Esto ya no tiene remedio. La deriva es imparable. El plazo de 18 meses entre la convocatoria de unas nuevas elecciones y la proclamación más o menos formal de la independencia de Cataluña se parece más a una concesión humanitaria de Mas hacia los no nacionalistas que a un plan político. No se conmina a hacer las maletas y no se mira mal a nadie, sólo con desdén, desprecio y hasta conmiseración. Como miran los que están al otro lado de la mesa del que firma el finiquito. Adaptación o desaparición, darwinismo político.
Las previas sobre la conferencia del líder de ERC, Oriol Junqueras, aumentan el plano del presidente de la Generalidad. El Estado aquí ya no cuenta para nada, tal como demostró ayer el propio Mas ante el fiscal que le ha denunciado y el juez que tiene que decidir si admite a trámite la querella. La obscenidad gráfica de la imagen del acusado palmoteando a Romero de Tejada y palmoteándose con Miguel Ángel Gimeno, a la sazón presidente del TSJC es mucho más que "casar legitimidad y legalidad". Proyecta con nitidez la imagen real del Poder en Cataluña.
Decía María Jesús Cañizares en el Abc que es injusto menoscabar la importancia de la acción del Estado en Cataluña. Tiene razón. No hay más que pasar por la Delegación del Gobierno en Barcelona y contemplar el paisaje de vallas, agentes antidisturbios de la Policía Nacional y furgonetas azul casi negro. También hay guardias civiles en un segundo perímetro defensivo. La actitud de los resistentes en ese edificio es como la de los defensores de El Álamo a la espera de unos refuerzos que no llegan.
Exageraciones. La situación la define en sus justos límites Hermann Tertsch en el Abc, en un artículo titulado "¿Cuándo quemamos libros?". Dice así: "La Generalidad de Cataluña ha ordenado retirar la estatua de Isabel II del Palacio de Pedralbes. No se ha anunciado dónde la van a esconder. Sí sabemos dónde van a esconder los comerciantes de Tarragona sus «souvenirs» españoles clásicos, como la bailaora, el toro o el caballo de Jerez. En la trastienda y siempre lejos de la mirada de los turistas. Así lo dispone la orden municipal que firmó hace unos días el alcalde del Partido Socialista (PSC). Ha llegado la hora de esconder la realidad que contradiga al discurso. Ha llegado la hora de destruir el testimonio de la realidad pasada para evitarle fisuras a la verdad oficial inventada. Se empezó hace mucho a esconder y enterrar vestigios de España. Se comenzó por la simbología, la toponimia, el callejero. Desde los retratos oficiales y la bandera nacional a los nombres de calles y lugares. Como en el País Vasco. Se inventaron nombres absurdos para hacer olvidar otros milenarios. Se fabularon hechos, personajes, gestas y anécdotas, para nuevos trípticos y libros turísticos cuya única verdad impresa es casi el precio. Lo más importante por supuesto se hizo en las escuelas, donde desde hace treinta años se educa en la mentira y el odio a España".
De ahí que lo sustantivo en la política catalana no sean las maniobras de Rajoy para enderezar el rumbo de la política (la buena noticia es que ha bajado el paro en 14.000 personas, cosa que no sucedía desde hace veinte años) sino el caudillaje del partido único.
Josep Gisbert y Àlex Tort arrancan así la crónica principal de La Vanguardia: "CDC se mantiene a la espera de conocer con detalle la hoja de ruta de Oriol Junqueras sobre la culminación del proceso soberanista para saber si es compatible con la de Artur Mas. A pesar de ello, y de verbalizar que su voluntad no es poner condiciones previas, la dirección del partido fijó ayer, la víspera de la conferencia que el líder de ERC dictará hoy en el Palau de Congressos de Catalunya, algunas de las líneas rojas que, a su entender, deberán presidir la negociación para acordar una estrategia conjunta en este sentido. Entre ellas, una especialmente significativa: que la lista unitaria de unas elecciones plebiscitarias ha de encabezarla el presidente de la Generalitat".
