Si se va, le echaremos de menos. Al tiempo. Todo es susceptible de empeorar, tic, tac. Carles Puigdemont es un titán del circo catalán, un fenómeno de feria, un expediente X en sí mismo. ¿Qué pasará por esa cabeza? A lo mejor ya sólo quiere irse a casa, tomarse una sopa caliente y meterse en la cama por una semana seguida. Discutir a voces con Oriol Junqueras debe ser un mal trago. El vicepresidente parece un niño grande, todo amor y comprensión, pero a la hora de la verdad, cuando Puigdemont le ofreció su propia silla, se rajó. El líder de ERC está convencido de que saldrá de rositas después de haber causado una hecatombe en la economía catalana. El tipo ni da la cara. Aún se está a la espera de que ese pedazo de estratega de la independencia sin dolor diga algo coherente en público sobre el desastre empresarial.
Como en las retransmisiones deportivas, se agotan los adjetivos: ridículo, esperpento, tragicomedia, burla, estafa, traición. Hay para todos los gustos. Los adolescentes del insti y los chicos de la uni se desahogaron al grito de "Puigdemont, traidor". Estaba en la duda y en el alambre nuestro todavía "president" y Junqueras soltó a los leones contra los restos de Convergència, ese acto fallido llamado Pdecat. El movimiento soberanista está partido por el eje. Los camisas viejas de ERC se están comiendo a los pipiolos de Mas, la generación de pezqueñines portavoceados por Marta Pascal. Ay, Marta, otra Marta, Marta Rovira, te espera a la vuelta de la esquina con el cortauñas en el mano.
Las tribus de la CUP (Endavant-Osan, Poble Lliure, Arran, anarcoindepes, troskos y veganos por una revuelta sostenible) han desenterrado el hacha del mambo. Ya va siendo hora de que se note el poderío de la CUP. Curiosamente, de los cientos de miles de heridos del 1-O no hay ninguno vinculado con los antisistema. La que más se arriesgó fue Mireia (Yeya) Boya, que montó el referéndum en su hotelito rural de la Vall d'Aran. Que guay.
De la hora grave a la hora del lamento. Durante un par de horas se atisbó una luz al final del túnel. Fue nada, un espejismo con el espectáculo de un presidente marioneta entre la razón de Urkullu y la ambición de Junqueras, el Nerón del cuadro bufo. Enric Juliana firma un análisis en La Vanguardia sobre esos minutos desesperados: "Si ayer al mediodía, Carles Puigdemont hubiese convocado elecciones dando por supuesta la paralización del artículo 155, habría ganado la partida. Habría evitado la suspensión de la Generalitat, con la mayoría de la opinión pública catalana a su favor y con mucho respeto en el resto de España. Habría roto la unidad de acción PP-PSOE, también conocida como Frente Único Antijaponés. Habría derrotado a los halcones de la derecha, que sueñan con la toma de Catalunya".
Sigue: "Mariano Rajoy no se lo facilitó. No movió ni un dedo. Está irritado, tiene mucha presión encima, e intuye que el 155 puede serle beneficioso. Cuenta con el apoyo de la Unión Europea y los americanos, ha hecho prisionero al PSOE, y una vez suspendida la Generalitat tendrá dos llaves del tiempo político en el bolsillo: la potestad de convocar elecciones generales y elecciones catalanas. La posibilidad de hacerlas coincidir cuando le convenga".
Y remata: "Puigdemont, desbordado, no soportó que le llamasen traidor. Tarradellas no tenía Twitter".
Los vendedores de las excelencias republicanas cuentan entre sus filas con la colaboración estelar de Josep Martí Blanch, que trabajó primero para Aznar y luego estuvo con Mas. Firma un texto en El Periódico en el que dice que esperan al 155 en pie, que a lo peor se han equivocado en algunas cosas, pero que adelante y visca el Barça. Ahí va: "El soberanismo leyó mal los resultados de las elecciones del 2015, que no dieron aval a la unilateralidad, y ahora se aferra a un referéndum que fue un acto de heroicidad y valentía pero que quedó abortado en sus garantías por una represión jurídica primero y una represión policial brutal el día de autos. Pero esos errores palidecen ante los que cometen los actuales responsables políticos del Estado, que han dejado claro en las últimas horas que el «a por ellos» no era una anécdota sino su cántico preferido. Ya vienen. Estaremos en pie".
¿Por dónde vienen? Mucho morro es lo que hay. Y tontería a paletadas. Ahí está para demostrarlo ese héroe griego que es Santi Vila en sus propias imaginaciones. Vaya destreza en el arte de dimitir, que estilo y galanura. Magnífico desempeño. Los trabajos y ahorros de millones de personas se resienten por el proceso y aquí pendientes de Vila, a quien Salvador Sostres retrata en el Abc de Bieito Rubido como la gran esperanza blanca del nacionalismo: "Santiago Vila Vicente (Granollers, 1973), historiador y liberal de base progresista, representa el pujolismo adaptado al siglo XXI: aprovechar toda la fuerza de Cataluña y del catalanismo para consolidarse y crecer como sociedad y como «país», pero siempre desde la clara consciencia de las propias limitaciones para no hacerse más daño que el provecho conseguido. Como Pujol, tiene tantos discursos como situaciones, tantos recursos como necesidades y es en cada momento capaz de modular lo que dice dependiendo del público al que se dirige. No es un charlatán pero domina mejor que nadie el tira y afloja del crear expectativas aunque sin el exceso que genere luego frustraciones desmedidas. Sabe apagar incendios pero también, si le hace falta, correr entre el fuego".
Prosigue el elogio: "Cuando pase el temporal que sin duda sufriremos en los próximos días, la intención de Santi Vila es presentar batalla dentro del PDECat para liderarlo y ser su candidato a president: y si pierde esta batalla provocará una escisión para crear un nuevo partido liberal, catalanista y pragmático con la promesa de devolver a Cataluña a la legalidad, al autogobierno, al liberalismo -ahora desparecido por el poder de Esquerra, del sector más izquierdista del PDECat y de la CUP- y al entendimiento a veces difícil pero siempre posible con el Estado".
Nuevo recuento de víctimas del 1-O en la arenga de Salvador Cot en El Món: "Ara toca a les nostres generacions defensar, democràticament i des del carrer, la República Catalana que van proclamar, amb un vot tossut, els més de dos milions de persones que van ser amenaçades i apallissades l'U d'Octubre. Endarrera aquesta gent. El dia és demà".
Venga, a las barricadas que se hace tarde. En una operación de tajante proporcionalidad policial, bizarros agentes de los Mossos d'Esquadra detuvieron a Álvaro de Marichalar, que andaba vestido de escocés con una bandera de España en medio de la muchachada de la plaza de Sant Jaume. Entre tanto, un grupo de vecinos de la ANC montó una flashmob en Montcada consistente en parar el autobús 155. Tal cual. ¿Qué será lo próximo? ¿Morderse las uñas o una huelga de cepillarse los dientes?
27 de octubre, santoral: Bartolomé de Bregancia, Cristeta de Talavera, Frumencio y Namancio.