La vida moderna ha arrasado con los roles tradicionales en los que la mujer se ocupaba de las tareas domésticas y el hombre se responsabilizaba de aportar los recursos económicos. En la actualidad, con la incorporación de la mujer al mundo laboral, apenas hay tiempo para conciliar la vida doméstica y laboral, y mucho menos para encargarse de limpiar, cocinar o planchar.
En este contexto, la contratación de una tercera persona --una señora de la limpieza-- que trabaja por horas es ya una opción muy habitual en muchos hogares de clase media. Pero, ahora, con el desarrollo tecnológico y la aparición de nuevas apps, la figura de la mujer de la limpieza se ha visto confrontada con el servicio a domicilio de alguna de las tareas más pesadas, como son las de lavar y planchar ropa.
¿Complemento o competencia?
En las últimas décadas han nacido muchas aplicaciones móviles que buscan hacerse un hueco en el mercado ofreciendo una opción intermedia entre la mujer de la limpieza y las tintorerías o las tiendas de planchado. No obstante, muchas de ellas han desaparecido al poco tiempo de iniciar su modelo de negocio, dejando entrever lo difícil que es establecerse en un sector que aún resulta muy nuevo incluso para las familias más modernas.
La app Mr. Jeff es uno de estos negocios que ha conseguido consolidarse en el mercado y que tiene unas perspectivas de crecimiento de un 30% semanal --con 1.000 clientes nuevos a la semana-- y que prevén finalizar 2016 con 15.000 usuarios nuevos en España. Ha llegado a Madrid y Valencia con un notable éxito, y en breve desembarcará en Barcelona.
“Entendemos que son servicios complementarios. La mujer de la limpieza está mucho más enfocada a la limpieza de la casa en general y nosotros ofrecemos un servicio tanto en prendas que podemos considerar de lavandería como son pantalones, camisa o ropa interior pero también ofrecemos un servicio de tintorería que lo recogemos en el mismo momento que el resto de productos de lavandería”, afirma el CEO de la compañía, Eloi Gómez.
Sus respectivos costes
El salario medio de una mujer de la limpieza es de 10 euros brutos la hora. El Gobierno socialista de José Luís Rodríguez Zapatero aprobó una ley para que las mujeres que se dedicaban a este sector fueran consideradas trabajadoras, otorgándoles los derechos y protecciones que tienen el resto de trabajadoras, como es la cotización a la Seguridad Social.
Esto ha tenido consecuencias muy diversas. Por un lado, muchas familias han optado por mantener el servicio sin declarar, es decir, sin asegurar a las empleadas. Y otras familias han optado por decantarse por otros servicios en los que solo tributa la actividad comercial y, en consecuencia, no implica para los usuarios otro tipo de obligaciones contractuales.
"El RD 1620/2011 fue muy positivo en su finalidad de regularizar el trabajo doméstico, pero el problema es que ni antes ni ahora hay una voluntad de la sociedad para cumplir con la normativa y que esas personas coticen a la Seguridad Social", afirma Consuelo Chacartegui, profesora en Derecho Laboral de la Universidad Pompeu Fabra.
Por lo que respecta al nuevo servicio online, según explica el CEO de Mr. Jeff, su coste va en función del número de prendas que el usuario decida limpiar, con un precio por camisa lavada y planchada un poco inferior a los tres euros. Además, tampoco se cobra el servicio de entrega y domicilio. En total, y con estos precios, la ropa de una familia con 3 o 4 miembros puede estar limpia por menos de 100 euros al mes.
Un servicio en ciernes, pero muy competitivo
La abogada en derecho laboral Nuria Beltrán explica que la oferta a través de internet o una app podría resultar “más competitiva” al “dar un servicio distinto a la tintorería típica” y “complementario a las mujeres de la limpieza”.
“Puedes tener a la señoras de la limpieza menos horas y quizás te sale más a cuenta que si está mucho tiempo y te cobra 12 euros la hora”, dice.
En este sentido, no se trata de servicios excluyentes, en el que la app ocupa el sitio de la mujer de la limpieza. La empleada casera puede pasar a trabajar menos horas, pero también tiene la opción de hacerlo en ámbitos más especializados en los que la tecnología no sea una competencia, como es el de la limpieza general del hogar. Al menos por el momento, hasta que la robótica no sea, también, una realidad doméstica.