Las Comunidades Autonómicas, la oposición y la parte pandemita del Gobierno están en contra de la reactivación parcial de la actividad económica. El presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, tiende la mano, según La Vanguardia y El Periódico, pero es en vano. Que cada palo aguante su vela. En Madrid región no olvidan ni perdonan las aceradas críticas y acusaciones de la portavoz socialista Adriana Lastra, lengua de cuero. En Cataluña, las autoridades autonómicas esperan con fruición cualquier yerro del Gobierno o un empeoramiento de las cifras del coronavirus para inflar la pechuga y soltar aquello tan carpetovetónico del "te lo dije".
Los contrarios del retorno al tajo en las actividades no esenciales juegan con el viento a favor de las leyes de Murphy. El coronavirus es traicionero y se da por descontado el contraataque, la reactivación del mal. Sánchez se la juega. Doble mortal sin red y sin ensayos. De la nota de Ferrer Molina en El Español: "Hay elementos para considerar que existe precipitación por parte de Sánchez. Miles, en realidad millones de trabajadores van a poder volver a su lugar de trabajo sin haberse hecho un test, y por tanto, siendo posibles portadores del virus sin saberlo. Cada cual, sin supervisión médica, sin más criterio que el suyo propio podrá regresar a su puesto. Además el material prometido de protección continúa siendo escaso".
Sigue la nota: "Sánchez asegura que actúa guiado por el criterio de los expertos, pero Alberto Núñez Feijóo le solicitó este domingo informes que avalen este desescalamiento. Moncloa no los ha mostrado hasta ahora. Es evidente que, en su decisión de apretar el acelerador, más allá de pautas científicas, el Gobierno actúa con criterios políticos. La prioridad, una vez se ha estabilizado -aun con matices- el número de infectados y de víctimas, es salvar la economía y la legislatura".
El Ejecutivo trata de desactivar la extendida idea de que España ya ha emprendido la descompresión. Todo sigue cerrado, salvo la construcción (excepto el sector de las reformas) y la industria. Sin embargo, la reclusión mayor también tiene sus riesgos, según la pieza de Jéssica Mouzo en El País: "El impacto económico en la salud de mantener la actividad productiva parada tampoco es un tema menor para algunos expertos. 'El confinamiento extremo tiene consecuencias graves. Hay gente que vive al día y después de tanto tiempo parada, no va a tener para comer. Todo esto también tiene consecuencias en la salud a medio plazo y el sufrimiento psicológico dejará secuelas. No se puede minimizar este impacto', apunta el epidemiólogo Joan Ramon Villalbí. Los expertos avisan de la necesidad de retomar la normalidad en los hospitales. 'Estamos llegando a una situación donde hay más mortalidad y morbilidad por cosas que no son coronavirus que por la Covid-19. En algún momento el país tiene que volver a funcionar. La sociedad está en una situación donde los problemas económicos serán más difíciles de solucionar que los médicos por el coronavirus. Me preocupa, por ejemplo, la salud de niños y adolescentes, que no han salido de su casa en un mes', apunta el doctor Benito Almirante, jefe de Enfermedades Infecciosas del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona
Se avecina una dura "posguerra". "Las señales de gran recesión se acentúan mientras se desvanece una recuperación rápida" es el titular de apertura de Público. Escribe Diego Herranz: "La radiografía de la economía global empieza a ser alarmante. O, lo que resulta peor aún, de una dimensión histórica. Nunca vista en el periodo reciente. Con la única excepción, quizás, del crash de 1929. Ni siquiera el credit crunch de 2008, surgida oficialmente desde la quiebra de Lehman Brothers, pero anticipada por un largo año de intensa volatilidad en los mercados por el estallido del mercado inmobiliario estadounidense y sus hipotecas subprime, emitió tantas señales de la virulencia que está manifestando el mayor confinamiento social del planeta".
