De ser cierto todo lo que cuentan todos los periódicos, los preparativos para la celebración de un referéndum de independencia avanzan a pasos agigantados, hasta el punto de que en los presupuestos autonómicos para 2014, que se presentarán mañana, ya se prevé el coste de su realización. En paralelo, el golpe del timón de Artur Mas, la marcha atrás, el plegar velas, la retirada, en desbandada o estratégica, es una realidad específica y concreta. Es decir, habrá consulta y no habrá consulta. En El Punt Avui, por ejemplo, se anuncia en la portada: "Cinco millones para la consulta", y se añade: "Por la vía 150.2", que no es el número de preguntas que se barajan para el referéndum ni tampoco un dardo contra Duran, sino el artículo de la Constitución que facilitaría el traspaso de competencias exclusivas del Estado, como la de convocar consultas vinculantes para pegarse un tiro en el pie.
Según este diario, el referéndum es un hecho irreversible, algo así como la existencia de las mareas o la fuerza de la gravedad. Marc Bataller firma la información sobre los presupuestos autonómicos en la que se especifica que CiU y ERC han acordado destinar cinco millones para la celebración de la consulta, una partida que puede ser ampliable. Emma Ansola, por su parte, firma la noticia relativa al artículo del que se valdría el bloque independentista para reclamar la potestad de convocar referéndums como el que nos ocupa.
Más allá de la debilidad o fortaleza de las interpretaciones de lo jurídico en los periódicos (hay más de lo primero que de lo segundo), llama la atención la invocación al pacto del Majestic, en 1996, en la información de Ansola. Parece que fue ayer. (Arturo San Agustín, que ya ha debutado como columnista en La Vanguardia explicaba el domingo que sigue habiendo un bar en el hotel, entre otras cosas). El citado pacto es el precedente al que apelarían los diputados secesionistas, puesto que fruto de aquel acuerdo entre Aznar y Pujol se traspasaron a Cataluña las competencias en materia de tránsito o tráfico. No es que sea lo mismo el tráfico rodado que declarar la independencia, pero en El Punt Avui no cesan de encontrar agujeros negros constitucionales a favor del denominado "derecho a decidir".
En cambio, en el Ara están más por la retórica y aún se solazan con los efectos de su editorial del domingo en contra del editorial del otro domingo de La Vanguardia. Más de dos mil retuites, se jactan en el periódico que ha conseguido su texto: "Llamémosle por su nombre: democracia". Se trata de una refutación, por decirlo de algún modo, del: "¿Quién teme a los moderados?" de La Vanguardia. (Si es por editoriales, en el Abc del domingo había uno sobre la ruptura checoslovaca que temblaba Bratislava).
Por un lado, en el relato informativo de El Punt Avui la realidad, los hechos y su sustancia, se acomodan a las vísperas de la independencia como el amanecer al día; por otro, en el resto de los diarios el caso catalán pierde fuelle y sale de la UCI de portada. Por ejemplo, en La Vanguardia y en El Periódico, el pinchazo de la burbuja independentista y cambio de tercio se detecta ya desde portada. El primero afirma que "Barcelona, junto a París y Londres en inversión hotelera" (así, sin verbo y a pelo) mientras que el segundo alerta de que: "Los desahucios castigan ya a las clases medias". El Abc, por si acaso, avisa en portada de que: "La independencia sería la ruina", pero para Cataluña, y cifra las pérdidas en 25.000 millones, dos tercios del comercio interior más la deslocalización de empresas. En cambio, el resto de los diarios de Madrid también transcurren por derroteros ajenos a lo catalán.
En El Mundo, por ejemplo, se cuenta que: "La sanidad vasca fomentará que médicos y enfermos hablen euskera", pero lo que más llama la atención es el escaso espacio que otorgan al fenómeno secesionista. Hay que leer la contraseña del día (la frase que aparece sobre la cabecera del diario) para encontrar un rastro de política catalana. "El nacionalismo es el sarampión de la humanidad" es la frase, que no corresponde a la última declaración de Rosa Díez sino que es una cita de Albert Einstein. Oído cocina. La foto es para la mentada Díez (del fotógrafo de Efe Chema Moya) en éxtasis congresual.
En La Razón, además de una encuesta en la que se afirma que el PP aún le saca 4,1 puntos al PSOE a seis meses de las elecciones europeas -o sea, que tal vez no haya consulta, o sí, pero lo que es seguro es que en 2014 se vota en Cataluña, salvo que se adelante mucho la independencia-, entrevistan a Del Bosque, que como es lunes nos avisa de que "lo normal es que no ganemos el Mundial". Que el seleccionador nacional diserte sobre lo normal y lo raro tiene su hondura, sobre todo en las fachadas de Cataluña, donde el balompié comparado permite aflorar un significativo voto oculto españolista.
En El País tampoco hay rastro de actividad sismológica catalana, otra muestra del cambio de aires. "Bruselas pide a los estados más flexibilidad con la inmigración" es el título principal. La fotografía es para el secretario de Estado de los EEUU, John Kerry, con unos militares egipcios. Además, desempolvan, con poca fe a tenor del discreto espacio en primera plana, el expediente del ex tesorero del PP: "Hacienda acredita que Bárcenas controló cuentas del PP hasta 2011".
