J.M Mulet es un conocido profesor de biotecnología en la Universidad Politécnica de Valencia. Su notoriedad pública ha llegado por su tenaz defensa de los alimentos modificados genéticamente, combatiendo muchos de los prejuicios existentes con argumentos científicos que resultan comprensibles para la mayoría. Se ha convertido en un gran divulgador, que habla claro y sin rodeos, y acaba de publicar su último libro, 'La ciencia en la sombra' (Ed.Destino), sobre la importancia de la ciencia forense para resolver crímenes.
-- ¿Qué son los transgénicos y por qué es bueno que no estén prohibidos?
-- Por definición, son organismos a los que se ha introducido de forma artificial un gen de otro organismo, lo que les supone una mejora. Se utilizan sin limitaciones en medicina o en industria. Solo hay problemas legales cuando salen al campo y en Europa. El problema es que nos estamos cargando el campo por falta de competitividad respecto a los países que utilizan organismos genéticamente modificados (OGM).
-- Hace pocos días, la prensa se hizo eco de que la Academia Nacional de Ciencias de EEUU confirmaba que los alimentos transgénicos son igual de sanos que el resto. ¿Está cambiando la posición de la prensa?
-- Yo creo que sí. También se está diluyendo el mensaje catastrofista de los grupos ecologistas. Pero es normal, llevan 20 años anunciando el apocalipsis por culpa de los transgénicos y, claro, como no pasa nada y cada vez más agricultores los usan, cada vez tienen más aplicaciones y no aparecen problemas con la salud y el medio ambiente, se evidencia que su mensaje no era cierto.
-- Ha empezado la campaña electoral. ¿Siguen siendo la mayoría de partidos contrarios a los OGM o ha cambiado la percepción política?
-- Cada vez menos partidos políticos llevan en sus programas mensajes abiertamente anti-OGM. Además, las cosas se ven de forma diferente desde la oposición que desde el gobierno. Los ayuntamientos que han querido declararse libres de transgénicos como el de Madrid han tenido que recular porque la declaración no tenía ni pies ni cabeza. Nadie va a prohibir los OGM a nivel nacional porque están funcionando sin recibir ninguna ayuda ni subvención, y bastantes problemas tiene el campo. No los apoyan, pero cada vez se critican menos.
-- ¿Por qué la izquierda es más contraria a los transgénicos que la derecha?
-- Bueno, hay de todo en todas partes. No me atrevería a generalizar, pero sí que es cierto que dentro de la izquierda existe un cierto pack ideológico en el cual se tiene que estar en contra de las grandes empresas y de todo lo "oficial" y esto incluye apoyar la medicina alternativa y la comida ecológica y oponerse a los transgénicos, pero eso también está cambiando poco a poco, a base de ciencia.
-- ¿Los transgénicos podrían ayudar a un continente como África a desarrollarse?
-- Obviamente, una tecnología que permita mejorar el rendimiento agrícola va a ayudar a paliar el hambre en el mundo, y es necesaria en países de África. Por desgracia, en el continente africano todavía pesa mucho la influencia europea --un problema que no tienen en Asia o en Sudamérica-- que está frenando el desarrollo de esta tecnología. En este sentido es vergonzoso que desde la UE se votara una resolución para instar al G8 a que no utilice OGM en África. Decir, desde la rica y sobrealimentada Europa, lo que tienen que hacer en África con sus cultivos es colonialismo vergonzoso.
-- ¿Has tenido problemas en alguna ocasión con activistas anti transgénicos?
-- Una vez reventaron una charla en la Universidad nacional de Córdoba, en Argentina, y agredieron al público, pero prefiero dejarlo como una anécdota por parte de unos vándalos.
-- ¿El ecologismo debería centrarse en otras causas y abandonar este tema?
-- Pues sí, porque algo tan importante como la defensa del medio ambiente pierde credibilidad cuando buscan objetivos que parecen diseñados por un especialista en marketing y no por un científico. Por ejemplo, se habla del problema de los OGM con la biodiversidad, pero en 20 años no hemos tenido ningún problema. En cambio las mascotas domésticas, principalmente los gatos, han causado cientos de ellos a la fauna salvaje, pero ¿has visto a alguna ONG quejarse de que la gente tenga gatos?
-- En Europa hay una mayor preocupación sobre el herbicida glisofato que en Estados Unidos. ¿Qué opina al respecto?
-- Pues que es otra de las amenazas fantasmas inventadas por los ecologistas, ya que todos los informes indican que es seguro. Se han retirado cientos de pesticidas del mercado y nunca ha sido por campañas de grupos ecologistas, sino por informes de científicos. Da que pensar, ¿no?
-- ¿Por qué hay en la actualidad tanta veneración por lo natural?
-- Pues porque nos evoca buenos sentimientos. Es marketing emocional, pero la naturaleza no es más que una competencia salvaje por los recursos. Realmente, todo lo que nos da de comer lo hemos domesticado y no es natural. En la naturaleza nos moriríamos de hambre y seríamos la comida de depredadores mayores.
-- En su nuevo libro se atreve con un tema nuevo: la ciencia forense para resolver crímenes.
-- La ciencia forense es una disciplina relativamente reciente y que ha sufrido muchas revoluciones. En su momento lo fueron las huellas dactilares, en los años 80 lo fue el ADN, los análisis químicos, etc. Ahora es muy difícil que un crimen quede impune y esto es gracias a la ciencia.
-- ¿El libro combina ciencia y ficción?
-- No exactamente. El libro habla de ciencia y analiza, además de casos reales, cómo se trata la investigación criminal en las series y en las películas. Y, sobre todo, trata de descubrir fallos.