El plan Cataluña de Rajoy no es una respuesta de circunstancias a una pregunta en la tele. En La Razón, el programa catalán del Gobierno español es un guión en el que está implicada toda la administración del Estado a fin y efecto de desactivar el artefacto independentista incubado por Artur Mas. Carmen Morodo escribe en el diario de Planeta:
"Fuentes solventes confirmaron a este periódico que la mayoría de los ministerios, especialmente los del área económica, están trabajando en este 'asunto de Estado', elaborando informes y 'papeles' de muy diverso signo y que están orientados, sobre todo, a detallar las consecuencias económicas de la independencia y a poner 'negro sobre blanco', pero con cifras y datos, la inviabilidad del camino que ofrece Mas a los catalanes. (...) También hay análisis sobre el déficit comercial o la situación fiscal, y, al respecto, Hacienda tiene rematadas las balanzas fiscales, que se comprometió a publicar a finales de año y sobre las que todavía no ha dado ningún dato".
De la complejidad y la importancia de la operación da cuenta el hecho de que Rajoy está dispuesto a recurrir hasta a los subsecretarios, la fuerza de intervención rápida del Gobierno como si dijéramos: "Para ello incluso se estudia la posibilidad de que no sean sólo ministros y primeros espadas los que viajen a Cataluña, sino también secretarios de Estado, directores generales y otros segundos niveles de la Administración General del Estado. Que vayan 'a vender la realidad que ocultan Mas y ERC'. Y que este despliegue no se centre exclusivamente en Barcelona, sino que abarque las cuatro provincias", escribe Morodo.
En El Mundo, en cambio, desconfían del presidente del Gobierno. En portada ha desaparecido el expediente catalán, pero a la vuelta de la página está el artículo de Federico Jiménez Losantos: "Decir sobre el separatismo que 'no hay que adelantar acontecimientos', cuando Mas ya ha adelantado fecha y caontecimiento, es fiar la seguridad nacional a la pachorra de Don Tancredo, al que, inmóvil y todo, lo mató un toro".
El "efecto plan", sin embargo, es muy visible en la prensa editada en Barcelona, donde las palabras de Rajoy a preguntas de Gloria Lomana provocan la reorganización en las filas del "proceso". En La Vanguardia, sin ir más lejos, Jordi Barbeta recupera el brío y abre la sección de política con las interioridades de la última reunión del Executiu: "'Es importante darnos a conocer en el extranjero, pero tenemos que explicarnos sobre todo en España', comentó ayer mismo el presidente [autonómico] a sus consejeros durante la reunión del Consejo Ejecutivo, apremiándoles a 'aprovechar cualquier circunstancia propicia' en sus viajes a otras comunidades autónomas para 'explicar de primera mano la realidad de lo que está ocurriendo en Cataluña".
No se queda ahí la cosa. Mas no solo tiene subsecretarios, sino que dispone también de "estrategas", "intelectuales" y "creadores de opinión" para el apocalipsis caníbal del revival 1714. Escribe Barbeta:
"Analizando diversos sondeos publicados, los estrategas del Gobierno [autonómico] consideran que 'la opinión pública española no registra el grado de hostilidad hacia las reivindicaciones catalanas que refleja la opinión publicada'. Las fuentes gubernamentales no ocultan su preocupación por la nula presencia de dirigentes políticos, intelectuales y creadores de opinión catalanes en los debates que se organizan en el resto de España para hablar de Cataluña".
Será cosa de alquilar sillas para ver de dónde sacan el tiempo (los creadores catalanes), habida cuenta de que se pasan el día en TV3, en Catalunya Ràdio, en lo de Jordi Basté y hasta en la tele de Badalona. Hacer hueco en la agenda de un tertuliano de la causa para mandarle a Barbate (Cádiz) debe ser más difícil que resolver un sudoku de tercer grado. ¿A ver cómo se lo monta Rahola, por poner un ejemplo, entre pitos y sábados en Telecinco? Por no hablar de Francisco Marhuenda, tan catalán como la antecitada (compañero de pupitre de Laporta en los Maristas del paseo San Juan) y tan creador de opinión como Joan B. Culla. ¿O no?
