Una jornada laboral que acabe a las 18 horas, como ha propuesto recientemente el presidente del Gobierno en funciones Mariano Rajoy, facilita una organización del tiempo más sostenible. Pero no es suficiente. La reforma horaria exige la implicación de toda la sociedad. Así lo asegura el presidente del Consejo Asesor para la Reforma Horaria, Fabián Mohedano, quien en los próximos días se reunirá con el vicesecretario sectorial del PP, Javier Maroto, a quien explicará los trabajos realizados hasta ahora en Cataluña.
Esta comunidad es pionera en el diseño de un modelo de reforma horaria a nivel gubernamental que, en síntesis, se basa en comer a las 13 horas y cenar a las 20 horas. “Se trata de una cuestión de salud pública”, afirma Mohedano, quien acaba de publicar el libro “Pongámonos en hora. 100 motivos para la reforma horaria” (Cossetània Edicions), donde se explican las ventajas de esos nuevos hábitos horarios, así como las medidas necesarias para hacerlo realidad. Estos son los 10 ejes a tener en cuenta.
- Volver al huso horario original: A España, por su situación, le corresponde el huso europeo occidental que comparten Reino Unido, Francia, Irlanda, Benelux y Portugal. Pero el general Franco decidió incorporar el huso de Alemania, Italia o Austria, es decir, el del centro y este de Europa.
- Dejar atrás la herencia franquista: Los horarios actuales son reflejo de la situación precaria de la ciudadanía española tras la Guerra Civil, que se tradujo en el llamado pluriempleo. El hombre llegaba a casa a las 14.30, comía, y volvía a trabajar a las 15 horas o 16 horas hasta las 21 horas.
- Suprimir el desayuno de media mañana: Si se empieza a trabajar a las 8 o las 9 de la mañana, y la hora de la comida es a las 13 horas, se puede salir del trabajo entre las 17 y las 18 horas.
- Más productividad: Las jornadas laborales deben ser más cortas pero, a la vez, más intensas y de mayor provecho para los trabajadores. Existe la errónea creencia de que lo realmente importante es permanecer el mayor número de horas en el trabajo.
- Racionalizar los horarios del fútbol: Partidos entre semana que empiezan a las 22 horas y acaban a medianoche, alteran el sueño de los trabajadores. La reforma horaria también quiere incidir en las plataformas televisivas de pago, responsables de estos horarios.
- Fomentar el teletrabajo: Trabajar a distancia es una de las opciones escogidas por las empresas que apuestan decididamente por la flexibilidad horaria. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística, el 22% de las empresas ya cuentan con programas de teletrabajo, que aumentan la productividad entre un 5% y un 25% respecto a los que trabajan 40 horas en la oficina.
- Un prime time más racional: Las cadenas televisivas concentran sus programas estrella en una franja horaria que comienza a una hora que, de hecho, debería ser la hora final --a las 22.30 o a las 23 horas--. Asimismo, los informativos televisivos deberían empezar a las 20 horas.
- Horarios escolares europeos: Se debería promover un tipo de jornada similar a la que aplican otros países europeos, es decir, comer a una hora saludable --las 12 del mediodía-- y una estancia en los centros hasta las 15.30 horas. Y, para aquellas familias que lo necesiten, realizar actividades extraescolares que no vayan más allá de las 18 horas.
- Gobierno abierto y administración ejemplar: Mejorar el acceso del ciudadano a la administración y fomentar el Open Data, es decir, facilitar la información de forma clara y directa en formato digital y estándar, que sea comprensible y accesible. Asimismo, las administraciones deben ser ejemplo. Las jornadas laborales del sector públicos suelen ser intensivas, lo que desplaza la hora de la comida a las 16 horas. Una solución sería tener dos horas de comida y trabajar por la tarde hasta las 18 horas.
- Apagón o momento cero: La reforma horaria requiere un momento cero en el que todos los agentes de la sociedad implicados --empresas, administración entidades, personas-- pongan de su parte para impulsar esa reforma.