Siete días en barco para llegar a Longyearbyen (Noruega), la ciudad más septentrional del mundo. A 78 grados de latitud norte y con 2.000 habitantes, se levanta el antiguo enclave minero, que vive ahora de su universidad y de las excursiones para pequeños grupos que visitan el entorno natural que lo rodea. Ha sido el destino de parte de los pasajeros del Arctic Sunrise, uno de los barcos insignia de Greenpeace.
La distancia que la separa de su capital es prácticamente la misma que hay entre Oslo y Barcelona. El verano solía durar 14 semanas, ahora, llega a las 20. Y es que en el Ártico hace cada vez más calor. Durante este mes de junio ya se ha superado el récord registrado en 2012, el año más caluroso de la historia en el Polo Norte. El cambio climático se nota.
“Cuando ves con tus propios ojos que los glaciares se deshacen, tomas más conciencia de que esto va en serio”, afirma Cristian Palazzi. Doctor en filosofía y profesor en la Facultad de Turismo y Dirección Hotelera Sant Ignasi (Universitat Ramon Llull), Palazzi ha viajado con la expedición de la ONG ecologista.
‘Santuario ártico’
El objetivo era llevar a cabo una acción que llamara la atención sobre la comisión Ospar, que reúne esta semana en Tenerife a representantes de 15 países y de la UE. El encuentro decidirá de forma vinculante si se crea una zona protegida del 10% del Ártico, que supone una extensión de aguas internacionales similar a la de Reino Unido.
En Greenpeace hablan de un Santuario ártico, a favor del cual han conseguido ocho millones de firmas, cifra que todavía puede aumentar. Palazzi pudo compartir viaje con activistas que hace 30 años que intentan difundir su preocupación. “Son conscientes de los poderes que tienen delante, pero el año pasado ya consiguieron con esta campaña que Shell se retirara del Ártico”, asegura.
El pianista italiano Ludovico Einaudi ha sido el encargado de interpretar la canción Elegía por el Ártico. Lo ha hecho en Svalbard, la isla donde se localiza Longyearbyen. Pero no en tierra firme. La imagen del piano de cola colocado sobre una plataforma delante de un glaciar y entre icebergs ya ha dado la vuelta al mundo.
El Ártico no es la Antártida
El 13% del petróleo y el 30% del gas natural de todo el mundo se encuentran en el Ártico, según datos del Instituto Geológico de EEUU. Es la guerra por los recursos lo que enfrenta a varios países. Canadá, Dinamarca, Noruega, Rusia y EEUU reclaman derechos sobre la zona. Una situación que no se ha dado en el Polo Sur. El Tratado Antártico lo impide.
Esta diferencia entre las dos zonas es lo que pretenden cambiar con esta campaña de presión a las instituciones internacionales y de concienciación de la sociedad en general. “La protección de una parte del Ártico crearía precedente, y a partir de allí podríamos avanzar más”, explica Palazzi.
Son muchas las cifras sobre el cambio climático que incitan a crear alarma. “Lo que está claro es que en el año 2200 la Tierra no será como es ahora”, sostiene. Antes de “agobiarnos y caer en depresión, tomemos conciencia y actuemos”.