Conmoción en Madrid. El expresidente de la región, Ignacio González, ha pasado la noche en un calabozo de la comandancia de la Guardia Civil en Tres Cantos. La gestión del Canal de Isabel II (el equivalente a Aguas de Barcelona) está en el punto de mira de los investigadores, bajo la lupa del juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco y en las pantallas de todos los medios de comunicación. Un día después de que el tribunal que juzga la primera parte del caso Gürtel citara a declarar como testigo al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, la capital está patas arriba por el mazazo contra el que algunas cabeceras (La Vanguardia y El Periódico) califican como el "PP de Aguirre".



El cortafuegos es la franca y abierta animadversión entre marianistas y esperancistas, la indisimulada aversión que se profesan Rajoy y Aguirre, quien ha ejercido una oposición interna en ocasiones más incisiva y feroz que la del PSOE tal vez por aquella máxima de que no hay peor cuña que la de la misma madera.



El Partido Popular no tiene armarios para tantos muertos, como ocurre en los partidos de largo recorrido. La borrasca ha pasado de Convergència al PP a la espera de que los ERES o algún otro expediente sobre la corrupción como forma de gobierno ascienda a la categoría de titular y afecte a otras siglas tras la ceremonia habitual de la entrada, registro y detención de algún sujeto o sujetos que no hubieran estado ahí de no ser por la gracia del presidente de la formación, el secretario general o el correveidile allegado a la dirección, que nunca tienen ni remota idea. O sí, porque en el caso de la detención de González a una parte del PP le ha faltado aplaudir con las orejas.



Eso en Convergència no pasa por varios motivos. El primero es que ahora se llama PDECat y no es ni rastro de lo que fue. El segundo, que gobierna, pero de un modo relativo y con Junqueras sobrevolando la situación. El tercero, que nadie de dentro denunció los manejos de Pujol y su corte. En el caso del PP, una diferencia consiste en que la actual presidenta de Madrid, Cristina Cifuentes, parece interesada en que se haga limpieza y se borre todo resto del pasado. La consigna para el caso del Canal es que no hay mal que por bien no venga y el escándalo afecta de lleno al núcleo duro de Aguirre entre otros centros de poder en la capital.



En El País, Ó. López Fonseca y J. Casqueiro asumen la crónica de arrancada: "La Guardia Civil ha detenido este miércoles en su domicilio a Ignacio González, expresidente de la Comunidad de Madrid, por el presunto desvío de fondos de la empresa pública Canal de Isabel II en beneficio propio. En la Operación Lezo también fueron arrestadas otras 11 personas, entre ellas su hermano Pablo González, así como su antiguo hombre de confianza en la empresa de aguas, Edmundo Rodríguez Sobrino, actual consejero delegado de la empresa editora de La Razón. El número de imputados supera la veintena, entre ellos el presidente del diario, Mauricio Casals, y el director, Francisco Marhuenda. La detención da un golpe definitivo a la era de Esperanza Aguirre en el PP de Madrid, formación acorralada por múltiples casos de corrupción".



Como quien a hierro mata, mona se queda, Marhuenda está en el candelero (más bien pira) y no es porque haya llamado irritado en alguna tertulia a algún dirigente de Podemos, sino por supuestas amenazas a Cifuentes al presunto objeto de que dejara de remover papeles en la Puerta de Sol. En el periódico de su dirección se da la última hora de su estado en un despiece: "El director de La Razón está «tranquilo» y hoy acudirá a declarar para explicar que en ningún momento ni él «ni nadie de este periódico» han realizado campaña alguna para intimidar o acosar a la presidenta de la Comunidad ni a su entorno. De hecho, aportará pruebas de que todas las informaciones publicadas sobre Cifuentes son veraces, objetivas y ajustadas a los hechos".



Que en el PP haya una vía de agua no es precisamente una novedad, aunque no es que sea un día más en la oficina porque no todos los días se suelta lastre. Pablo Montesinos traza en Libertad Digital la situación en Génova, 13: "La dirección nacional del PP se desvinculó por completo de Esperanza Aguirre, otrora gran referente que concatenaba éxitos electorales. El principal objetivo de Génova pasa por proteger a Mariano Rajoy, citado en calidad de testigo por el juicio de la Gürtel, y vender que en su caso todo es una operación para "difamar, desprestigiar y triturar" el honor del presidente. A partir de ahí, en Génova se entiende que Cristina Cifuentes es el presente y el futuro de la estructura madrileña y que, en consecuencia, es el momento de soltar lastre tras el shock por la operación Lezo".



Prosigue: "Fue otra jornada de infarto, de tensión permanente, en la que el PP y la corrupción fueron de la mano. Un día de enorme presión mediática desde primera hora de la mañana, con el Canal de Isabel II como epicentro. "Tenía que estallar en algún momento. Todo el mundo lo sabía. Apestaba", reconoció a toro pasado un alto cargo de la formación. "Puede que sea solamente la punta del iceberg", avisó. Y no tardó en llegar el bombazo informativo: la detención de Ignacio González, expresidente de la Comunidad de Madrid, retransmitida en directo por La Sexta. Miércoles negro".



En el plano catalán, unidad de pega. Los expresidentes del Parlament arropan a Carme Forcadell. Todos somos Espartaco, clama Puigdemont, aunque no parece que la fiscalía tenga intención de añadir más leña con la inhabilitación de la conductora de los plenos. En el Palau de la Generalitat trabajan a marchas forzadas para el acto de mañana, la madre de todos los actos conjuntos entre Puigdemont y Junqueras.

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En La Vanguardia cuenta los preparativos Josep Gisbert: "Los miembros del Govern firmarán un manifiesto de compromiso con el referéndum en el acto de unidad en favor de la consulta que tienen previsto celebrar mañana por la mañana para recoser las heridas surgidas a raíz de las últimas discrepancias entre los partidos que lo respaldan, el PDECat y ERC. Una vez decidida la celebración de este acto de urgencia en la reunión del martes, ayer los equipos de Carles Puigdemont y Oriol Junqueras empezaron a trabajar para concretarlo, y uno de los primeros detalles que decidieron fue que incluirá la firma pública de un manifiesto por parte de todos los integrantes del Govern que permita desvanecer todas las dudas y recuperar la imagen de plena sintonía".



Sigue: "A pesar de que los puntos de partida no eran coincidentes, porque desde ERC se quería que la ratificación del compromiso con el referéndum se visualizara con la firma de algún documento y desde el PDECat no se veía necesario, al final se ha optado porque en el acto solemne que se llevará a cabo en el Palau de la Generalitat se rubrique un manifiesto con la idea de que tenga toda la carga simbólica, pero ningún valor jurídico".



Tiene cierto valor plástico que Junqueras se niegue a firmar la orden de compra de las urnas y en cambio proponga firmar un manifiesto.



20 de abril, santoral: Antonino, Cesáreo, Víctor y Severiano.