En España, como en la mayoría de países del sur de Europa, la figura del jefe suele ser controvertida. A menudo se ha representado como un individuo que trabaja poco y manda mucho, o que no se merece la posición que ostenta. Pero nada más lejos de la realidad, esta caricatura de 'jefe español' tan arraigada en el imaginario colectivo va camino de desaparecer.
La evolución tecnológica, junto a la cada vez más inculcada cultura del emprendimiento, ha hecho que muchos ciudadanos corrientes se hayan convertido en sus propios jefes, dandóse cuenta no solo de las ventajas que implica, sino también de los quebraderos de cabeza que conlleva. Asimismo, las empresas han avanzado hacia modelos donde la jerarquía es menos vertical y se trabaja más en red, con más responsables por áreas y donde el talento personal de los empleados es reconocido.
Estructuras menos jerarquizadas
El presidente de la consultora 3G Office, Francisco Vázquez, explica a Crónica Global que el jefe ya no es más del estilo de "ordeno y mando": "La palabra jefe queda incluso mal, suena como algo antiguo, a jefe histórico de ordeno y mando". Vázquez también afirma que la mayoría de compañías optan por modelos menos jerarquizados: "En la mayor parte de las compañías las estructuras se están aplanando muchísimo, la figura del jefe es cada vez menor, cada uno es jefe en lo que es bueno".
Este cambio de paradigma también lo han constatado en la consultoría de reputación y comunicación Cuenca & Llorente. Su presidente, José Antonio Llorente, asegura en una masterclass como mentor de Human Age Institute que "las organizaciones hoy en día se definen por un grupo de personas que interactúan, que tienen algo que decir, y que esperan algo". En ese sentido, Llorente habla de cómo estas organizaciones lograrán adaptarse a ese cambio de paradigma e implicar activamente y comprometer a sus empleados en lo que se conoce como "employer engagement".
Actividades como el brainstorming (lluvia de ideas que englobe a más de una cabeza pensante, es decir, a todo un equipo) o medidas como el job-sharing, donde más de un empleado comparte tarea, o el trabajo por objetivos definidos han contribuido a elevar la corresponsabilidad empresarial ya que la implicación del empleado resulta mayor.
El líder sigue siendo necesario
La figura del jefe o líder, sin embargo, sigue siendo necesaria y así lo demuestran diversos estudios cuando señalan que esta figura es la que tiene una mayor influencia en el el grado de felicidad de los empleados.
La empresa de gestión de recursos humanos Adecco ha elaborado una encuesta en la que pregunta a más de 2.000 trabajadores de 18 a 65 años las cualidades que debe tener un buen jefe. El 96,4% de los trabajadores considera que un buen jefe es aquel que "se remanga" para sacar el trabajo del equipo adelante.
El carisma sigue siendo un elemento muy importante que valoran los empleados en un buen jefe. La capacidad de generar entusiasmo e implicación entre sus empleados es vital para un buen ambiente de trabajo. Esta calidad, junto a la nobleza, el sentido del humor y la empatía, gana terreno a otras características como la profesionalidad o el éxito alcanzado.
"Un buen líder tiene que dejar hacer, sin poner trabas a sus trabajadores. Tiene que apoyarles y guiarles", afirma Vázquez, y añade que especialmente las nuevas generaciones son las que valoran estas cualidades de los superiores.
Demócratico versus autocrático
La psicología laboral distingue varios tipos de liderazgo. Según el 36,4% de los empleados, el estilo de liderazgo que mejor describe a su jefe es el democrático, que se caracteriza porque es el líder el que toma decisiones tras potenciar la discusión del grupo, agradeciendo las opiniones de sus trabajadores.
Esta valoración dista mucho de la imagen caricaturesca del jefe español, y demostraría cómo, junto a una mayor valoración del papel del líder, crece también la exigencia sobre éste. En esta línea, un 30,3% de los empleados considera que su jefe es autocrático, es decir, que él es el único en el grupo que toma las decisiones sobre el trabajo y la organización, sin tener que justificarlas en ningún momento.
Este tipo de liderazgo, que representa el segundo más extendido, es el menos deseado por los trabajadores (solo un 4% asegura preferir esta forma de liderazgo).
Amancio Ortega, el deseado
Otro de los apartados del informe presentado por Adecco pregunta a los españoles con qué jefe serían más felices trabajando. La presencia de líderes del sector de los negocios es notable en la lista. El 26% de los españoles elige como superior con el que sería feliz trabajando al empresario Amancio Ortega. El dueño de la firma Inditex es valorado como mejor jefe por más de uno de cada cuatro españoles y lidera la categoría.
A continuación, es María Garaña (hasta hace unos meses CEO de Microsoft Ibérica y nueva vicepresidenta de soluciones empresariales de Microsoft EMEA) quien lidera esta categoría tras Ortega, con un 20,5% de respuestas afirmativas y un ascenso desde la cuarta a la segunda plaza.
Juan Roig (Mercadona) mantiene la tercera posición y obtiene un 18,7% de valoración (a pesar de perder 4 puntos en sólo un año), por delante de David Muñoz (DiverXO), que con sus 3 Estrellas Michelín y el 12,9% de los votos se cuela por primera vez en el ranking, directo a la cuarta posición.
Completan las primeras posiciones de esta categoría Dimas Gimeno (El Corte Inglés), Rosa Oriol (Tous), Ana Patricia Botín (Grupo Santander), Florentino Pérez (ACS), Mar Raventós (Grupo Codorniú) --que aparece también por primera vez-- y Josep Piqué (consejero delegado de OHL).