El principal objetivo de quienes suscriben el testamento vital es evitar el llamado “encarnizamiento terapéutico”, es decir, la prolongación artificial de la vida cuando el estado del paciente es irreversible. En este caso, el testador renuncia a ser sometido a técnicas de soporte vital, a recibir fluidos intravenosos, fármacos o alimentación por sonda, tratamientos que el médico está obligado a aplicar si no hay indicación en contra.
Esto último es lo que ocurre en algunas clínicas y residencias donde hay ancianos que sobreviven años en estado vegetativo, con costes que sobrepasan los 2.500 euros mensuales. “Me han dicho que la desconecte yo y les lleve el ataúd”, denuncia indignado en una red social el sobrino de una mujer de 96 años que lleva cuatro años en este estado.
Eutanasia pasiva
Los firmantes del testamento vital también autorizan a que se les administre la sedación que palíe su sufrimiento aun en caso de que contribuya a acelerar la muerte. Es la llamada eutanasia pasiva que hasta los sectores más conservadores suscriben.
Pero la realidad es que los cuidados sanitarios en el tramo final de la vida dejan mucho que desear en España. El Ministerio de Sanidad asegura que siempre se ofrecen cuidados paliativos a los enfermos, pero reconoce que “es verdad que hay que fomentar que haya unidades específicas cada vez más extendidas por el territorio nacional".
Sólo para la mitad de los pacientes
La Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL) certifica que sólo el 50% de los pacientes pueden acceder a ellos en algunas comunidades y ciudades. “Por desgracia la inequidad es absoluta”, asegura su presidente, Álvaro Gándara. Incluso la reina Letizia destacó el pasado febrero esa inequidad al recordar que todavía hay miles de pacientes con cáncer sin cuidados paliativos.
España saca una mala calificación en un reciente informe del The Economist Intelligence Unit sobre las unidades contra el dolor, cuidados paliativos y la disposición de fármacos para afrontar el final de la vida. Ocupa el puesto 26 sobre un total de 40 países. Con un suspenso (4,2). El Reino Unido es el mejor con un 7,9 de nota y la India el peor con un 1,9.