Activar y desactivar neuronas aplicándoles luz. Esta es la base enormemente simplificada de la optogenética, una técnica neurocientífica que ha avanzado a una velocidad de vértigo en los últimos años. Este procedimiento permite evocar o inhibir antiguas memorias, provocar dolor o hambre, crear recuerdos falsos, reducir comportamientos depresivos o controlar los movimientos. De momento, solo en roedores.
Consiste en identificar y marcar las neuronas que se activan durante una acción determinada, por ejemplo ganar la lotería o un triunfo deportivo, y volver a accionarlas a voluntad. De esta forma, se puede repetir el estado mental de aquel momento concreto. El proceso contrario también es posible: desactivar las neuronas para evitar volver a estados mentales indeseados, como el que se produce durante un atraco o una violación.
Dominar el cerebro
"Es una técnica revolucionaria que avanza a una gran velocidad", afirma Ignacio Morgado, director del Institut de Neurociències de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). A través de la luz, controlar la actividad cerebral humana. Este es el posible fin de la técnica. Sin embargo, Morgado avisa de las implicaciones éticas que supone, como todo avance científico, y por el que se deberían establecer "códigos y normas que garanticen que los fines de su uso irán en acorde a la salud y el bienestar de las personas".
Pero su aplicación en humanos todavía no tiene fecha a los 10 años desde su invención. Los primeros intentos fallidos de usar la optogenética en monos demuestra que la complejidad del cerebro de los mamíferos superiores frena, de momento, la introducción de la técnica en las personas.
Combatir enfermedades
De conseguirse, un acontecimiento que Morgado ve con optimismo, las aplicaciones prácticas podrían ser diversas. Algunos tipos de ceguera, Alzheimer, Parkinson, enfermedades mentales o convulsiones epilépticas; las aplicaciones terapéuticas de la optogenética se han empezado a probar en ratones. Aunque no se descarta llegar al punto de tratar lesiones como el ictus, el uso en humanos se centraría en un principio en "paralizar neuronas implicadas en estados mentales negativos o traumáticos", afirma el investigador.
Otras técnicas antiguas, como la estimulación eléctrica, los microelectrodos o ciertas sustancias químicas seguirán en uso, según Morgado, pero de confirmarse el éxito de la optogenética, podrían quedarse obsoletos. Es la alta precisión y su capacidad de determinar la relación de causa y efecto entre los procesos y elementos estudiados, lo que hace que esta técnica sea revolucionaria.
Premio Nobel
Karl Deisseroth es uno de los investigadores que, junto con su equipo de la Universidad de Stanford, ha contribuido a realizar los últimos avances en la optogenética. "Algún día se dará un premio Nobel por esta técnica", insiste Morgado para valorar la importancia del procedimiento en el mundo científico. Los instrumentos especializados y los recursos económicos necesarios para desarrollarlo son todavía un hándicap para muchos laboratorios.
En Barcelona, solo algunos empiezan a investigar este campo, aunque entre los estudiantes hay mucho interés. Luis de Lecea, profesor de psiquiatría y ciencias de la conducta de la Universidad de Stanford, organizó el año pasado un curso en colaboración con la Societat Catalana de Biologia y la Universitat de Barcelona (UB). Ahora, prepara el programa para repetirlo ante el éxito del primero.