Los ciudadanos de Galicia, Euskadi y Cataluña son tan afortunados que pueden comprobar que llueve dos veces. Una cuando lo dice la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) y otra cuando se lo cuentan MeteoGalicia, Euskalmet o el Servei Meteorològic de Catalunya (SMC).
Y quien dice llover, dice la temperatura prevista a las 23 horas, los chubascos en 315 concellos o la altura de las olas. Todo por duplicado, al menos desde el 2001, en que estos servicios territoriales se pusieron en serio en marcha.
En teoría, y para un turista alemán o un ciudadano de la calle, la información y el servicio meteorológico por duplicado es el ejemplo más claro de gasto innecesario. Los cuatro servicios son públicos, los paga el contribuyente, ofrecen los mismos datos y hacen el mismo trabajo.
Pero las tres comunidades, que han llevado el nacionalismo y las estructuras de Estado hasta los fenómenos atmosféricos, lo niegan, defienden con vehemencia su existencia y mantienen un contencioso, que heredará el Ejecutivo que surja tras el 26J.
Seguridad y ahorro
Llueve, nunca mejor dicho, sobre mojado. Se trata de un conflicto puesto sobre la mesa en el 2014. El Gobierno de Mariano Rajoy planteó la supresión de algunos organismos duplicados, como éstos, porque se trata de una competencia estatal, ya que afecta a la seguridad aérea y a la Defensa, según recoge la Carta Magna. Los avisos de emergencias deben partir de una única voz, por homogeneidad y coherencia, que en su opinión corresponde al servicio nacional.
El Ejecutivo justifica la remodelación también con el objetivo de reducir gastos, como pide Bruselas. Incluso elaboró un proyecto de ley, que ha quedado en papel mojado, y cuantificó el ahorro en 13,1 millones de euros al año, que se quedarían en 9,9 millones en caso de absorber el personal de los autonómicos.
En junio del año pasado lo incluyó en la denuncia ante el Tribunal Constitucional. Iba en el paquete de estructuras estratégicas que el Govern quiere poner en marcha. El alto tribunal comenzó a debatir el tema hace solo un mes.
Estructuras de Estado
Los ejecutivos vasco y catalán defienden que no se trata de un capricho autonómico, sino de un valioso instrumento de gestión y de autodeterminación, como recogen sus estatutos. Incluso admiten que forma parte de las estructuras de Estado que poco a poco han ido poniendo a punto. Así, lo han adscrito al servicio de emergencias y protección civil, que consideran una “competencia exclusiva”.
También defienden que su vigilancia y sus predicciones son mejores, más cercanas, efectivas y enfocadas al ámbito local y a eventos específicos. Argumentan que, a pesar de que el Euskalmet solo emplea a 30 personas, el servicio gallego a otras tantas y el catalán a 80, han ido inaugurando estaciones hasta sobrepasar en número en sus territorios a las de Aemet.
Pequeña escala y rivalidades
Los expertos defienden que no por tener una red más densa de estaciones se mejoran los pronósticos ni aumenta la fiabilidad el conocimiento de un terreno muy pequeño. “Hoy las predicciones se fundamentan en modelos meteorológicos a escala planetaria de libre disposición en internet y de manera fiable en tres días en cualquier parte del mundo”, asegura un físico de la Aemet.
Con sus roces y rivalidades, Aemet mantiene su infraestructura en todo el Estado. Cuenta con una plantilla de 1.370 empleados, 814 estaciones automáticas, 2.335 estaciones para medir la lluvia y las temperaturas, 122 millones de presupuesto.