El Ejército de Ucrania resiste. Cada hora que pasa sin que caiga Kiev pone en duda los planes de Putin. Los soldados ucranianos luchan en los arrabales de la capital, plantan cara a la temible Rusia. La historia remite a Polonia, 1939. La propaganda rusa martillea las redes. A la acusación de nazis, se añade ahora que los gobernantes ucranianos son unos drogadictos. También se afirma que los objetivos son militares, no civiles. La potencia propagandística rusa es apabullante, pero el marco del relato está en contra de Putin.
El líder ruso engorda el grosor de sus amenazas militares mientras en el "mundo libre" se debate sobre un nuevo "concepto", el programa Swift. Del Washington Post: "SWIFT, abreviatura de Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication, una red de mensajería que conecta bancos de todo el mundo. El consorcio con sede en Bélgica vincula a más de 11.000 instituciones financieras que operan en más de 200 países y territorios, actuando como un centro crítico que permite los pagos internacionales. El año pasado, el sistema promedió 42 millones de mensajes al día".
Así es que mientras el Ejército ruso lanza bombas concretas que destruyen edificios de viviendas según muestran las portadas de todos los diarios, la vieja Europa blande dificultar la operatividad financiera de la Federación rusa. El problema es que no sólo China es aliada de Rusia. De la misma crónica del referido diario estadounidense: "Hablando el viernes por la noche, el ministro de Finanzas de Alemania, Christian Lindner, dijo que 'estamos abiertos' a la idea de aislar a Rusia de SWIFT. 'Pero uno tiene que saber lo que está haciendo', advirtió, y dijo que Europa necesitaba plantearse la pregunta de si el paso puede 'impulsar a Rusia a detener sus entregas de gas, porque ya no se pueden pagar'".
Aclarado el tema Swift, El País destaca que "Putin amenaza a Finlandia y a Suecia con represalias si ingresan en la OTAN". Escriben Luis de Vega y María R. Sauquillo en El País: "El delirio imperial del presidente ruso, Vladímir Putin, sacudió ayer Kiev. Apenas 24 horas después de iniciar la invasión de Ucrania, las tropas rusas asediaban también la capital, donde el estruendo de explosiones y proyectiles es ya la nueva y terrible banda sonora. 'Es un milagro', decía Anatoli, de 50 años, que salió con vida del bombardeo de un edificio de 10 plantas. El de Kiev es un escenario extremo de un país que vive en medio de un fuego cruzado entre el miedo y la incertidumbre. La capital estaba ya rodeada por la mañana y se temía su inmediata caída en manos rusas. Putin incitó al Ejército ucranio a dar un golpe de Estado y Volodímir Zelenski dirigió por la noche a la nación un mensaje pesimista e instó a la población a resistir. 'No podemos perder la capital', alertó".
Sigue la nota con el balance de víctimas: "A falta de confirmación oficial se cifran en cientos los muertos y heridos en este ataque que no le saldrá gratis a Putin. La UE y EE UU aprobaron una nueva fase de sanciones económicas contra Moscú, que amenazó a Finlandia y a Suecia con represalias si ingresan en la OTAN".
En El Confidencial acentúan el papel del presidente ucraniano Zelenski. Del texto de Nacho Alarcón: "El Kremlin comienza a dibujar objetivos concretos para su invasión a Ucrania y el primero es claro: quiere 'la cabeza' de Volodímir Zelenski. La salida del presidente ucraniano es una exigencia para que Moscú acepte sentarse a la mesa de negociaciones y detener las hostilidades. Sin embargo, Zelenski ya ha avisado que no va a rendirse ni va a abandonar el país, pese a que las tropas rusas ya cercan Kiev. La pérdida de la capital parece inminente".
Continúa Alarcón: "El Gobierno de Zelenski ha llegado a poner sobre la mesa la opción de negociar 'un estatus neutral' para el país. Pero Vladimir Putin ha despreciado la rama de olivo —incluyendo la mediación de Israel— y en su lugar ha llamado a las fuerzas armadas ucranianas a 'tomar el poder'. 'Me parece que va a ser más fácil ponernos de acuerdo con vosotros [para firmar un acuerdo de paz] que con esta banda de drogadictos y neonazis', dijo el presidente ruso en una intervención televisada el viernes refiriéndose despectivamente al liderazgo de Zelenski, quien tiene raíces judías y del este de Ucrania".
El parte de guerra de El Confidencial es el siguiente: "Mientras, sobre el terreno, la ocupación rusa sigue avanzando en varios frentes. Durante la jornada del viernes, el Ejército ruso bombardeó Kiev, tomó el aeródromo clave de Hostomel y sus soldados ya se apostan en algunos barrios a las afueras de la ciudad de tres millones de habitantes. También se recrudecen los combates en Járkov, la segunda ciudad más importante del país, y el enclave portuario de Mariúpol, donde Rusia está organizando un asalto anfibio con miles de infantes de marina en las costas del Mar Azov. El Pentágono ha asegurado que la ocupación ha perdido 'momentum', que la defensa antiaérea ucraniana está resistiendo y que el centro de mando militar permanece intacto. Muestra de ello, dicen, es que muchos centros poblados no están siendo ocupados. Sin embargo, Rusia apenas ha desplegado un tercio de las fuerzas de combate que acumula en la frontera. Mientras, miles de ucranianos siguen abandonando el país por tierra —el espacio aéreo está cerrado— hacia las vecinas Polonia, Hungría y Moldavia (al menos 50.000, según ACNUR)".