Es en las páginas de la edición catalana del diario de Prisa donde más nítidamente se percibe la otra Cataluña o la Cataluña real, según se mire. La historia del tren Regional exprés entre Lérida y Barcelona que iba perdiendo las ventanillas por el camino no es una metáfora del bajón del suflé, sino una crónica de Dani Cordero y Mercè Pérez sobre un accidentado viaje, sin víctimas, el pasado 21 de octubre. Los usuarios habituales de las Cercanías y las medianías en Cataluña ya se lo imaginan, porque tratándose de Renfe en esta Comunidad lo normal es más bien una categoría de lo improbable, como la puntualidad, la limpieza y el mantenimiento de las vías, las catenarias y demás. De hecho, lo de Renfe aquí es como un viaje a Albania sin ir más lejos que a Cerdanyola, una cosa digna de estudio.
Es Valentí Puig, desde esas páginas, quien disecciona los significativos cambios en la dirección del viento y la humedad relativa del clima político catalán, en un artículo titulado: "Pautas del ilusionismo". "La consulta catalana 'o sí o sí' se evapora. La exigencia de diálogo se matiza como en diálogo en el marco de la ley. Aquellas exóticas mayorías indestructibles ahora son necesaria configuración de mayorías posibles. De considerar predemócratas a los no secesionistas se pasa a esperar un gesto de Rajoy. [...] Detener la marea independentista se va a convertir en uno de los objetivos del ilusionismo, con lo que quedarán en la frustración algunos cientos de miles de ciudadanos de Cataluña, animados por la emotividad de un espejismo que quería ser una culminación tan emocional como protohistórica", afirma.
Sobre la cuestión retórica del viraje y sus cimientos editoriales, Puig advierte: "Inevitablemente, ahora todos somos moderados. Y quien más quien menos pretende detentar el monopolio de la moderación. [...] Al igual que tanta moderación excluyente es un efectismo inútil, sería saludable evitar, en la medida de lo posible, otras extravagancias semánticas, como el transversalismo, el 'pal de paller' pujolista o el choque de trenes, portentos específicos de la politología nacionalista".
Más señales. "Mas entierra definitivamente el registro de adhesiones a sus políticas" se titula una información de Àngels Piñol, también en El País. Es el primer tiro que le sale por la culata, que se sepa, a Francesc Homs, el consejero de cabecera y quien ha confirmado en una respuesta parlamentaria a Iniciativa que su brillante idea ha ido a parar al archivo. Tratándose de Homs, el plato se sirve con muchas patatas de guarnición.
Un artículo clave no es lo mismo que un artículo en clave. Si el de Puig pudiera considerarse del primer género, el de Antoni Puigverd en La Vanguardia es, sin duda, del segundo. "Historia ejemplar de un neonazi" se titula, lo que de entrada provoca un respingo desacostumbrado a la hora de leer a Puigverd. El trasunto es el arrepentimiento de un dirigente de los nazis de ahora en Hungría y el texto concluye así: "Lo realmente interesante de la historia de Csanád Szegedi es que, habiéndose descubierto judío, ha renegado no sólo del daño que había causado a los judíos, sino del daño que había causado también a los gitanos, a los moldavos y a todas las minorías de su país, incluidos los inmigrantes, a los que había perseguido con saña en nombre del etnicismo nacional. Csanád Szegedi ha renegado no sólo del odio contra los judíos, sino del odio en general y del racismo como ideología. Ahora se siente judío, pero no como aquel que abraza el destino de una sola tribu, sino abrazando el destino de toda la humanidad". ¿Qué? ¿Es o no es una clave la historia del antes nazi y ahora moderado Szegedi?
Otra señal del regreso al estadio prestelada de la historia catalana es la misma apertura de la sección política de La Vanguardia: "El PSOE reconoce los errores de Zapatero para avalar su renovación". ¿Y de lo nuestro? Pues el convergente Josep Rull, unas páginas más atrás, que pide "máximo consenso para una pregunta 'ambiciosa y clara'". Lo firma Redacción, lo que apunta casi siempre a relleno informativo procedente de las agencias; la típica nota que hay que publicar por compromiso, como la media columna o despecie que el mismo periódico concede a Joana Ortega, quien, todavía en el Canadá, no parece haberse enterado del volantazo y dice que la consulta "no es moneda de cambio". A la que le cuenten lo de Szegedi le va a dar un jet lag ideológico que lo va flipar doña Joana. No es que su viaje al Québec fuera una demostración de la voluntad irrevocable del Gobierno autonómico o de la mayoría del Parlamento autonómico de consultar a los catalanes, pero al menos cuadraba con las informaciones del Avui.
Por cierto y por concluir: todos los diarios avisan del hipotético regreso de Garzón al PSOE, que más que moderarse mira de renovarse con escaso éxito fuera de Cataluña. El ex juez se habría ofrecido a los socialistas con el rector de la Complutense como acompañante de lujo. ¿Qué quién es el rector de la Complu? Pues un hijo de Santiago Carrillo, el matemático José Carrillo Menéndez.