El periodismo es un mundo sórdido lleno de desagradecidos, de ahí que Artur Mas sea víctima de una descomunal campaña de desprestigio. Si la mayoría de los medios de España abren sus ediciones este lunes con el caso catalán se debe al expresidente de la Generalitat, que logró convertir una comunidad próspera, dinámica y pujante en materia de portada diaria. ¿Que se ha quedado por el camino lo de próspera y tal? No se puede tener todo y es sabido que la materia preferida de los diarios e informativos son las catástrofes, sus causas, desarrollo y consecuencias.
Una de las grandes ventajas competitivas del nacionalismo es que sus líderes nunca se cansan de dar la brasa. Son como esos viajantes de comercio que exponían tres veces al día las ventajas de las gasas de Manresa por hospitales y farmacias de la piel de toro para ganarse la vida y vender el género en el mercado vecino. Inasequibles al desaliento, los políticos del proceso se multiplican en la comercialización del producto. Por ejemplo, Puigdemont declara en Al Jazeera que tiene tres preguntas sobre la mesa. Lo suyo hubiera sido mostrar las tres cartas en la televisión de Esparraguera, pero al honorable en ejercicio se le ha quedado pequeña tras el periplo por Estados Unidos. En Qatar, cuna de la tele árabe, ya saben a qué atenerse. Y por si no les quedó claro, sale Xavi Hernández, que juega allí, para disertar sobre el derecho a la autodeterminación, que es lo propio de un futbolista mediocentro tras acabar un partido.
El ministro de Exteriores Dastis no es invisible. Se corrió el rumor, pero en comparación con García-Margallo. A cuenta del Brexit, los que van quedando en la Unión Europea se juramentan para ilustrar a la Gran Bretaña de las consecuencias de la gran cagada de no incluir el peñón de Gibraltar en los términos del "Qué lastima pero adiós/ Me despido de ti y me voy". Por hurgar, sale Dastis y expone que España no vetaría el ingreso de Escocia en la UE. Compleja cuestión al punto de que suscita enérgicas reacciones en las islas. En el Directe subrayan las amenazas de un viejo lord: "Un exministre britànic conservador de l’època de Margaret Thatcher ha instat el govern del Regne Unit a donar suport a la independència de Catalunya. Norman Tebbit, que va encapçalar les carteres de Treball, i Comerç i Indústria als anys 80, creu que la primera ministra Theresa May hauria de 'convidar els líders del moviment independentista català a Londres o fins i tot portar el seu desig d’independència a les Nacions Unides'. Són comentaris d’un article d’opinió a The Sunday Telegraph on es mostra indignat perquè l’Estat espanyol estigui intentant aprofitar el Brexit per fer-se amb Gibraltar i la UE no li pari els peus".
Ojo con los ingleses, que ya se la liaron a los de Casanova y cía. en el año 14 del siglo XVII. Y el otro ojo, por si las Malvinas.
Destaca en los medios el deslizado de la Fiscalía sobre sus sostenidas pesquisas en torno a la organización del referéndum y las estructuras de Estado. La Audiencia Nacional está al quite. Acaba de largar el expediente de Joan Coma, el diputado de la CUP, al archivo del papel mojado, pero los fiscales han activado a la Guardia Civil, cuyos forenses rastrean en la papelería de los contratistas de la Generalitat.
Siguen: "Las empresas contratadas por la Generalitat para poner en marcha dos de las principales 'estructuras de Estado' —algunas de ellas de gran tamaño y punteras en su sector— disponen de ocho días para entregar a la Guardia Civil toda la información de que dispongan sobre estas adjudicaciones. En caso de no hacerlo en tiempo y forma, se les advierte de que pueden incurrir en delitos de desobediencia y de malversación de caudales públicos".
El escenario que se perfila es terminal. Dos son los objetivos de la Fiscalía: "El primero es indagar si se ha producido un perjuicio a las arcas públicas y si se han desobedecido las diferentes resoluciones del Tribunal Constitucional que prohíben el proceso secesionista catalán. El segundo objetivo, no declarado, es impedir que si la Generalitat y el Parlamento catalanes aprueban las leyes de 'desconexión', la subsiguiente declaración de independencia no cuente con los instrumentos necesarios para hacerse efectiva".
Sin salir de El País destacan dos textos. Xavier Vidal-Folch ilustra a los lectores sobre uno de los grandes referéndums de la historia, el que organizó Pilatos, y Juan Claudio de Ramón firma una tribuna sobre la orteguiana "conllevanza" en el que destaca este párrafo: "Este derrotismo político trae consigo una importante consecuencia: las élites del Estado, da igual si en el Gobierno o en la oposición, no creen que el nacionalismo pueda dejar de ser hegemónico en Cataluña y, en consecuencia, no se esfuerzan en refutarlo ni en deslegitimarlo. Su máximo cuidado estriba en procurar que no mute en independentismo, para lo cual confían en un personaje clave de nuestra reciente historia, Santo Grial de la política madrileña: el 'nacionalista moderado', cuyo modelo inolvidado es Cambó, y a quien el Estado absentista encarga la gestión de la conllevanza. Para desesperación de los catalanes no nacionalistas, en Cataluña el Estado no hace política y el nacionalismo no se discute: no se lo percibe como una ideología con la que competir, sino como una realidad con la que deferir, eterna y venerable como el macizo de Montserrat".
Cayetana Álvarez de Toledo ha acompañado a John H. Elliott en su última visita a Cataluña y lo cuenta en una pieza en El Mundo que refleja los contactos del hispanista con el abad de Poblet y con la alcaldesa Colau. Ahí va un pequeño extracto: "Alfred Bosch, portavoz de Esquerra Republicana de Cataluña, espera pletórico a su ilustre invitado a las puertas del Ayuntamiento de Barcelona. Él también es historiador y habla un inglés perfecto. Paso a paso -el soberbio Salón de Ciento, los lúgubres murales de Sert, la delicada marquetería del Consulado del Mar...- va contándole a Elliott la historia del edificio y de la ciudad. En eso aparecen la alcaldesa Colau y el concejal Collboni. Juntos, contra un fondo gótico, parecen una versión Giovannini del maravilloso matrimonio Arnolfini de Van Eyck. Bosch hace bromas sobre su obsesión anti-borbónica y le pide a Elliott una foto en el balcón: ¡Todos somos Companys! La evocación del mito vincula el pasado con el presente y Bosch se destapa: 'Habrá referéndum de independencia sí o sí'; 'no hay legalidad constitucional que valga'; 'somos una nación y tenemos derecho a decidir'. Elliott escucha con estupor. Al día siguiente, de camino a Poblet, lo reconoce: 'Da miedo. No hay salida'".
3 de abril, santoral: Ricardo, Sixto y Urbicio.