Continúa el texto: "El covid-19 está ya sacando a relucir por todas las latitudes del planeta indicios de números rojos. De una economía desbordada. Un apagón de actividad sin parangón. Una 'bad recession', que supera con creces a la crisis de hace un decenio, como admitía estos días Jamie Dimon, el consejero delegado del banco estadounidense JP Morgan, pese a que contenga, admitió, 'alguno de sus riesgos financieros' y llevará también a la banca global a 'descensos substanciales de beneficios e ingresos'; incluida su entidad, de la que avanzó que 'recortará dividendos' este ejercicio".
En ABC escribe sobre el mundo futuro el corresponsal en China Pablo M. Díez. Se anuncian cambios radicales en la moda indumentaria: "En China, lo mínimo que se despacha para protegerse del coronavirus son las mascarillas, que además son obligatorias. A partir de ahí, y dependiendo del grado de aprensión, los complementos aumentan hasta los guantes de látex, gafas protectoras o viseras de protección que cubren el rostro e incluso trajes blancos antirradiación. Por estar en permanente contacto con el público, eso es lo que visten muchos porteros de establecimientos comerciales y edificios residenciales. A sus puertas o en la entrada a las calles, cerradas por vallas azules, voluntarios con fantasmagóricos monos de protección toman la temperatura a los vecinos y revisan en sus móviles los códigos QR de salud bajo la bandera del Partido Comunista".
Faltan dos meses para que esto llegue a España por la misma regla de tres de que el confinamiento de una ciudad china era impensable en nuestra tan mediterránea "civilización".
La crónica de Díez también abunda en la geoestrategia y las responsabilidades de la dictadura comunista en esta catástrofe mundial: "Lo que está por ver es cómo afecta al autoritario régimen de Pekín y a los planes del presidente Xi Jinping de perpetuarse en el poder, así como el papel de China en un mundo en el que la globalización ha saltado por los aires. Para empezar, y según The Guardian, los servicios secretos británicos han pedido a su Gobierno que se replantee su relación con Pekín al sospechar, como la CIA, que ocultó información. Aunque la opacidad del régimen no justifica la inacción ni la ceguera de Occidente, la pandemia inflamará las tensiones internacionales cuando acabe la pesadilla. Como se ve con el material sanitario, las potencias democráticas se cuestionarán su dependencia de la 'fábrica global', con las consiguientes repercusiones económicas para ambas partes".
Cataluña. El Gobierno ha comenzado el reparto de mascarillas mientras el Govern se desdice de su promesa de regalar una mascarilla de máxima protección a cada catalán. Era mentira o no era verdad. Los cubrebocas serán de un solo uso y se comenzarán a repartir a partir del 20 de abril. El fiasco de Torra y Meritxell Budó no es óbice para que El Nacional repare en el gato encerrado de la ayuda del Estado. El diario afecto a la causa republicana se sube por las paredes por el número de mascarillas, exactamente 1.714.000. Un "chiste de mal gusto" lo considera. Ahí va la prueba: "Els enviaments (o no) de material de l'Estat a Catalunya provoquen tota mena de reaccions, però la resposta que avui ha aconseguit la remesa de màscares anunciada per l'Estat ha estat de perplexitat. Després que el gabinet de Pedro Sánchez havia anunciat l'enviament de 1,7 milions de mascaretes a Catalunya, la nota de premsa de l'executiu espanyol ha concreta la xifra en 1.714.000, la qual cosa ha provocat sorpresa entre les membres del Govern, que hi veuen al darrere una mostra de mal gust i fins i tot un 'missatge subliminal'. (...) Es tracta, d'una coincidència sorprenent, que evoca una xifra emblemàtica a Catalunya, l'any en què Barcelona va caure davant les tropes borbòniques marcant el final de la guerra de successió. I no ha passat desapercebuda al Govern".
Mecachis, que es de taimado el Gobierno...
13 de abril. Lunes de Pascua. Santoral: Hermenegildo, Martín I y Urso de Rávena.