Semana de vértigo. La Corona por los suelos y amor amarillo en la Moncloa. Con los políticos presos en cárceles catalanas, ciento diez mil personas marcharon de la plaza de España a la cárcel Modelo, según la Guardia Urbana. ¿Muchas o pocas? No fue una exhibición apoteósica, sino más bien una fiesta de fin de curso patrocinada por cervezas Merkel y el Tribunal Superior de Schleswig-Holstein.

La fiesta continúa hoy en la cárcel Modelo, epicentro de la última conquista de los CDR (El Confidencial). Los activistas dicen que no se irán de la cárcel hasta que no sean puestos en libertad los nueve de Llarena. Vermú popular en el patio de la prisión museo. Los ocupantes dicen que la Modelo es su Bastilla. Están encantados de haberse conocido, sumando méritos para cuando venga la república de verdad. Ayer fueron bendecidos por el propio president Torra, de modo que no es previsible que los Mossos de Buch desalojen a los del churro con porras.

El agudo ministro Borrell no se fía ni un pelo del Govern secesionista. En una entrevista para El País afirma que no ha percibido ningún cambio en la Generalitat y añade: "Pero lo que está claro es que este Gobierno está haciendo un esfuerzo extraordinario para recuperar el diálogo; el presidente, el primero. Pero hacer un esfuerzo de diálogo no significa estar de acuerdo con el interlocutor. Si el señor Torra insiste en decir que quiere ejercer el derecho a la autodeterminación, no hay manera de impedírselo, pero tendrá que escuchar también al presidente del Gobierno cuando le dice que tal cosa no va a ocurrir.

También alude Borrell al choque de relatos: "Acabamos de empezar. No podemos resolver un desencuentro que ha alcanzado niveles críticos y que ha durado mucho tiempo con un par de sonrisas y un paseo por La Moncloa. Hará falta mucho más. A España le ha faltado un relato, aunque tenemos muchos elementos para hacerlo. El independentismo catalán sí ha construido uno, que asocia épica y estética, que tiene un himno que cantar y otro que silbar".

Portada de 'La Razón' del 15 de julio de 2018

El PP se ha excluido del momento político para concentrarse en su divertida guerra intestina. El partido va a la quiebra en mitades prácticamente iguales, según la encuesta en La Razón que predice un empate técnico entre Soraya y Casado.

Hasta aquí, noticias más o menos normales dentro de lo que cabe. A partir de aquí, sección Cuarto Milenio. Dos expedientes X destacan en el repaso de los medios. Franco, según sus partidarios demiurgos, es más o menos como el Cid y está librando una batalla después de muerto de la que podría salir incluso victorioso. De momento, resiste. El Alcázar no se rinde. El cadáver, que según su embalsamador tendría que estar en el mismo estado de conservación que la momia de Lenin, está bajo la jurisdicción de una compleja burocracia que ha obligado al Gobierno a evacuar consultas con la abogacía del Estado. No es que en julio haga calor y no convenga andar trasteando con muertos. Que también. El factor clima ha determinado el curso de muchas guerras y más batallas. 

Lo reconoce el ministro de Fomento, José Luis Ábalos, en una entrevista para El Mundo:

"-¿Cuándo sacarán a Franco del Valle de los Caídos?

-Fue un acuerdo del Congreso y este Gobierno debe llevarlo adelante. El caso depende de los permisos familiares y de cuestiones personales. No puedo precisar cuándo será.

-¿Podrá ser en julio?

-No creo que podamos".

Mientras tanto, hay atascos en el Valle de los Caídos, que no es precisamente uno de los destinos turísticos de los españoles y tiene poco que ver con la Sagrada Família o la Giralda de Sevilla. 

El otro fenómeno extraterrenal tiene que ver con el viajante de ratafía, revisión del personaje de Sazatornil en La escopeta nacional. Y El Nacional ha recorrido con Torra las estancias de la Generalitat profunda. Presume de "sus" dependencias privadas, cuenta lo incómoda que era la mesa de Companys y que se ha mandado traer del MNAC el cuadro La riallera de Santiago Rusiñol para que le alegre la vista del despacho. En cuanto a lo de ocupar el despacho de Puigdemont, ni hablar. Está en obras: "Torra assegura que no ha decidit què farà quan el despatx habitual del president estigui restaurat, tot i que subratlla que el que està utilitzant és més pràctic. 'Jo prioritzo la funcionalitat a aquestes coses, aquí ens hem instal·lat molt bé. Sincerament em sembla molt més pràctic que no estar a l’altra punta, allà aïllat, solitari, en el despatx que era sempre del president de la Generalitat', assegura". 

Sí, sí, seguro. No hay más que ver cómo habla de "su" casa.