¿Pero no estaba dispuesto a ir el último e inmolarse en la pira del olvido? El "president" tiene el encanto de lo imprevisible, por lo que aquí puede pasar cualquier cosa. Los insensatos (esto aquí es un elogio) de "dolçacatalunya" recuerdan al filólogo Klemperer. De Klemperer circula un libro titulado "LTI. La lengua del Tercer Reich" (editorial Minúscula). Lingua Tertii Imperii es el trabajo de campo del hijo de un rabino casado con una mujer "aria" en la Alemania nazi. Como Klemperer era filólogo, le dio por anotar el uso del lenguaje del Poder, la reducción a acrónimos, como DUI, CATN; la sobreimpresión de palabras, como estatal (en despectivo y ajeno); o la desaparición de adjetivos, como por ejemplo "español".
Klemperer vivió para contarlo gracias a la suerte, la discreción y una disposición del régimen nazi que libraba de la deportación y la muerte a los judíos casados con mujeres arias a cambio de trabajos forzados, humillaciones, cambios de domicilio, guetos, etcétera, etcétera
Lo de Klemperer no es una comparación de CiU con las SS, que conste, sino que viene a cuento de las plebiscitarias por autonómicas, el referéndum por consulta, la lista de país por partido único y el programa común por pensamiento único. Bobadas, ¿verdad?. Total, palabras. El lenguaje. ¿A quién le importa? Sólo es con lo que hablamos.
A Mas le importa y por eso, cuando pase lo que tenga pasar, podrá decir a todo el mundo que él ya lo había advertido, que entre eufemismos, entre líneas y a base de subordinadas estaba clarísimo que él era independentista, que no creía en los partidos y que, además, iba perfectamente en serio. De farol seguro, pero a por todas.
De la prensa de Madrid destaca la portada del Abc a José Luis Bonet, de Freixenet, a quien le van a declarar español del año por la nefasta manía de hablar claro en tiempos revueltos. Que dice que juntos corremos más y habla de España. Ya le está cayendo la del pulpo por botiflero. El departamento de filología de la Generalidad estudia alternativas para cambiar el nombre del cava para que los "buenos" se diferencien de los que aún se venden en el resto de España.
Más libros y de nuevo Ignacio Vidal-Folch. Le entrevista Josep Massot en La Vanguardia: "Hace 25 años la caída del muro de Berlín cambió la historia del mundo. Conocemos los hechos históricos, pero no el relato de las gentes que vivieron el paso del comunismo a la democracia. El escritor y periodista Ignacio Vidal-Folch, que ha ido viajando a los países del Este desde 1989, pone rostro en 'Pronto seremos felices' (Destino) a los ciudadanos de estos países que, sometidos primero al totalitarismo, ansiaban la libertad, y narra cómo han ido evolucionando y adaptándose a la nueva situación, desde la comunista fiel a sus principios y chivata de la policía secreta al intelectual rebelde reconvertido en asesor de un magnate sin escrúpulos".
Tras la entradilla, la pregunta final: "Esos personajes y esas historias que cuenta, ¿son reales o ficticios?". Responde el autor: "Creo que el libro integra de una manera rara pero espero que efectiva lo fantaseado y lo rigurosamente real, y sin engañar al lector, honestamente. Los hechos son los hechos, en eso no hay relatividad posible, lo sucedido ha sucedido, éste mató, el otro fue muerto. Pero cuando entra en juego la memoria y la necesidad de asentir a una ideología y de organizar un relato de una vida, que es lo que todos hacemos continuamente –porque sin ideología ni relato sobre nosotros mismos, y sobre los demás, la vida sería insoportable y nos tendríamos que matar–, se entra en un territorio ambiguo, complejo. La mayor parte de la vida de cada uno es mental, y ahí la realidad pasa a ser una fantasmagoría del deseo. De esto, de nuestra vida, y el relato y el deseo, es de lo que habla el libro".
En los periódicos soberanistas se habla de que el Estado hace aguas o se hunde en la estación del Ave de Gerona. Y en todos, de Podemos, el PSOE, de lo que hacía el pequeño Nicolás, que del delirio paranoide ha pasado a tener una cierta credibilidad, lo que hace de sus aventuras un relato aún más entretenido. El Rey (Felipe VI) visitará la Seat el viernes, el Frob ha mandado a la Fiscalía los libros de la caja roja, CaixaCatalunya, el PP quiere que el Estado se note más en Cataluña, ha salido el sol y pronto seremos felices.
2 de diciembre, Bibiana, Aurelia, Constantino, Nono, Silvano y Blanca de Castilla.