Una investigación de la Universidad de Islas Baleares ha analizado el fenómeno del plagio académico entre el alumnado de Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato. El estudio, publicado en la revista 'Comunicar', asegura que esta práctica está ampliamente extendida en las aulas de los ciclos educativos medios, sobre todo entre los varones. Además, aquellos que dejan las tareas para el último momento son los que tienen mayor propensión a copiar.
El tema del plagio en los niveles preuniversitarios está poco estudiado y muy escasamente tratado en el contexto hispanohablante. Por esta razón, un equipo de científicos de la Universidad de Islas Baleares ha investigado esta actividad entre el alumnado de Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato, y su relación con el género y la procrastinación –posponer las tareas para días posteriores–.
Los científicos encuestaron a 1.503 alumnos y alumnas de segundo, tercero y cuarto de Educación Secundaria Obligatoria (ESO), y 1.291 de primero y segundo de Bachillerato de las Islas Baleares. Los resultados muestran que las prácticas constitutivas de plagio están ampliamente extendidas en las aulas de los ciclos educativos medios.
El estudio, publicado en 'Comunicar', demuestra además que los varones presentan niveles de perpetración significativamente superiores a los de las mujeres y que el alumnado que tiende a dejar los trabajos hasta el último momento tiene mayor propensión a cometer plagio.
"Las prácticas más comunes son las conocidas como 'plagio collage', es decir, la elaboración de un trabajo a partir de la copia de fragmentos sueltos de texto, ya sea de fuentes digitales o de fuentes impresas, y su inclusión en un trabajo académico sin citar su origen", declara a Sinc Rubén Comas-Forgas, investigador de la Universidad de las Islas Baleares y coautor del trabajo.
El 81,3% del alumnado manifestó haber copiado, al menos una vez, durante el curso académico anterior, fragmentos de textos de páginas web que pegaron directamente en un documento y entregaron como trabajo de una asignatura sin citar la fuente.
Asimismo, el 72,5% manifestó haber copiado –sin citar– fragmentos de fuentes impresas (libros, enciclopedias, periódicos, artículos de revista, etc.) y haberlo añadido como parte de un trabajo suyo de una asignatura.
Otras acciones menos recurrentes fueron: descargarse un trabajo completo de internet y entregarlo como propio, o presentar un trabajo elaborado y ya entregado por otro alumno en cursos anteriores.
Según Comas-Forgas, "los centros de educación secundaria deben proyectar y acometer de manera decisiva medidas para reducir y prevenir este tipo de fraudes académicos".
La estrecha relación entre la procrastinación y el fraude
Los resultados también recomiendan a los docentes que hagan un seguimiento y un control efectivo del proceso de elaboración de los trabajos académicos. "La mejora de las competencias de información del alumnado –añade el investigador– es una de las estrategias necesarias para encarar eficazmente el problema".
Para los autores, es muy destacable el hecho de que –como reflejan los datos confirmados en este trabajo– exista una marcada relación entre el plagio y las conductas procrastinadoras o de postergación.
"La explicación puede ser bastante simple: los alumnos que tienen mayor tendencia a dejar las tareas para el último momento no tienen tiempo para elaborar por si solos la actividad prescrita por el docente y la única salida que les queda es confeccionar el trabajo a partir de alguna de las modalidades de plagio existentes", apunta Comas-Forgas.
Un 'campo de prácticas' para la corrupción
El modelo de profesor que prescribe un trabajo y no realiza ningún tipo de seguimiento sobre el mismo está "abonando la posibilidad de que sus alumnos dejen la tarea para el último momento", argumenta el experto.
Por esta razón, el equipo recomienda pautar y realizar controles periódicos de las tareas, hacer un seguimiento del proceso y no esperar simplemente al resultado.
El trabajo plantea la necesidad de incluir valores de integridad académica en los centros educativos, tanto en su reglamentación como en la adopción de metodologías docentes adaptadas a las tecnologías de la información.
"Hay que enseñar al alumnado cómo usar la información de forma eficaz y ética. El fraude en la educación es el principal tipo de comportamiento antisocial escolar no violento o de cuello blanco. Y no solo eso, sino que además la escuela es el primer campo de prácticas del fraude y la corrupción, como señaló en un trabajo pionero sobre la materia el profesor Juan Manuel Moreno en 2001", concluye.