Han sido vistos juntos y distantes en los actos con más glamour del centenario de Cela. Lo cierto es que su único hijo, Camilo José Cela Conde, y su viuda, Marina Castaño, mantienen las espadas en alto en la larga pugna por la herencia del Nobel. Incluso antes de su muerte, en enero de 2002.
Abierto el testamento, el escritor prácticamente había desheredado al hijo. Cela Conde solo obtuvo un lienzo de Miró conocido como El cuadro rasgado. Castaño, rebautizada en el mundillo periodístico como Marina Mercante, se quedó con el cuantioso patrimonio del escritor y la presidencia de la Fundación Iria Flavia, una de las más ricas de España.
Hace apenas dos años el Tribunal Supremo confirmó el derecho de Cela Conde a percibir dos terceras partes de la herencia de su padre, unos 5,2 millones de euros, cantidad lejana al valor del cuadro de Miró.
Escándalo en la Fundación
El fallo coincidió con el caso por el que Castaño fue citada a declarar como imputada e implicada en el uso de ingresos por devolución de IVA de la fundación. El fiscal la acusaba de los delitos de malversación de fondos públicos, estafa, apropiación indebida y fraude. Todo un escándalo que la lenta justicia resolverá cuando toque.
Marina Castaño, una de las viudas más señeras que recuerda la historia de nuestra vida social, apenas ha abierto la boca sobre las celebraciones del centenario. O lo ha hecho de manera muy comedida, para salir del paso.
Su enlace sorpresa con el Nobel, entrado en años pero todavía provocador, se celebró en una finca de El Espinar (Guadalajara). Despistó en la convocatoria con la celebración de sus 34 cumpleaños. Firmó como testigo nada menos que la todopoderosa editora Carmen Balcells. El País informó que Marina lució el mismo vestido con el que dos meses antes había entrevistado a Cela en el programa televisivo De tú a tú.
La nueva Marina
Tras la muerte del escritor, Marina siguió su camino. En junio de 2013 se casó con el doctor Enrique Puras en su domicilio de Puerta de Hierro, el mismo que Cela vendió a su mujer por un precio irrisorio. Un casoplón adquirido por el Nobel y también objeto de pleito con el hijo. Ironías de la vida, este segundo enlace tuvo más eco que el anterior con el viejo don Camilo, todo un genio de las letras y, como a veces fanfarroneaba, de las mujeres.
Sebastián Moreno, seguidor del conflicto, exclusiva tras exclusiva, en el semanario Tiempo, apunta: “Le dediqué a la cuestión diez portadas de la revista, descubriendo múltiples chanchullos de la pareja Marina Castaño y Camilo José Cela. Hasta descubrí que Cela debía 39 millones de pesetas a Rosario Conde por la pensión de divorcio".
Metiendo pierna
El objetivo de la pareja, explica Moreno, era dejar al hijo del escritor sin la legítima y que todo fuera para Marina, a la que el Nobel conoció "metiendo pierna", en un almuerzo durante un congreso en Santiago de Compostela, donde trabajaba como azafata, después de pedir que la sentaran junto al escritor.
El veterano periodista recuerda que en las primeras sentencias favorables le dijo Camilo José Cela Conde: "Al final, será mi hija Camila la que herede, tras los recursos". "Parece que no”, apostilla Moreno.