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Lo normal es que una isla se encuentre rodeada de agua, ya sea en un mar, un lago, un río o un pantano. En Cataluña, en cambio, se da un caso excepcional: una isla terrestre, es decir, rodeada completamente de tierra y no de agua.

Entre montañas y valles de alta montaña se esconde este lugar con una historia singular, marcada por fronteras cambiantes y decisiones políticas que han perdurado durante siglos. Se trata de Llívia.

Situada en plena comarca de la Cerdanya, Llívia es un enclave único en Cataluña y en todo el país, rodeado de territorio francés. Sin embargo, su singularidad no es solo geográfica, sino también histórica y jurídica.

El origen de esta anomalía se remonta a 1659, cuando el Tratado de los Pirineos puso fin a la guerra entre las coronas de España y Francia. En ese acuerdo, España cedió a Francia 33 pueblos de la Cerdanya. Sin embargo, el texto hacía referencia explícita a pueblos y no a villas.

Por qué pasa

Llívia, que desde época romana ostentaba la categoría de villa, quedó excluida de la cesión y continuó siendo española. Ese matiz legal, aparentemente menor, ha sido determinante durante más de tres siglos y explica que hoy el municipio siga formando parte de Cataluña, aunque esté rodeado por Francia en todos sus flancos.

Para garantizar la conexión con el resto del territorio español, se estableció un camino internacional de apenas 1,8 kilómetros que une Llívia con Puigcerdà. Durante décadas, este breve tramo fue motivo de conflictos administrativos.

Identidad catalana 

Controles fronterizos e incluso disputas diplomáticas menores, especialmente antes de la entrada de ambos países en el espacio Schengen, forman parte de su historia y del propio territorio.

A pesar de su situación geográfica, Llívia conserva plenamente su identidad catalana. El catalán es la lengua habitual, la administración depende de la Generalitat y las tradiciones, fiestas y costumbres son las propias de la Cerdanya.

Vista de Llivia TURISME CATALUNYA

El municipio cuenta con algo más de 1.500 habitantes, una cifra que se incrementa notablemente durante los fines de semana y en temporada alta. El turismo se siente atraído por su singularidad y su entorno natural, pero también por su patrimonio.

Qué ver en Llívia

Uno de los rincones más imponentes es la iglesia de Nostra Senyora dels Àngels. Construida en el siglo XVI, es uno de los edificios más representativos del pueblo.

Su arquitectura combina elementos del gótico tardío y el Renacimiento, y su presencia domina el núcleo histórico de Llívia.

El castillo

También destaca, en lo alto de una colina, el castillo de Llívia, del que todavía se conservan algunos restos, un enclave estratégico desde época romana y medieval.

Aunque hoy apenas quedan vestigios, el lugar ofrece unas vistas privilegiadas sobre la llanura de la Cerdanya y permite entender la importancia defensiva y política que tuvo el municipio.

La farmacia Esteve de Llívia, reconvertida en museo Wikipedia

La farmacia más antigua de Cataluña

Otro de los lugares más característicos es la Farmacia Esteve. Fundada en 1415 por el boticario Jaume Esteve, está considerada una de las farmacias más antiguas de Europa y ha funcionado de manera ininterrumpida durante 23 generaciones familiares.

Hoy convertida en museo, permite descubrir frascos de cerámica azul de los siglos XVII y XVIII, instrumentos farmacéuticos antiguos y una valiosa biblioteca con recetarios históricos. Sin duda, uno de los grandes tesoros patrimoniales de Llívia.

Naturaleza y actividades al aire libre

Si por algo resulta especialmente atractiva Llívia es por su entorno natural. Durante la temporada de nieve, la proximidad a estaciones de esquí como La Molina, Masella, Font-Romeu o Les Angles hace del municipio una base ideal para los deportes de invierno.

En los meses más cálidos, el senderismo toma el protagonismo, con rutas que recorren prados, bosques y valles de alta montaña. Entre las más conocidas destacan el camino hacia el lago de las Bulloses, uno de los espacios naturales más emblemáticos del Pirineo oriental, y la ruta de las fuentes de Llívia, que permite descubrir manantiales históricos como la fuente del Sofre o la del Ferro, ligados a la vida cotidiana del municipio.

Cómo llegar

Desde Barcelona, el trayecto en coche es de unos 160 kilómetros y algo más de dos horas. La ruta más habitual es tomar la C-16 en dirección a Berga y el túnel del Cadí hasta Puigcerdà y, desde allí, continuar por la carretera que cruza territorio francés hasta llegar a Llívia.

Desde Girona, el viaje también supera ligeramente las dos horas. Se puede optar por la C-66 y enlazar con carreteras del Pirineo oriental en dirección a la Cerdanya francesa para, posteriormente, acceder a Llívia por el camino internacional desde Puigcerdà.

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