Decir que en una guerra se teme por la vida de la cabeza visible del contendiente atacado es tanto una obviedad como el señalamiento de un riesgo alto. En El Mundo Rosa Meneses traza el perfil de Zelenski: "'Un nuevo telón de acero se ha cernido sobre Europa y separa a Rusia del mundo civilizado'. El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, ha sentenciado el futuro de Occidente con estas palabras, un día después de la invasión rusa de su país. El que fuera el cómico más popular de Ucrania se enfrenta hoy al papel de su vida. Como un Winston Churchill de su tiempo en 'la hora más oscura' de Kiev, Zelenski permanece en la capital desde donde difunde cruciales discursos que dirige a la ciudadanía, los 'héroes ucranianos', y a la comunidad internacional. Atrás quedan los días, allá por 2015, en los que Zelenski protagonizó una famosa serie televisiva donde interpretaba al presidente de su país. La realidad siempre supera a la ficción y ni siquiera el mejor guion podría haber anticipado que los días de comedia se tornarían en el drama de la guerra con él en la no ficción al frente de Ucrania".
La pieza también informa sobre el paradero de Zelenski: "Ante la confusión, el presidente confirmaba que resistía en Kiev. 'Sé que hay mucha desinformación, incluyendo el hecho de que supuestamente dejé Kiev. Yo me quedo en la capital. Durante el día, realicé decenas de negociaciones internacionales, supervisé directamente la Defensa. Me quedaré en la capital. Mi familia también se queda en Ucrania', prometió. Horas después, en un vídeo grabado junto a su primer ministro y sus colaboradores más cercanos en plena calle y difundido en Twitter, declaró: 'Estamos aquí, estamos en Kiev, estamos defendiendo nuestro país'".
Listos para la inmolación en Kiev, en la retaguardia se suceden los ataques luminosos contra el Kremlin. Es una cosa de no creer. Los principales edificios de las capitales europeas se iluminan con los colores amarillo y azul de la bandera de Ucrania. Tiembla, Moscú. Pero es que la ofensiva no se le limita sólo a eso. Ojo a esto que cuenta El Nacional: "Rusia ha sido excluida de Eurovisión 2022. La Unión Europea de Radiodifusión (UER) ha anunciado que el país no participará en el festival que se celebrará el mes de mayo próximo en Turín, a consecuencia de la guerra iniciada por el gobierno de Vladimir Putin en Ucrania. Así pues, el órgano que organiza el acontecimiento ha cambiado de opinión y ha reaccionado a las protestas de otros países de Europa en contra que se mantenga Rusia a la competición".
Putin, estás rodeado, ríndete o te bloqueamos en Twitter.
Actualidad española. "Feijóo seguirá en la Xunta tras el Congreso del PP al menos hasta el verano", avisa La Razón. Y añade: "Medita la posibilidad de combinar ambos puestos, durante una transición sosegada. Hará campaña bajo la bandera de un 'proyecto integrador'". El texto es de Carmen Morodo: "La elección de Alberto Núñez Feijóo como presidente nacional del PP no conllevará, en ningún caso, su salida inmediata de la Xunta. No hay ninguna incompatibilidad entre dirigir un partido a nivel nacional y tener también obligaciones en un gobierno, como recuerdan desde el poder territorial. En el PP apuntan al caso de Pedro Sánchez, que dirige el PSOE y también el Gobierno de España. En ese sentido, establecer una relación de causa-efecto entre su llegada a la Presidencia del PP y la renuncia a la Presidencia de la Xunta no se ajusta a las posibilidades que realmente sí están en estudio. Puede mantener el cargo en el gobierno gallego o activar una transición, pero será lo más sosegada posible. La precipitación de los acontecimientos, por la crisis del partido a nivel nacional, ha pillado a Feijóo sin tener armado este proceso de sustitución, y el líder gallego siempre ha antepuesto su compromiso con los gallegos a sus obligaciones con el partido. Ahora no se irá de Galicia dejando la Xunta al descubierto. 'Ya se verá', señalan, como aviso para que no se yerre en la anticipación de escenarios. Tampoco está nada claro que vaya inmediatamente a buscarse un escaño como senador, con la excusa de no ser diputado y no poder confrontar directamente con el presidente del Gobierno. La política se hace hoy más fuera del Congreso que dentro, y éste no es un tema que preocupe especialmente en su círculo de confianza. Sí será clave para él seleccionar a un portavoz parlamentario solvente y de su cuerda".
En Cataluña, Jordi Cuixart deja de presidir Òmnium y los diarios afines a la causa independentista se deshacen en elogios. De momento, nadie ha tomado de su sugerencia de ir cambiando los liderazgos procesistas. Le sustituye en el cargo Xavier Antich, acompañado por Mònica Terribas, sí, la periodista.
26 de febrero, santoral: Alejandro, Porfirio, Agrícola de Nevers, Andrés de Florencia, Faustiniano de Bolonia, Paula Montal Fornés y Víctor, eremita.