222.635 euros. Ese era el patrimonio acumulado durante toda su vida por una mujer de 86 años. La víctima, viuda, sin hijos y sin estudios, vivía en la población tinerfeña de La Laguna cuando en 2005 se fracturó una pierna en un accidente. A su edad, esos percances tuvieron unos efectos irreversibles.
Su familia más cercana era y es una joven y brillante abogada tinerfeña que se encargó, entonces, de tramitar toda la documentación precisa para que la anciana pudiera ingresar en una residencia de la tercera edad, donde recuperarse y que acabaría siendo su morada definitiva.
Firmó a ciegas
La anciana, agradecida por la amabilidad de su sobrina y por la determinación y la destreza de ésta a la hora de gestionar documentos públicos y administrativos de una forma que no está al alcance de cualquier ciudadano y mucho menos al alcance de aquella anciana y poco ilustrada mujer, le firmó una autorización por la que su sobrina podría hacer uso de sus fondos bancarios con total libertad. La mujer firmó pero, según el Tribunal Supremo, está acreditado que no supo lo que firmaba.
Abogada seductora
Según el alto tribunal, la abogada sedujo a su tía con buenas palabras y mejores intenciones. Todo era teatro. Pero la anciana no supo verlo y no dudó en firmar lo que su sobrina le puso por delante.
Ese documento habilitó a la letrada para disponer a lo largo del tiempo y en diversas extracciones y transferencias bancarias de 222.635 euros, o lo que es lo mismo, de todo el patrimonio acumulado por la anciana tras más de 40 años al frente de un pequeño comercio de la localidad insular y tras quedar a su nombre las propiedades de su marido, desaparecido años atrás.
Ingreso en prisión
El Supremo destaca el descaro de la abogada al esquilmar a su tía. La voz de alarma la dio el centro geriátrico al que el banco devolvía las facturas mensuales de la mujer por falta de fondos. La sobrina ingresará en la cárcel cuando se haga efectiva la notificación de la condena.