Esto no es Springfield y el grajo vuela bajo, señal indiciaria del peligro de un desplome celestial. El mundo dirige su mirada hacia los espartanos de Tsipras, que pactan con los cosacos de Putin. Se agita Constantinopla y menudean las maniobras de distracción, conatos de fuego real y una guerra con civiles muertos en Ucrania. Grecia impide la aprobación de más sanciones a Rusia (se requiere unanimidad), pero muestra su lado hospitalario con el presidente del parlamento europeo, Martin Schulz. El librero alemán ha salido con vida de su incursión en Atenas, la ciudad provincia insurrecta de la Gran Germania. Alexis y Vladimir han trazado en menos tres días el nuevo eje del mal. Un escalofrío recorre el espinazo de Europa. Se acerca el Oriente Ortodoxo. Los vasos comunicantes del patriarcado del sucesor de Andrés apostol conforman una "santa" alianza de pueblos autárquicos a la fuerza. Vamos, que acojona. El euro está en el aire. Es el efecto Rasputín.
Los últimos días han sido un solo día desde que Syriza ganó las elecciones. Ni Pujol ni el "prusés" pueden con la épica de la política internacional. ¿Ítaca? Sí, la auténtica. Nada que ver con la rueda para hamsters de la política catalana. Constatado el fenómeno de que la unión europea es una causa perdida, sólo queda la defensa de las virtudes del mercado, trinchera con fama de último reducto.
En El País, Claudi Pérez, desde Bruselas, arranca una crónica en la portada: "Los ministros de Exteriores de la Unión Europea aprobaron ayer solo una prórroga de las sanciones a Rusia por el reciente deterioro del conflicto en Ucrania, y no medidas adicionales. La reunión celebrada en Bruselas evidenció graves discrepancias entre los socios europeos ante la perspectiva de imponer una nueva oleada de medidas restrictivas a Moscú. Fue el nuevo Gobierno griego, liderado por el izquierdista Alexis Tsipras, el que encabezó la resistencia a una escalada sancionadora y contribuyó a suavizar la posición común. Grecia y el efecto Tsipras se colaron en las sanciones europeas a Rusia para amagar y no dar".
Joaquim Coll escribe en El Periódico sobre las perturbaciones de origen griego en los sismógrafos locales. El presidente de la Generalidad, Artur Mas, danza sobre las brasas. Escribe Coll: "Esta vez se atrevió también con el Holocausto. «Nuestras armas no son los fusiles, ni las bombas, ni las cámaras de gas», afirmó en el acto que se celebró con motivo de ese aniversario en el Parlament. Cuando el president se atreve a decir algo tan disparatado, a caer en la impudicia de referirse a las cámaras de gas para poner en valor su supuesta voluntad de negociación y diálogo frente a una España intolerante, es que estamos ante un problema que desborda lo político para entrar en un terreno próximo al delirio. Pero como la rabiosa actualidad estaba todavía en Grecia, Mas no resistió tampoco la tentación dejar de compararse con el joven Alexis Tsipras y afirmar que en Catalunya la regeneración democrática la encarna el soberanismo y tiene, claro está, otros nombres y apellidos. Sorprende que se meta en este jardín en una semana en la que los múltiples escándalos que afectan a la familia Pujol abren titulares, y en la que finalmente se verá obligado, porque ERC ya no quiere que la acusen de cómplice, a comparecer en la comisión sobre fraude fiscal y corrupción política".
Continúa el profesor: "No parece tampoco que el pacto de Syriza con una fuerza derechista, xenófoba y euroescéptica merezca a Mas mayor consideración que la de confirmar la tesis de que la soberanía nacional se imponea otras diferencias ideológicas. Un articulista convergente como Francesc-Marc Álvaro alababa ayer el profundo sentido de Estado del primer ministro griego y sacaba lecciones para el proceso catalán ahora que ICV comete el error de desmarcarse de una posible hoja de ruta soberanista entre Mas y Junqueras. Y es que seguimos prisioneros de ese idolatrado concepto del siglo XIX, la soberanía, una idea primitiva y en el fondo predemocrática. Por eso la tan llamativa alianza de Syriza con los ultranacionalistas se explica más fácilmente cuando comprobamos que la apelación a la soberanía nacional es el elemento central de cualquier populismo, de izquierdas o de derechas. Aquí sucede lo mismo".
El "prusés" está tocado, muy tocado. La corrupción es corrosiva y afecta a los estados de ánimo en el bloque soberanista. La irritación está en el ambiente y Pilar Rahola la exhibe con una pomposidad garibaldina. La bronca es de solemnidad, como todas las suyas, y va contra Podemos, pero huele a desbandada y epitafio soberanista: "Lo que más afeo a estos ángeles exterminadores del viejo sistema que pululan por las esquinas del izquierdismo reinventado –aunque a veces suena a oxidado– es el desprecio que demuestran por el proceso cívico y político más revolucionario de la Europa actual. Y me refiero al proceso catalán, el ejemplo más rotundo de nueva política que se ha gestado en todo el continente. Ya sé que si las pancartas no llevan las consignas homologadas por los sesudos pensadores del nuevo orden son inmediatamente ninguneadas, porque también en esto de los movimientos cívicos se debe tener carnet de pureza ideológica. Sin embargo, lo que ha ocurrido en Catalunya debería ser espejo de lo que es un movimiento ciudadano democrático en pleno proceso de cambio histórico. Nadie se ha movilizado en toda Europa como lo ha hecho la ciudadanía catalana, junto con sus líderes y su Parlamento, y lo ha hecho desde una soledad aterradora, sin otro apoyo que su propia fuerza de voluntad".
