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Hay varias imágenes que vienen a la cabeza cuando uno piensa en la Rivera Maya: playas paradisiacas, pirámides y cenotes. Esas cavidades naturales de agua cristalina ocultas entre vegetación exuberante y formaciones rocosas, despiertan una fascinación universal. 

Su mezcla de misterio, belleza y conexión con la naturaleza los convierte en uno de los paisajes más buscados por viajeros de todo el mundo. Con sus aguas turquesas y su atmósfera selvática, estas piscinas naturales son una invitación al baño, la contemplación y la aventura. 

Aunque forman parte del patrimonio natural de México, en especial de la península de Yucatán, hay rincones en otros puntos del planeta que evocan esa misma magia. Uno de ellos se encuentra sorprendentemente cerca de Barcelona

A apenas media hora en coche, el Gorg de la Mola aparece como una joya escondida que, en pleno verano, podría confundirse perfectamente con un pequeño cenote. No lo es, es obvio. Se trata de una poza de aguas frías e intensas que atraviesa un estrecho cañón de roca, creando un paisaje singular en la comarca del Baix Llobregat.

Cómo es el Gorg de la Mola

Este enclave natural, situado en el término municipal de Sant Andreu de la Barca, es sorprendente por su morfología. Impacta nada más acercarse a él. Desde la parte alta del sendero por el que se llega a la poza se contempla un desfiladero rocoso por el que discurre el agua, generando una cascada que alimenta una piscina natural de forma ovalada, incrustada en un entorno boscoso. 

En días calurosos, algunos visitantes se atreven a sumergirse, aunque las bajas temperaturas del agua no lo ponen fácil. Desde la base, la perspectiva es aún más impresionante: la poza se extiende como una laguna aislada, rodeada de naturaleza en estado puro.

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