Los usuarios del Puente Aéreo --o mejor dicho, de lo que queda de él-- han sido víctimas este jueves de un importante colapso. Llegar a Barajas para volar a Barcelona tenía unas esperas de más de tres horas. Presentarse en el aeropuerto a las 10 de la mañana implicaba no tener plaza hasta las 14 horas y hacerlo pasadas las 10.30 alargaba la espera hasta las 15.30.

Este colapso excepcional respondía a dos razones. Uno, la habitual, que los vuelos del Puente Aéreo no son tales, sino que son conexiones de Madrid-Barcelona de vuelos procedentes de América, Asia o África. Estos pasajes llenan más del 70% de las cabinas, por lo que los pasajeros del puente aéreo se ven reducidos a ese escuálido 30%.

Y, además, este jueves, ese 30% ha sido ocupado, literalmente, por hinchas del Atlético y del Real Madrid que, viendo las conexiones Madrid-Milán agotadas, han tomado como vía alternativa Barcelona para asegurarse la asistencia a la final el sábado próximo. O sea, que han hundido un Puente Aéreo que no pasa por sus mejores momentos de salud.