Pokémon Go, el videojuego de cacería de personajes animados a través de la realidad aumentada, está al caer en España. La app, que ha disparado las acciones de Nintendo un 76% en la primera semana del lanzamiento –está disponible en Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda, Alemania y Reino Unido—, acumula ya diversas anécdotas. Algunas, graciosas; otras, no tanto. En cualquier caso, las asociaciones de consumidores advierten del peligro de moverse por el mundo sin levantar la vista de la pantalla del móvil.
La polémica más reciente recae en la profanación de ciertos lugares a causa de Pokémon Go. El Museo del Holocausto de Estados Unidos ha pedido a los visitantes que dejen el juego de lado en las instalaciones por ser “inadecuado” el uso en este monumento a las víctimas del nazismo. La aplicación ya está prohibida en el campo de concentración Auschzwitz-Birkenau. Hay quejas para evitar que los jugadores cacen estas criaturas en lugares como el cementerio de Arlington y el memorial del 11S en Nueva York.
Nacimientos y muertes
Pokémon Go ya ha presenciado nacimientos y muertes en una semana. El primero de los casos corresponde a Jonathan Theirot, un jugador que intentó capturar un Pidgey mientras su pareja entraba en la sala de partos. Otro joven descubrió un cadáver en el río Wyoming mientras cazaba criaturas.
Otras anécdotas están relacionadas con invasión de espacios públicos y privados, como el Central Park de Nueva York, una comisará en Australia y una casa de un residente en Massachusetts, rodeada de jugadores porque en la app el lugar aparece como un gimnasio Pokémon. Los más listos han aprovechado el juego para robar a los usuarios. Precisamente la geolocalización de los Pokémon cazados ha permitido a una chica descubrir la infidelidad de su pareja.