La fotos fueron tomadas hace una semana. Ni uno, ni dos, ni tres. Hasta 12 manteros se congregaron en la plaza de Sant Jaume de Barcelona para vender sus productos falsificados de marcas como Nike, Adidas, o Ralph Lauren. Y lo hicieron sin el mayor reparo, a escasamente a cinco metros de la puerta principal del Ayuntamiento y en presencia del cuerpo de guardia de la Guardia Urbana.
Permisividad, impunidad, dejación de funciones, las dos instantáneas pueden ser calificadas de muchas formas, todas ellas contradictorias y que dejan a las ordenanzas fiscales y a las normas de orden público en papel mojado.
La imagen pone en cuestión la voluntad real del equipo municipal de erradicar una práctica ilegal que perjudica no sólo a las arcas del Estado, sino a los comerciantes de la zona, que sufren competencia desleal.