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La prensa internacional ha informado sobre la interceptación de la flotilla rumbo a Gaza, aportando testimonios, matices y datos que enriquecen la cobertura global del suceso.

Es curioso que la iniciativa de la llamada “Flotilla” –así, con esta palabra de la lengua española, se la conoce en la prensa internacional—, y su abrupto final, con los barcos interceptados por la marina israelí, sus tripulaciones y pasajeros presos, maltratados –tampoco podían esperar, supongo, un trato palaciego-- y devueltos a sus países de origen, haya sido en España comentada como suele comentarse aquí todo: con descalificaciones personales, befa y desdén, como una calçotada de una pandilla de progres y frívolos narcisistas en busca de notoriedad.

Sin duda, algo de eso hay, pero la prensa internacional no se lo ha tomado tan a cachondeo. Veamos en primer lugar lo que ha dicho la prensa de Jerusalén.

 

Haaretz, diario muy crítico con la política del Gobierno y la destrucción de Gaza, ha dedicado varios editoriales al asunto de la Flotilla.

El último de ellos se titula “Israel contra el mundo”, y sostiene que “el comportamiento del Gobierno con la flotilla que se dirigía a Gaza es la esencia de una mezcla letal de locura, maldad y carencia de contacto con la realidad”.

Este y otros editoriales que ha dedicado al tema ponen el acento en el impacto negativo del episodio, tanto en cuanto al respeto a los derechos humanos como en el daño que ha hecho a la imagen internacional de Israel.

Además, Haaretz ha publicado análisis que subrayan la diversidad de los activistas en la flotilla, señalando que se trataba de una acción internacional que incluía participantes y políticos de varios países, así como la existencia de un debate interno en Israel sobre la legitimidad y eficacia de interceptar barcos en aguas internacionales.

El diario, en fin, subraya la importancia de mantener abiertas las vías para la asistencia humanitaria a los palestinos acorralados en Gaza, y ha lamentado que la respuesta israelí contribuya a aislar aún más al gobierno en el contexto internacional.



The Jerusalem Post
, por el contrario, se ha puesto sin vacilar a favor del gobierno israelí y reproducido ampliamente los comentarios despectivos del ministro de Asuntos Exteriores, además de imágenes del interior de los barcos interceptados, comentando que en realidad no llevaban ninguna carga de alimentos: las bodegas estaban vacías. El rotativo sostiene que no ha sido nada más que una operación de márketing.



Pero tales afirmaciones son pecata minuta comparadas con las invectivas del gubernamental Israel Hayom, que les ahorraremos. Este diario de extrema derecha informaba ayer con mal disimulada satisfacción de que la marina israelí ha detenido los barcos de otra flotilla, la "Freedom Flotilla," (flotilla de la  libertad), procedente de Turquía, “un convoy pro-Palestina que intentaba llegar a Gaza por mar”. El ministro de Asuntos Exteriores la ha definido triunfalmente como “otro fútil intento de romper el legal bloqueo naval e ingresar en una zona de combate activo que ha acabado en fracaso”. Los pasajeros y tripulantes serán deportados inmediatamente.



Puede ser que la Flotilla en la que navegaba la ex alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, tuviera en efecto algo –o mucho- de operación de márketing, pero en tal caso ha tenido algún éxito. Euronews, BBC Mundo, Deutsche Welle, CNN en Español y muchos otros importantes medios internacionales se han hecho eco de las denuncias de activistas y tripulantes sobre el trato dispensado por las autoridades de Israel y su cuestionamiento de la legalidad de la operación de intercepción y apresamiento de la Flotilla, pues la acción ocurrió a más de 130 kilómetros de la costa.



Lefteris Charalampopoulos, en el portal griego In, sostiene que la interceptación de la flotilla humanitaria por Israel es, en apariencia, una victoria táctica para el gobierno israelí, ya que ningún barco logró llegar a Gaza. Sin embargo, argumenta que en un nivel más profundo representa una derrota moral para Jerusalén, puesto que la opinión pública internacional no otorga legitimidad a quien bombardea y bloquea la ayuda humanitaria, sino a quienes intentan romper el bloqueo para hacerla llegar a civiles y niños que sufren y pasan hambre en Gaza. El columnista de In pone énfasis en que el derecho y la justicia están del lado de quienes buscan garantizar la llegada de ayuda, no de quienes la impiden bajo acciones militares.



João Miguel Tavares, en su artículo en el diario Público de Lisboa, irónicamente titulado "Por que é que a bondosa flotilha irritou tanta gente...", adopta una postura crítica hacia el tipo de activismo de los participantes de la flotilla de ayuda a Gaza. Afirma que, aunque para algunos son personas valientes que se entregan a una gran causa, para otros son “niños privilegiados” que se permiten el lujo de pedir que el Estado pague para sacarlos de la prisión en la que voluntariamente se han metido.

Pero también destaca que, si bien a primera vista Israel parece haber ganado esta batalla al impedir que los barcos lleguen a Gaza, en realidad ha perdido la batalla moral ante la opinión pública mundial, que tiende a apoyar a quienes intentan romper el bloqueo para brindar ayuda a los civiles y niños que sufren y padecen hambre.

Mientras tanto, la muerte sigue cosechando, y nuestros analistas se entretienen debatiendo sobre si es procedente llamar a lo que allí pasa “holocausto” o “legítimo derecho a la defensa”. Luego cobran sus estipendios, pingües o magros, y se van a celebrarlo.