Los mercaderes mandan en los templos de la palabra y no hay Cristo que los eche. Los que citan a Cicerón tienen poco que hacer frente a los filibusteros que portan el cachicuerno entre los dientes. Madrid es tierra quemada para el independentismo, en guerra total contra el Estado. Ya no hay formas que valgan. La cortesía parlamentaria es de cobardes. Los diputados de ERC no han ido al Congreso a hacer amigos y Josep Borrell es su bestia negra, la fiera que desnuda las vergüenzas del secesionismo. No lo soportan desde que desmontara el espiritismo económico de la república junquerista que iba a atar los perros con longanizas.
El joven Gabriel Rufián es el capataz de los pirómanos, el chico de los petardos, un killer disparatado pero eficaz. Él solo ha reventado las costuras de la cámara baja en la sesión del lapo. Y no cae mal del todo porque es el chico del bar en el hemiciclo, la demagogia de palillo y sol y sombra. Palabra contra palabra sobre el escupitajo, el presidente Pedro Sánchez pretende templar gaitas y pide disculpas, él mismo, por el espectáculo. La crispación, sostiene, es culpa de todos.
Gran parte de la prensa reprocha al ministro canciller una cierta actitud de damisela despechada. "Anatomía de un escupitajo que nadie vio excepto Borrell", es el titular de una de las primeras piezas de La Vanguardia sobre el grosero incidente. Del texto sin firma: "El Congreso de los Diputados comienza a echar en falta un VAR. Y que cuente con varios ángulos de cámara. El ministro de Exteriores, Josep Borrell, ha acusado al diputado de ERC, Jordi Salvador, de escupirle mientras éste, y el resto de diputados republicanos, abandonaban el hemiciclo tras ser expulsado Gabriel Rufián. Sin embargo, las imágenes disponibles no dejan nada clara que esto haya sido así y, en todo caso, más bien lo desmienten".
Los medios afectos al proceso lo tienen meridiano. Borrell sería un mentiroso corrupto y compulsivo. José Antich se abona a la tesis y escribe: "El cert és que tan sols ell ho va veure i de les desenes de fotògrafs que hi havia en aquell moment a l'interior del Congrés i que no es perdien detall, cap d'ells, repeteixo, cap, no ha validat la seva versió. És més, tots els que han parlat a través de les xarxes socials ho han fet per dir que no era veritat i que no havien trobat res en repassar el seu material gràfic. Era una fake news, una cosa a què el ministre ens té acostumats, però també era una cosa molt més greu. Una mentida en seu parlamentària".
En Vilaweb atiza a Borrell Vicent Partal: "Ell representa la cara pitjor de la política, fins i tot sense necessitat de referir-nos a la seua recent encarnació ultra i violenta, que ahir li va valer el suport, novament poc decorós per a un ‘socialista’, de la Falange. Borrell és un corrupte, un aprofitat, un ignorant, un mentider compulsiu i un fatu. I, ni que fos per això, no hauria de posar-se mai Ciceró a la boca".
Portada de 'El Periódico' del 22 de noviembre de 2018 / EP
En El Periódico tira de videoteca Ferran Monegal para advertir de que lo de ayer no es nada nuevo bajo el sol: "El último gran lanzamiento de salivazos en una sede parlamentaria de un país de la UE, y además televisado, lo tengo registrado con fecha enero del 2008 en el Senado italiano. Fue el día que Romano Prodi tuvo que abandonar el cargo de primer ministro. Aquello fue una batalla campal. Contaba la RAI que volaban los sputcchio acompañados de insultos como «Pezzo di merda, traditore, cornuto, frocio!». El senador Nuccio Cusumano tuvo que ser retirado en camilla porque se había desmayado. Dos mil años antes Séneca advertía, en una de sus Cartas a Lucilio, que Marco Porcio Catón acabó empapado de escupitajos en una tormentosa sesión del Senado romano. A Catón no se lo llevaron en camilla: además de soportar la lluvia de esputos lo metieron en la cárcel".
Borrell casi no tiene quien le defienda mientras que al presunto autor del salivazo, el diputado Jordi Salvador, afirma que sólo dijo "buff" al pasar por delante del enemigo a abatir. Igual se le escapó un golondrino, pero los compañeros de escaño del ministro prefieren dejarlo correr. Pelillos a la mar.
Horas después del incidente trascendía el cese del abogado del Estado que pretendía acusar a los independentistas presos de rebelión. Es uno de esos gestos del Gobierno que caen en saco roto. Edmundo Bal se llama el letrado fulminado, un tipo con un historial de cuidado, azote de futbolistas y de políticos corruptos que habría topado a su pesar con la razón superior de su cliente.
En El Confidencial trazan el perfil epitafio del abogado. Escribe Rafael Méndez: "Una de las pruebas de esa independencia se vio en el juicio de la Gürtel y con Rajoy en Moncloa. La fiscal interrogaba a Francisco Correa, cabecilla de la trama, que estaba confesando los manejos del PP. Pero se dejó la pregunta clave sobre quién ordenaba los pagos. Fue Bal el que en su turno le preguntó quién dio la orden de contratar a las empresas de la red. Y entonces Correa dio el nombre: Ricardo Costa, secretario general del PP de Valencia en 2008 y 2009 y mano derecha de Francisco Camps. La primera gran delación en directo de la Gürtel que acabó sentenciando la suerte del Gobierno de Rajoy llegó de una pregunta de su abogado del Estado. Estaba personado en nombre de la Agencia Tributaria, pero no pudo evitar hacer la pregunta clave. (...) En su alegato final, pidió una sentencia ejemplar que diese miedo a políticos y empresarios corruptos."Fueron elegidos por los españoles para desempeñar cargos públicos, que se suponía que tenían que proteger los intereses generales y no defraudarlos ni robarlos". Los ministros del PP se sorprendían de la dureza de sus escritos, en los que sostenía, como se probó, que el partido del Gobierno tenía una caja B".
La legislatura está en el alero y no sólo por el "apoyo" de ERC al Gobierno. Los Presupuestos están muertos y se ciernen negras previsiones económicas sobre el futuro de España. De la crónica de Daniel Viaña en El Mundo: "La Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) llevaron a cabo ayer, en apenas unas horas, una notable rebaja de sus previsiones económicas de España y empeoraron, por lo tanto, las perspectivas del país. Pero además, los tres organismos, en sus respectivos informes y documentos, compartieron otra preocupación: la incapacidad del Gobierno de Pedro Sánchez para controlar el déficit y, en última instancia, la ingente deuda que acumula el país".
Sigue la nota: "Cronológicamente, el primero en hacerlo fue la OCDE, que rebajó su estimación de crecimiento para este año al 2,6%, mientras que para el próximo año prevé un avance del 2,2%. Posteriormente lo hizo la Bruselas, que en sus perspectivas de otoño oscureció el futuro de la economía española. Y por último, el FMI, que ya había moderado sus estimaciones en octubre, publicó que su nueva previsión de repunte del PIB para 2018 es del 2,5%, lo que supone una rebaja de dos décimas en dos meses".
22 de noviembre, santoral: Cecilia y Filemón.