¿Soledad? ¿Pero no eran mayoría? ¿Una revolución en Cataluña? Prosigue y añade Rahola: "Es decir, centenares de miles de personas dando ejemplo de lucha pacífica. Al tiempo, un Govern que asume el compromiso electoral y parlamentario de consultar al pueblo; un Estado que se enfrenta ferozmente e inicia una campaña sistemática de acoso y derribo al Govern y a su presidente, llegando a estresar hasta lo indecible las leyes; un president que deposita todo su capital político en el proceso, sabiendo que van a destruirlo; unos partidos que consiguen consensos complejos y difíciles para avanzar; y todo ello, ciudadanía, partidos, políticos y Parlament, enfrentándose a grandes poderes fácticos contrarios al proceso. No está mal para un país de orden, acostumbrado a buscar salidas laterales. Con todo dicho, lo dicho: que vengan estos alternativos que quieren cambiar el mundo a estos lares. A lo mejor tenemos algo que enseñarles".
Esto parece la representación del drama "Los últimos días del cerco de Barcelona", cuando ya no eran dos millones trescientos mil sino un indeterminado "centenares de miles". Llegara un día que no pasó nada. O no. Depende de Grecia, que vuelve a ser el centro del mundo y la puerta del cielo. En El Mundo, Federico Jiménez Losantos, analiza las lecturas populares del momento Tsipras y sostiene: "Lo malo de lo mal que está haciéndolo Syriza, siervo de la doctrina que asegura que lo que no se hace en los primeros tres meses de gobierno no se hace jamás, y si es revolucionario, mejor tres días que tres meses, es que abonarán el surco electoral del PP con el guano arriolarenístico del «voto del miedo» a Podemos. No entienden que el anuncio «Mariano Avon llama a su puerta» espanta al ciudadano común aunque lleve votando a la Derecha desde Cánovas, convierte en abominable al canoso cacumen arriolarenado del inquilino monclovita. No sé qué pinta Arenas en ese anuncio, entre Mariano, Cospedal y Floriano, salvo ocupar el sitio de Soraya, que espera heredar al que no piensa testar. Pero Mariano, con su manejo magistral del dolce fare niente, debería enviar a Arenas a Despeñaperros, porque Moreno Bonilla, al que en el PP andaluz llaman El Intruso como a José Bonaparte, alias Botella, ha dicho que, «de momento, no piensa en Madrid» y «ha venido a Andalucía para quedarse». ¿Otro Susano? ¡Bah! Arriolarenas convencerá a Rajoy de que seis meses de Syriza le darán la mayoría absoluta. Y Rajoy bostezará y asentirá".
Por cualquier rendija se cuela la corrupción, proceso biológico que da comienzo nada más nacer. Es la oxidación de las células. En El Punt-Avui y en el Ara se quejan de la filtración a los medios de la declaración de Pujol ante la juez. Les duele la imagen de un Pujol sosegado, humilde, hasta zalamero con la magistrada. Tenía miedo, afirma. Merece la pena verlo. En El Periódico disponen de los vídeos. Ojo, que la jueza ha llamado a capítulo a los procuradores e investiga el origen de la filtración. Mientras tanto, aquí están los documentos. Son históricos, mucho más que los anuncios de Mas. Es un material de primer orden.
En Madrid, Juan Carlos Monedero continúa en el centro de la movida. La pastizara cobrada de Venezuela, la empresa para facturar, la teórica dedicación exclusiva complutensiana, todo esto sugiere territorios abruptos muy prometedores en Podemos. Van a ser galgos. De entrada, actúan como la casta. Lo dice el doctor Trilladas en su blog "thelameduck" del "bloghintong post". Si parece un pato, anda como un pato y parpa como un pato...
En Abc, Carlos Herrera va más allá de Monedero y amplia el ángulo de visión: "No habrán de tardar mucho las revelaciones sobre los contactos perversos entre el perdonavidas de Pablo Iglesias y diversos amigos suyos poco recomendables, léase Irán e HispanTV, Venezuela y la conexión petrolífera. Nadie dude que las investigaciones acerca de las finanzas de los Monedero y compañía son objeto de estudio por parte de aquellos que tienen medios, al amparo de la ley, para escudriñar las relaciones indebidas de cualquier grupo de iluminados podemistas y gente tan poco recomendable como la que surge del régimen iraní. No se extrañen de que algún poderoso servicio de inteligencia extranjero esté propiciando la investigación tendente a señalar la conexión entre unos y otros. ¿Pueden entrar a Israel los alegres muchachos de Pablo Iglesias, sin ir más lejos?".
30 de enero. Santoral: Aldegunda, Martina de Roma, Adelelmo de Burgos y Batilde.