Pocas masías pueden presumir de tener cinco siglos de historia y seguir manteniendo vivo el espíritu con el que fueron levantadas. Además, es de las pocas que continúan siendo regentadas por la familia que la erigió.
El único cambio que ha sufrido esta casa típica catalana es su uso: de vivienda familiar dedicada a la explotación agrícola ha pasado a ser un alojamiento rural o, más bien, un refugio entre viñedos.
El lugar no puede ser más ideal. Se encuentra en pleno corazón del Penedès, cuna del vino en Cataluña. Eso convierte al alojamiento en una especie de isla bañada por viñedos y colinas suaves que lo rodean.
Bajo el nombre de Mas Palou se esconde una finca con raíces medievales que ha evolucionado a lo largo de casi cinco siglos hasta convertirse en un destino para turistas locales e internacionales.
La historia de la finca
Nada parece indicar que este edificio tenga su origen entre los siglos XIV y XVI. Siempre tuvo un uso agrícola, que se consolidó en 1582, cuando llegó la familia que hoy la regenta.
Durante estos últimos 500 años, Mas Palou ha consolidado su trayectoria: primero como hogar familiar y espacio agrícola y, recientemente, como refugio para viajeros, una antigua casa de labranza que conserva parte de su esencia.
Capilla medieval y piscina moderna
Desde sus orígenes medievales, la finca ha sido protegida, ampliada y cuidada por los descendientes de una misma estirpe que, siglo tras siglo, ha añadido nuevas piezas a este puzle rural.
En 1623 se construyó una capilla privada, que aún se mantiene en pie. A finales del siglo XIX, con la expansión del cultivo de la vid en el Penedès, la familia incorporó un gran espacio para guardar vino.
Varios huéspedes en la piscina de Mas Palou
Ya en el siglo XX, cuando los veranos comenzaron a ser más cálidos, apareció la piscina. A día de hoy, ya convertido en alojamiento, este es uno de los rincones más apreciados por los visitantes, especialmente en época estival.
La familia, eso sí, no prefiere llamar “huéspedes” a quienes llegan. De hecho, no se definen como hotel, sino como un hogar que se abre al visitante.
Entorno agrícola
Ellos viven allí y el corazón de la propiedad sigue siendo la casa principal, donde residen, cultivan la tierra, crían a sus hijos y mantienen un ritmo de vida ligado a las estaciones. La finca funciona como una pequeña aldea agrícola.
Solo hace falta echar un vistazo a cómo es y cómo se distribuye. Los visitantes conviven con los viñedos, los jardines y los antiguos espacios de barricas, y se alojan en las tres casas rurales independientes que se ofrecen.
Cómo es el alojamiento
Cal Joaquim, Cal Lluís y Cal Magí, como se denomina a cada una de estas construcciones independientes, permiten estancias para parejas, familias o grupos. Además, al estar diferenciadas, garantizan mayor privacidad y tranquilidad.
Cal Magí es la más íntima: tiene solo una habitación y capacidad para dos personas. La más amplia es Cal Joaquim, que cuenta con cuatro dormitorios y puede acoger a diez huéspedes. Cal Lluís dispone de tres habitaciones que pueden alojar a seis personas.
Interiror de Mas Palou
Todas han sido restauradas conservando materiales y estructuras tradicionales y garantizando comodidad. Pero, sobre todo, en Mas Palou todo gira alrededor de la tierra.
El paisaje del Penedès, con sus famosas viñas, aparece adornado de cipreses y campos abiertos que envuelven la finca y estructuran la vida cotidiana de la familia. El visitante puede caminar entre viñedos, compartir mesa bajo los árboles o refrescarse en la piscina.
Actividades variadas
No todo acaba en el paisaje. También se organizan actividades que celebran la cultura del lugar: sesiones de yoga, talleres de cocina, desayunos caseros o momentos de lectura al aire libre.
Todo en un ambiente íntimo, casi comunitario, que busca la desconexión real del ritmo urbano. Aquí no hay prisas, no hay ruido, no hay masificación: solo la vida en “slow motion”.
Celebraciones y eventos
Aunque no siempre ha sido así. Mas Palou también tiene una vertiente festiva y cultural. La finca acoge ocasionalmente bodas pequeñas, retiros de trabajo, residencias artísticas y otros encuentros que buscan calma y autenticidad.
Uno de sus proyectos más queridos, por ejemplo, es “L’avinentesa”, un club de lectura mensual que combina literatura y vino de la casa, creando una comunidad cultural en plena naturaleza.
Fachada de la Masia Mas Palou
El vino, protagonista
Y es que el vino es el epicentro del Penedès y de Mas Palou. Las viñas rodean la masía y ayudan a producir algunos de los mejores caldos de la zona.
Aquí nacen variedades como brisat àmfora, ancestral, macabeu de cepas viejas y brisat, elaboradas con criterios de mínima intervención. Casi todas pueden degustarse en las catas guiadas que se organizan.
El secreto de Mas Palou
También hay actividades que permiten conocer las historias de Mas Palou: desde el origen de cada parcela hasta las técnicas de elaboración, pasando por las anécdotas familiares y el vínculo profundo entre tierra y cultura del Penedès.
Aquí también se puede descubrir otro de los secretos de la finca: en sus terrenos no solo hay vino e historia, también se produce aceite de oliva de cosecha propia.
Noticias relacionadas
- El árbol de Navidad de ganchillo más alto de Cataluña: mide 10 metros y es "un símbolo de comunidad, esfuerzo e identidad local"
- Estos son los destinos a los que viajar en avión en diciembre desde Cataluña: vuelos desde 12 euros
- El tren catalán que atraviesa más de 100 túneles y puentes: "El más bonito de España", según la prensa de viajes
