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El verano, que hasta hace muy poco era para casi todo el mundo la estación de las delicias y del placer, ahora es detestado en toda la Península, especialmente por los habitantes de las grandes ciudades, que ya no le piden al verano diversión, descanso, un ligue de playa… sino sólo que pase cuanto antes, con sus temperaturas insoportables. Para los ancianos puede ser literalmente cuestión de vida o muerte.

Ahora bien, estas temperaturas, que están en el origen, como es natural, de la catástrofe de los incendios forestales, que empobrecen el paisaje, ayudan al calentamiento del país y arruinan a miles y miles de familias, pueden ser el factor que nos libere de la plaga del excesivo turismo, sin que haya que luchar contra ella: se morirá de calor. Con consecuencias lesivas para la economía nacional, claro, y para los pobres carteristas, que precisamente en verano, a costa de los turistas “hacen su agosto”.

Hace unos meses informé en Crónica Global de que las autoridades escocesas estaban empezando a recomendar a sus ciudadanos que no viajasen en vacaciones al sur de Europa (es decir, a Grecia, Italia y España), pues las altas y crecientes temperaturas convierten el, en principio deseable, ejercicio de gandulear sin tasa y hacer el panoli vestido de mamarracho –o sea: hacer turismo-- en un peligro para la salud y una experiencia ingrata. Ahora es Polonia quien recomienda sus ciudadanos abstenerse de visitarnos, por lo menos en verano. Como Escocia, Polonia tiene playas fresquitas –en su caso, al mar Báltico-- que pueden ser una excelente alternativa al horno Mediterráneo.

Como las olas de calor y los incendios pavorosos no son puntual exclusividad de este verano, sino tendencia al alza año tras año, resumo aquí un informe de Michał Rolecki para la prestigiosa y muy leída publicación polaca Polityka –de centro izquierda, fue importante en la disidencia contra el régimen socialista—cuyos datos definen el proceso de calentamiento de la Europa del Sur en los últimos ocho años, y que termina con la recomendación de quedarse en el Norte, por lo menos en verano, bajo el titular “Olas de calor en Polonia, incendios en Europa: demasiado calor para viajar. No vivimos una excepción sino la nueva norma.”

Dice Rodecki: “El sur del continente arde simbólicamente, porque se enfrenta a una ola de calor récord. También arde literalmente, ya que la sequía ha provocado pavorosos incendios forestales. El fuego consume una cantidad récord de hectáreas.

El sur de Europa y Francia lidian con otra ola de calor este verano. Ya el domingo, Météo France declaró alerta naranja por calor en casi tres cuartas partes del país. Se esperaban las temperaturas más altas —más de 40 °C a la sombra— en las regiones del sur.

El martes 12 de agosto, en Francia, en nada menos que 175 estaciones meteorológicas la temperatura superó los 40 °C a la sombra, y en más de 50 de ellas se registraron valores récord. La máxima llegó a 42,9 °C, superando el récord histórico de calor en Francia. En España y Albania se alcanzaron 44,6 °C, y en Portugal, 44,6 °C.

Las alertas rojas por calor se introdujeron también en diez ciudades italianas, incluidas Roma, Milán y Florencia. En España, las alertas se aplican en 15 comunidades autónomas, incluidas las Islas Canarias, donde las temperaturas llegan a los 40 °C. En Castilla y León, en el noroeste del país, se evacuaron casi 4.000 personas y se registraron más de 30 incendios, uno de los cuales amenazó a Las Médulas —sitio declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, famoso por sus antiguas minas de oro—. Otras 2.000 personas fueron evacuadas de la turística ciudad de Tarifa, en Andalucía.

En Portugal, la mañana del domingo trajo un respiro temporal tras una dramática noche de lucha contra incendios en Moimenta da Beira y Trancoso, donde trabajaban más de 750 bomberos; este último incendio fue controlado el martes. Ese mismo día se notificaron dos nuevos brotes en Vila Real, con 700 bomberos movilizados.

Grecia combate más de 150 incendios en todo el país, avivados por fuertes vientos. Casi 5.000 bomberos y decenas de aviones luchan contra el fuego. Se llevaron a cabo evacuaciones masivas en la isla turística de Zante y en Acaya Occidental, donde las llamas consumieron viviendas, negocios y vehículos. Lanchas de rescate evacuaron a bañistas atrapados por las llamas en la isla de Quíos.

El martes, 7.700 personas fueron evacuadas de los suburbios de Patras, en el norte del Peloponeso, al oeste de Atenas. El miércoles se emitieron más advertencias, recomendando a los habitantes de dos pueblos cercanos que abandonaran sus casas. Las autoridades griegas advierten que en los próximos días las condiciones podrían empeorar aún más. Los incendios en Albania provocaron evacuaciones el lunes. En Croacia, un gran incendio en Split fue controlado el martes.

Los veranos en los países mediterráneos siempre han sido calurosos, pero en los últimos años se han vuelto difíciles de soportar. Las olas de calor superiores a 35 °C, e incluso alcanzando los 40 °C, han golpeado España, el sur de Francia, Italia y Grecia temporada tras temporada.

El verano de 2018 fue muy caluroso, especialmente en Europa central y septentrional, aunque Grecia también sufrió altas temperaturas. En 2019, dos olas de calor —a finales de junio y de julio— afectaron a Francia, Benelux, Reino Unido, Italia y España.

Los veranos de 2020 y 2021 no fueron especialmente calurosos: un paréntesis.

En 2022, las olas de calor de junio cubrieron casi todo el oeste y sur de Europa. Fueron especialmente intensas en Portugal, Italia y España, donde se registraron temperaturas récord de 47 °C, 46,6 °C y 45,8 °C respectivamente. También superaron los 40 °C en Francia, Grecia, Chipre, Hungría, Alemania y Reino Unido.

En 2023, las olas de calor de julio batieron muchos récords del año anterior. En Italia se midieron 47,8 °C; en España, 46,8 °C; y en Grecia y Portugal, 46,4 °C. También se superaron los 40 °C en Serbia, Rumanía y Francia. En casi toda Europa los termómetros marcaron más de 35 °C, rozando los 40.

En 2024, la ola de calor de julio hizo que en muchos países del sur de Europa los termómetros superaran los 40 °C: desde Portugal (45,5 °C) y España (45,7 °C), pasando por Italia (40 °C) y Grecia (44,5 °C), hasta Bulgaria, Rumanía, Moldavia y Ucrania (en todos ellos se registraron 40 °C o más). Turquía tampoco se libró. Grecia sufrió incendios forestales masivos y en algunas islas italianas hubo que desalojar turistas por la escasez de agua.

Salvo los moderados 2020 y 2021, cinco de las últimas siete temporadas han traído olas de calor récord al sur de Europa (y a Francia). Esto puede ser ya la nueva norma con la que habrá que acostumbrarse a convivir, ya que las temperaturas medias mundiales no descienden: siguen aumentando. La región del Mediterráneo se calienta una quinta parte más rápido que el resto del mundo y es especialmente vulnerable a olas de calor estivales, sequías e incendios.

Tras varios veranos sofocantes, parte de los clientes de agencias de turismo ya han cambiado sus preferencias. Datos italianos muestran que el número de turistas extranjeros en invierno y primavera (de enero a junio) en 2023 aumentó un 43 % respecto al año anterior.

Tal vez no sea tan mala idea planear las vacaciones fuera de temporada si pensamos en viajar al abrasado sur europeo. Ya no se trata solo de comodidad, sino también de sensatez y seguridad.