Quim Torra se encarama de nuevo a las portadas a cuenta del Stalingrado de los lazos amarillos. El presidente de la Generalitat se mantiene en sus trece, el Alcázar no se rinde. El símbolo nacionalista todavía está presente en el balcón del Palau. En uno de esos alardes de autoridad al que tiene acostumbrados a sus consejeros, les ha dicho que en sus sedes hagan lo que les dé la gana. Además, ha traslado el marrón al síndic de greuges, Rafael Ribó. Lo mismo podía haberlo remitido al colegio nacional de árbitros.
Se pretende, al parecer, que sea Ribó quien diga si se debe atender la solicitud de la Junta Electoral Central (JEC) o, por el contrario, mantener la decoración partidista de las fachadas de los edificios públicos. Los más templados confían en que el síndic facilite a Torra una pista de aterrizaje que le permita retirar los lazos sin quedar como Cagancho en Almagro. Por el contrario, el sector tenso empuja hacia la desobediencia porque, alegan, no se trata de una cuestión de neutralidad sino de soberanía, de determinar quién manda en Cataluña, si los jueces de la JEC o el Consell Executiu.
Al hilo del caso escribe Vicent Partal en Vilaweb un artículo que otorga a la institución que preside Ribó un papel fundamental en la arquitectura institucional autonómica: "Ja veurem què acaba passant, perquè la Generalitat ha demanat al Síndic de Greuges un informe sobre si ha de mantenir el llaç o no. Cal admetre que és un recurs estrany, que pot blindar el govern si el Síndic defensa la seua posició. Però si el Síndic opina que s’ha de retirar el llaç, aleshores en compte de resoldre el problema la realitat és que aquesta consulta insòlita el complicarà molt. Perquè ja no seria desobeir una institució espanyola sinó desobeir una institució, i una institució clau, de la Generalitat. I tothom pot entendre que no és igual fer una cosa que una altra".
Con el síndic hemos topado y ya se sabe lo respetuoso que siempre se muestra el nacionalismo con el Consell de Garanties, los letrados del Parlament y hasta los consejos reguladores de las denominaciones de origen. Sea como fuere, Partal aboga por la desobediencia: "Ara, essent on som avui, reivindicar la desobediència i sobretot practicar-la és també un exercici necessari si en l’esfera pública es vol recuperar la confiança en els polítics, confiança que una part de la població va perdent clarament. Si el llaç es manté al balcó, això revifarà el lligam entre les institucions i el carrer. Però si el llaç acaba essent-ne llevat, aleshores el colp serà per a ells, per a la gent, per a la molta i molta gent que no cessa de fer tant com pot cada dia, resistint qualsevol forma de pressió, i que creu que el seu esforç no és correspost tal com caldria".
Por lo menos medio centenar de personas se personaron ayer de anochecida en la plaza de Sant Jaume para defender la "dignidad" de la Generalitat.
Mientras tanto, las muchachas y muchachos de Arran han vuelto a atacar las sedes de Ciudadanos y PP en Barcelona, cosa que no pasaría si esos partidos tuvieran el lazo en la fachada.
Juicio en el Tribunal Supremo. Las defensas se suben a las barbas del juez Marchena. Las testificales de los guardias civiles cuestionan el relato pacifista del independentismo. Los letrados intentan caricaturizar a los agentes, convertirlos a todos en una especie de cabos Romerales que no supieran atarse los cordones sin ayuda del reglamento. Detectan las defensas un exceso de entusiasmo descriptivo en los agentes, que barajan los términos "violencia", "tumulto", "terror" y "malversación" en sus pormenorizadas, a veces en demasía, respuestas.
Marina Roig, letrada de Jordi Cuixart, insiste en protestar porque no le dejan cotejar los testimonios de los tricornios con las imágenes de manifestantes lanzando claveles o siendo aporreados. Marchena, infinita paciencia salvo con la abogada del Estado Seoane, no se cansa de recordar que los vídeos se verán en la sala, que los vídeos les van a salir por las orejas a toda la sala.
La señal del juicio se recrea en las caras de abogados, acusados y fiscales porque los guardias ejercen su derecho a la reserva de imagen. Magnífico teatro. Las miradas de Zaragoza a los letrados, los aspavientos de Van den Eynde, las expresiones de asombro de Melero (que en Voz Populi cuentan que ha firmado el manifiesto a favor de Arcadi Espada y en contra de la Generalitat) y la sorpresa de Forcadell cuando afirman haberla visto a las puertas de la consejería de Exteriores el 20-S. El seguimiento de la vista en Madrid es escaso, pero en Cataluña rompe los audímetros, al punto de que ya se negocia la retransmisión en directo del proceso a Trapero en la Audiencia Nacional.
De las catacumbas del recuerdo emerge de nuevo el caso Pujol. Sí, Jordi Pujol, la "deixa", los "misales" de Ferrusola, los negocios del clan y demás. De la nota de Jesús García en El País: "El caso Pujol se reactiva para tratar de averiguar de dónde procede la fortuna que la familia del expresident mantuvo oculta, durante más de tres décadas, en Andorra. En un auto el juez ha citado a declarar, como testigos, a dos hombres de la máxima confianza de Jordi Pujol: el asesor financiero de la familia, Joan Anton Sánchez Carreté, y al exsecretario de Presidència Lluís Prenafeta. Ambos deberán aclarar el cobro de una comisión irregular que, presuntamente, acabó en una cuenta del primogénito, Jordi Pujol Ferrusola, en el país de los Pirineos".
Apunta la pieza que los hechos sobre los que preguntarán al asesor y a Prenafeta se remontan al 91 y el escándalo Gran Tibidabo. También se advierte en el texto de que a los Pujol les podría salvar la campana: "Aunque sus conclusiones no son definitivas, los investigadores del Cuerpo Nacional de Policía (CNP) han cruzado datos del sumario judicial y de la comisión rogatoria enviada por Andorra. Y han dado con una pista que, al menos, permite al juez José de la Mata mover ficha y desatascar una instrucción a la que le quedan apenas seis meses de vida".
Noticias de precampaña. El presidente de Vox, Santiago Abascal, ha concedido una entrevista a una web llamada armas.es, donde se ha mostrado partidario de la posesión de armas para autodefensa. Ni un español sin pan, ni un hogar escopeta. Está en la onda Bolsonaro, que ayer le regaló a Trump una camiseta de la "canarinha".
De toda la vida se han manejado armas en España, sobre todo en el campo, pero también en las ciudades. Puerto Hurraco y la vida del Vaquilla son las formas autóctonas de las matanzas de Texas y los cañones recortados. Seguramente sea difícil hacerse con un "kalashnikov", pero no imposible. Y rifles y escopetas se exhiben en los escaparates de las tiendas de deportes y caza. Más los arcos, ballestas, espadas ninjas y esa clase de cacharrería de libre venta.
Un cuchillo jamonero, sin ir más lejos, es un arma letal. Ayer por la tarde, un trastornado de mediana edad amenazaba a los transeúntes de la estación de Metro de Diagonal con un cuchillo. Días atrás, un joven afilaba un cuchillo de larga hoja en un vagón del Metro de Madrid. El chaval sacaba brillo al filo con toda naturalidad, ante el pasmo de la concurrencia. El caso es que localizado por la Policía Nacional, el individuo ha resultado ser un cortador de jamón profesional que se dirigía a su puesto de trabajo poniendo a punto la herramienta. Como en los viejos oficios.