Total, que La Vanguardia titula que "Mas expondrá su plan a las Españas" (que hay tantas y ya no son las Américas) y el nuevo director del diario, Màrius Carol, se compromete a fondo y le echa un cable a Mas a pocas horas del desembarco popular en Cataluña. Ha compartido Carol mantel con Durao Barroso en Madrid, el pasado fin de semana. Y dice:
"Durao Barroso insistió una vez más en que esa es una cuestión (la cuestión catalana) de la que se habla repetidamente en Bruselas, pero que deben resolver los gobiernos [autonómico] catalán y español. Y al mismo tiempo recordó que la UE sólo puede intervenir si lo pide uno de sus miembros, que en este caso debería ser España. (...) Se hablaba de estas cosas mientras dábamos cuenta de unos tacos de rape envueltos en lonchas de bacon. El plato tenía algo de metafórico: también a veces las declaraciones oficiales esconden soluciones oficiosas".
Rape y bacon, España y Cataluña. Rajoy o Mas, el yin o el yan y Europa al rescate.
El director de La Vanguardia se plantea incluso la intervención de los cascos azules: "La respuesta razonada es que lo que hoy resultaría una injerencia puede acabar siendo un asunto propio de la Unión en caso de percance inminente". Efectivamente, tempus fugit, verba volant y carpe diem. A saber qué pasará mañana, desembarco popular en Cataluña al margen. La exclusiva de Barbeta, por eso, no sale en portada.
El PSC constituye el otro gran foco de atención de la política catalana en los periódicos, algo más que una escaramuza en la que la balanza parece decantarse a favor del trío troyano, Elena, Geli y Ventura. En El País firma la crónica Pere Ríos, que perfila horizontes borrosos para Navarro: "La dirección del PSC optó ayer por rebajar a diputados rasos a los parlamentarios críticos (...) La decisión evita la expulsión defendida por el primer secretario, Pere Navarro". Cuatro páginas, y abriendo la sección "España", concede el diario de Prisa al asunto, que remata con una entrevista a Elena, que últimamente casi no sale en los medios.
Un párrafo de la crónica de Ríos resulta especialmente significativo:
"El PSC declina facilitar las cifras, pero en los últimos meses se está produciendo un continuo goteo de bajas de militantes y concejales, partidarios del alineamiento del PSC con los partidos del bloque soberanista. Los críticos lo denominan la 'diáspora socialista' y afecta básicamente a las zonas del interior de Cataluña. Por eso acusan a la dirección de haber hecho un 'cálculo equivocado'".
El contrapunto es el artículo de Francesc de Carreras, también en El País. Se titula "¿Somos suficientemente catalanes?" y dice:
"El problema es que el PSC siempre ha sido un partido acomplejado por temor a no ser suficientemente catalán. Este incomprensible temor -ya que se trata de un partido que actúa en Cataluña, y en las cuestiones que afectan a este ámbito tiene libre capacidad de acción- proviene de que buena parte de los dirigentes socialistas catalanes cree en la misma concepción de Cataluña que, por ejemplo, Jordi Pujol: Cataluña es su lengua, su historia, su cultura, su carácter colectivo... Siempre que esto se defina como yo quiero".
Mientras es tendencia editorial en Cataluña atribuir el declive electoral del PSC a su pérdida de rigor catalanista, Francesc de Carreras apunta el dato más escamoteado:
"Si se analizan los resultados electorales puede comprobarse que en determinadas zonas de Cataluña -las llamadas industriales, granero de voto socialista- la abstención aumenta exponencialmente en las autonómicas, y por eso el PSC pierde, mientras que la participación aumenta en la misma proporción en las generales, y por eso el PSC gana. En definitiva, cuando se trata de elegir a un candidato a presidente de Gobierno, hasta ahora siempre del PSOE y nunca del PSC, los socialistas catalanes obtienen, con alguna excepción, entre un 30% y un 40% más de votos. Muchos votantes socialistas no se reconocen en el PSC porque cierta parte de sus dirigentes son nacionalistas catalanes".
Eso es todo.