La Reina Letizia, "de incógnito" por las calles en Madrid. El Hola incluye un amplio reportaje gráfico en sus páginas centrales. La señora se fue de compras ataviada con un foulard que se anudó de tal manera que junto a las gafas de sol parecía a punto de cometer un atraco en plan entrar al Zara o al Promod y exclamar: "¡Dame lo último de la talla 38 que estoy muy loca!".
En las imágenes, Letizia luce dos teléfonos móviles en su mano derecha. Una de las instantáneas la muestra incluso sin el embozo y con una bolsa de Mango, la marca de Isak Andic. Se comenta que es la "low cost" de moda que más le mola a Letizia. Según la publicación, hasta la prensa extranjera "se hace eco" de las escapadas de la inquilina de La Zarzuela. Al parecer, el hecho de que el Gobierno esté en funciones ha reducido la agenda real a la somera gestión del tiempo libre. No hay recepciones, no hay visitas guiadas, ni inauguraciones de pantanos, de modo que la Reina se va de compras. ¿Algún problema?
Ella es así y le gusta mezclarse con sus subditos, respirar los aires de libertad del anonimato, darse un garbeo por el centro, lejos de los prados y los ciervos que rodean Palacio, tan aburrido y lejano, jaula dorada donde el tiempo se mide en lánguidos atardeceres. Puntazo para el Hola, que se aproxima a la Reina hasta el punto de que sirve una fotografía en la que se aprecia a Su Majestad indagando en el bolsón de Carolina Herrera, el eterno femenino de buscar, a la vista o al tacto, un pañuelo y sacar un lápiz de labios, dos estilográficas, tres juegos de llaves, un diario personal, cuatro cupones de descuento, un móvil descatalogado, un blister de lexatines, dos gafas para ver de cerca, un paquete de sobres de proteínas, dos cajas de útiles higiénicos de urgencia, la sombra de ojos, un pote de maquillaje...
En eso de hacer de su capa un sayo (en ese caso una bufanda), Letizia es como su suegro, al que todo el mundo recuerda con su traje de motorista fantástico rasgando la noche por la M-30 de Madrid y ayudando a los conductores que se habían quedado tirados. Fue una leyenda recurrente en los ochenta. Juan Carlos era tan pero tan campechano que a la mínima subía a la moto, un torpedo alemán, y se iba por ahí a darse una pirivuelta. Lo sabía todo el mundo y todo el mundo tenía un cuñado que había sido socorrido por Su Majestad.
Aquello era igual que lo de la autoestopista de la curva, una aparición sobrenatural en medio de una tormenta y de una carretera serpenteante y brumosa. Ella siempre va de blanco, advierte del mortal peligro que se esconde en el recodo de la muerte, donde ella se mató el día de su boda, y se evapora. Es tan sobrecogedor que un primo de un pariente fue internado en el pabellón psiquiátrico tras padecer en propia persona el episodio.
Doña Letizia es de poca carne y hueso, pero real por partida doble. Así pues, que nadie se sorprenda si se la encuentran en la cola del sushi del club vip del supergourmet. Es la última atracción de la castiza y señoritinga calle de Serrano y del barrio de Salamanca. Las señoras y los señores van de compras en la confianza de que si no topan con Cayetano Martínez de Irujo o Paris Hilton lo harán con la Reina. Por lo menos.
Consuelo Font, en 'La Otra Crónica' de El Mundo, amplía la información sobre el tema de los dos teléfonos de doña Letizia. Se trata de mantener el contacto con su entorno de antes de casarse con Felipe de Borbón y la periodista Font detalla el listado de superamigas: "Entre ellas están sus ya famosas escuderas, íntimas de su etapa periodística, que en su mayoría siguen en la profesión, como Sonsoles Ónega, Esther Jaén, Cristina Palacios, Almudena Bermejo, Inmaculada Nácher, Ana Prieto o Mar Peiteado. Con ellas, además de estar en comunicación telefónica, practica clases de zumba los festivos en los garajes del Nuevo Pabellón, su residencia de Zarzuela, y también, aunque ahora con menos frecuencia, hace escapadas a cenar o tomar una copa sobre todo por el barrio de Malasaña, su favorito". Zumba ya. Y también le da al yoga del yogui Iyengar.
Beatriz Miranda trastea en lo del Hola y en la misma LOC escribe: "La Reina Letizia recibe a diario en palacio ropa y complementos de las mejores marcas, nacionales y internacionales. Por eso contrató a una estilista (Eva Fernández, del Cosmopolitan) para que hiciera inventario de esas prendas, regalos en su mayoría pues las firmas saben que si tienen la suerte de que la esposa de Felipe VI se ponga alguna de sus creaciones, éstas saldrán retratadas en todas las revistas, la prensa las identificará con su ayuda y aumentarán las ventas. Se trata de un negocio redondo: Letizia es considerada una it queen por gran parte de la población y todo lo que toca se convierte en oro".
El final del reportaje de Miranda es apoteósico: "La Reina se decanta por Promod, no por Primark. Pero también compra online en webs como la de Lolita Blue. Aunque le regalen ropa, a ella le gusta encontrar gangas y comprar a buen precio. En su indumentaria informal, prefiere tendencia, cantidad y variedad a intemporalidad y calidad". Ahí le has dado. Letizia no es una aristócrata, sino una mujer mundana, una reina "street style"
Con las majestades pasa que a pesar de tener sangre pitufa algunos se comportan como seres demasiado humanos frente a la profesionalidad de gigantes del oficio como Doña Sofía o, sin ir más lejos, la reina inglesa.
En el Reino Unido no paran de hablar de las andanzas de Felipe de Edimburgo, al que 94 años contemplan y está hecho un pipiolo. Carlos Fresneda en 'La Otra Crónica' comenta la noticia de un documental en el que se da cuenta de que el aludido sólo se mantuvo fiel a Isabel los cinco primeros años. Se casaron en el 47 y en el 52 empezó la vida local del consorte. Lleva más de sesenta años de carrera. Según Fresneda: "Pese a los achaques de la edad, Felipe de Edimburgo ha seguido teniendo carta blanca para "divertirse" y tener su propio espacio, como lo demuestran sus apariciones en las carreras y demás eventos deportivos junto a Lady Penny Brabourne, treinta años más joven que él, a quienes algunos atribuyen el secreto de su renovada mocedad. Oficialmente, se trata de una "entrañable amistad" y poco más. La Reina, entre tanto, mira hacia otro lado y se entretiene dando de comer solomillo de ternera y pechuga de pollo a sus "corgies" galeses". Y echando pan, sin corteza, a los patos.
Lady Penny Brabourne nada menos, una señora espectacular que recuerda a Lady Di, la malograda esposa de Carlos, el primogénito de Isabel y Felipe. Lo del "british" no es precisamente un comportamiento inusual entre testas coronadas.
Por lo demás, Norma Duval y Matthias Kühn han vuelto y posan para la ocasión en un resort de Gstaad. Ella, nuestra diva, la que fuera reina del Folies Bergère, luce para la ocasión un gorro de trampero confeccionado con el lomo de siete visones de la misma camada.