mejor posicionados. Por cuarto año consecutivo, el aceite Venta del Barón, de Córdoba, es galardonado como el mejor del mundo. Cada botella cuesta unos 10 euros y Mueloliva es la empresa productora. De los otros 10 primeros puestos, los aceites andaluces los ocupan todos menos dos: uno de ellos es extremeño y el otro, italiano.
Es precisamente Andalucía la comunidad autónoma que más aceite de oliva produce en España. Para esta temporada se prevé una cosecha que reporte más de un millón de toneladas, el 56,5% más que en el año anterior, según el Consejo Sectorial de aceite de oliva de cooperativas agroalimentarias. El sabor fuerte y el color oscuro los caracterizan.
Primer exportador mundial
Además de calidad, cantidad. España dedica el 14% del total de la superficie agrícola autorizada a la elaboración de aceite de oliva, unos dos millones y medio de hectáreas. Es el primer país productor y exportador de aceite de oliva en el mundo. Pese al éxito y prestigio, la producción en la campaña de 2014-15 experimentó un descenso.
La meteorología no acompañó: las altas temperaturas y las tormentas de granizo perjudicaron la floración de los olivos. Pero esto no frenó la comercialización del producto, que se mantuvo. Son precisamente las ventas al extranjero las que tiraron del sector aceitero. A más de 100 países se vende el 60% del total de la producción.
Consumo a la baja
Y es que el consumo interno se ha reducido en los últimos años. El descenso en la producción ha hecho subir los precios el 17,2%, según datos de un informe elaborado por el ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. A la vez que el coste sube, el consumo baja. Las compras de aceite de oliva en España se redujeron el 6% en 2015.
Con todo, la facturación del sector no se vio perjudicada, sino al contrario: creció el 10,2%, tal y como indica el Ministerio. Los mayores beneficiados de la situación han sido los productores de otros tipos de aceites, como el de girasol, que tiene una oportunidad de oro de ganar preferencia en los hogares españoles.