Una de las ventajas de las elecciones presidenciales a doble vuelta es que en la primera se puede votar con las entrañas y a la segunda, descartada la purria, con la cabeza y la cartera. Sin embargo, es tanta la congoja que el cuerpo electoral francés se ha desahogado a plena satisfacción en favor del candidato más pulcro, sensato, educado, limpio y presentable, el joven Emmanuel Macron, de centro. Un hombre que se sabe vestir, algo casi inaudito. Los resultados dibujan una Francia cuarteada, pero la ventaja del exministro de Economía de Hollande es suficiente frente a Marine Le Pen y agrupará el voto de la derecha y la izquierda el próximo 7 de mayo. Se da por descontado que Macron será el próximo presidente galo, con lo que la Unión Europea, los mercados y la banca respiran sin asistencia.
Enorme alivio ante las predicciones de que Le Pen iba a arrasar. El terremoto ha sido de una intensidad casi imperceptible. Se disipó la tormenta. La catástrofe del euro y el fin del mundo se aplazan de momento.
La verde Francia, siempre un paso por delante, exporta al mundo la imagen de un hombre que se casó con su profesora de literatura y sigue enamorado de ella y de aquella sensación juvenil, del sueño adolescente de la mujer en plenitud, madre, maestra, autoridad suprema y cuerpo del deseo apenas vislumbrado entre clase y clase. La perseverancia tiene premio en un mundo de veleidades en el que nada es para siempre.
En El País, Macron es el antídoto frente al riesgo de Le Pen, el fantasma del populismo que quiere recuperar fronteras y soberanías y derogar derechos. Marc Bassets traza la crónica de arrancada: "La clasificación de Macron, de 39 años, y Le Pen, de 48 años, en la primera vuelta de las elecciones deja fuera a las dos grandes familias políticas francesas —la socialista y la gaullista— por primera vez desde que se fundó la V República en 1958. Pone cara a cara a dos candidatos que reniegan de la etiqueta izquierda y derecha y aspiran a ser transversales. Aunque Le Pen esté genética y filosóficamente adscrita a la tradición de la derecha extrema autóctona. Y aunque sea indisimulable la filiación de Macron —criado políticamente en el Elíseo del presidente saliente François Hollande— con el centroizquierda socialista, una especie tercera vía a la francesa".
¿Y quién es Macron? Un perfil de Enric Bonet en suplemento de Público del pasado febrero, cuando las encuestas pronosticaban una clara victoria de Le Pen, da cuenta de un tipo contradictorio, un exejecutivo de la Banca Rothschild a razón de 400.000 euros más incentivos al año. Subraya también la pieza la irrupción de la nada al todo en un año del partido que sustenta al hombre del día, una plataforma tan esféricamente carismática como las populistas: "La fragmentación del sistema político francés ha abierto un espacio para el discurso de Macron: centrista, europeísta, business friendly, pero muy crítico con las élites políticas. “En Francia, existe un anhelo de una parte del electorado de ser gobernados por un hombre de centro”, explica Jean Petaux, politólogo en Sciences Po Bordeaux. Este dirigente “de izquierdas y de derechas” debería aportar las soluciones económicas que las formaciones tradicionales no han sabido aplicar. Sólo el 12% de los franceses confía actualmente en los partidos políticos, según un estudio de Cevipof. Un desarraigo que el exministro de Economía está sabiendo aprovechar con astucia con la creación en abril del año pasado del movimiento político En Marche! (EM), cuyas siglas se corresponden con las iniciales del nombre del candidato".
Aquí, los medios reciben con enorme alivio la derrota de Le Pen y se felicitan del triunfo del moderantismo. Macron sería una suerte de perfecto tecnócrata liberal iluminado por las virtudes de la república frente a una troglodita trumpista, putiniana y antieuropea. Los próximos días prometen fuertes emociones. Como es cada vez más notorio en el mundo del espectáculo, a las elecciones en Francia les queda un último minuto, tiempo añadido para la fermentación de las incertidumbres.
En cualquier caso, el Ara celebra un triplete en su portada. De entrada, "Llibres, roses i referèndum", como si Sant Jordi fuera la enésima jornada de exaltación patriótica del proceso y comprar rosas y libros fuera una firma a favor de la consulta. En segundo lugar, el gol de Messi y a los postres, la victoria de Macron.
¿Será el francés partidario del derecho a decidir o un jacobino de manual como todos los políticos de su país? En Vilaweb apuntan los resultados en la "Catalunya Nord". Nuestros compadres de Perpiñán que hablan gitano se han decantado por la señora Le Pen: "La candidata del Front Nacional, Marine Le Pen, ha guanyat clarament la primera volta de les eleccions presidencials a la Catalunya Nord. Le Pen ha aconseguit el 30,05% dels vots, nou punts per sobre del segon candidat més votat, Jean-Luc Mélenchon (21,14%). La participació ha estat del 78,74%".
Habría pues una parte de los "Països Catalans" bastante chunga según la superdemocrática y megaguay prensa local.
A la espera de novedades sobre el futuro de Esperanza Aguirre, la corrupción y el referéndum, el efecto de las investigaciones judiciales sobre el mangoneo político provoca efectos catastróficos en las empresas, según un conteo de Raúl Pozo en Voz Pópuli: "Los últimos ejemplos han sido los de OHL e Indra, cuyas sedes fueron registradas este jueves por miembros de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil en el marco de la llamada operación Lezo, a través de la que se investiga presuntos delitos en la gestión de la empresa pública Canal de Isabel II. Los títulos de ambas empresas sufrieron un fuerte castigo en bolsa a raíz de conocerse estas noticias. La peor parte se la llevó el grupo constructor y de servicios, que se dejó cerca de un 10%. Mientras, Indra cayó por encima del 2%".
24 de abril, santoral: Eusebio, Fidel y Gregorio.