Brutus no está castrado. A diferencia de la mayoría de los cánidos domésticos, nuestro dingo conejero tiene los instintos intactos. De ahí que no fuera invitado a la Pets Party del Hotel Claris. Anna R. Alós, la cronista de El Mundo, no se perdió el evento y escribe en su columna dominical que "los perros se montaron solos el festival con la familia Clos como anfritiona, con Carine Lewi, Ester Alarcón, Pilar Pasamontes, Teresa Gimpera, cada cual con su mascota, y Katy Carreras con Lucy, un mangífico Jack Rusell, y Alberto Ezquerdo con Raval, un perro absolutamente genial y escandaloso que encontró en las calles del Raval y que por hiperactivo quedó movido en todas las fotos". Eso, ojo a las fotos. De Santi Cogolludo. Hay una en la que Carine Lewi posa con dos caniches salvajes, dos auténticos monstruos de un tamaño descomunal. Ver para creer.
El punto filipino fue que se sirvió primero a los perros, con, detalla Alós, galletitas, gominolas y delicias varias. Una discriminación. Ya es hora de que los canes puedan comer lo mismo que los amos. Y al revés, sobre todo al revés. Además, la carne para animales es apta para el consumo humano desde la Gran Depresión del 29 del siglo XX, tras varios fallecimientos (de personas humanas) provocados por ingerir comida para perros. Una norma de la Foods and Drugs federal, poca broma. Está documentado, por otra parte, que muchos inmigrantes españoles en Alemania compraban latas de comida para mascotas porque no entendían el texto de las etiquetas y era más barata que las albondiguen que pillaban los boches.
La nueva pareja del marqués de Griñón
¿Galletitas para perros? Como en El Padrino II, cuando el rupestre Gazzo comenta: "Me viene un chaval con chaquetilla blanca, me ofrece una galleta con un poco de fuagrás y me dice, ¿un canapé? Yo le dije, ¿crees que soy idiota?. ¡Eso es una galleta con fuagrás!". Brutus come de todo. Es un carroñero, un "dingo" omnívoro y tragaldabas. Por eso y por el sexo que no se le puede llevar a ningún lado donde haya seres físicos y jurídicos.
El amor por los animales.
Banderas y Kimpel
Pero no tanto como lo de Antonio Banderas y Nicole Kimpel, que es una mezcla de gore quillo, gonzo poligonero y manga mangurrino. Se ha comprado una casa Huf en las afueras de Londres. Una casa Huf es una cosa prefabricada con mucho cristal y vigas vistas, ecosostenible y automontable, una suerte de disparate tubular de origen alemán que queda en la campiña inglesa igual que un iglú en el desierto de Almería. El reportaje sale en el Hola también, en formato sindicado, con la firma de Gemma Wells para The Sunday Times. Fastidiaros, ingleses. Si no queréis Europa, Europa os invadirá con cabañas alemanas y actores malagueños. Por cierto, que Esther Doña es malagueña.
El actor se muestra como un artista total y polifacético, que escribe guiones, toca el piano, cocina risottos y también es modisto. Su última creación es una camisa marrón con un bolsillo para tarjetas de crédito. Atención al comentario de Banderas sobre su guayabera: "No está mal, ¿eh? Si logro convertir esto en un éxito, no tendré que ser esclavo de la taquilla". Genial. No puede ser más alucinante lo de Espartaco Banderas. Una camisa con un bolsillo para tarjetas de crédito. ¿Cómo no se le había ocurrido a nadie antes?
Banderas dice que se va a cargar todos los muebles de la casa porque la compraron ya equipada y que para empezar ha adquirido un Bansky. Vale, colega. Con la cazadora con la que sale en la foto de portada ya paga (y vámonos).