División de opiniones en el tendido siete de la Ventas. Mas es un cero a la izquierda y un tres o cuatro por ciento a la derecha. Hay quienes creen que el picador de Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) se ha pasado de puyazos, ha encerrado el toro en tablas y al morlaco no lo levantan ya ni los banderilleros. El resto opina que el lancero ha pinchado en hueso, tres toquecitos de cara a la galería. Los ilustrísimos magistrados tenían prisa por resolver el crudo expediente del 9-N que en primera instancia el presidente Rajoy despachó con un "¿lo qué?" como si aquellos fastos y aquellos gastos fueran un festival de sardanas organizado por unos grandes almacenes.



Circula la especie de que el ego magistral de los jueces del TSJC no podía admitir que le madrugara la sentencia el Tribunal Supremo, que se querían lucir con el hallazgo fenomenal que de la desobediencia no se desprende la prevaricación y pelillos a la mar porque ellos juzgaba la desobediencia y no sus consecuencias. No ha habido encarnizamiento, sino mesura, ponderación, sentido político y proporcionalidad, alegan los partidarios de las togas blandas. Así que la justicia es sensible a las circunstancias que la rodean, no como antes, en la que el hambre no era eximente del robo de la gallina. Y ahora, eso de dura lex no es más que una marca de vasos.



El ajusticiado y sus cooperadoras necesarias han encajado el garrote con una mezcla bipolar de emociones. ¿Quién le iba a decir a la exduraniana Ortega que acabaría de mártir del proceso cuando ya está en lo de vender camisetas en el show room? ¿Quién podía figurarse que la maestra Rigau llevaba una heroína dentro? ¿Y qué decir de Mas, aquel muchacho que fichara Prenafeta para hundir la empresa peletera de la familia?



Mucha desobediencia en la CUP y mucho papichulo en ERC, pero los punks catalanes llevan corbata y una chapa que dice "ho tornaria a fer". Cantaba Gardel que veinte años no es nada y que febril la mirada. Si la política catalana fuera una cosa regular y reglamentaria, no debería haber elecciones hasta dentro de dos años, exactamente la pena que con una benevolencia que no se aplica en otros casos le ha caído al valentón de Tuset street.



En El Confidencial, José Antonio Zarzalejos firma un análisis que bendice el veredicto y la mano lenta de Rajoy: "La estrategia del Gobierno de Mariano Rajoy ha quedado reforzada en la medida en que apostó por la vía penal frente al desacato de Mas. La junta de fiscales del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña entendió que no concurría ilícito penal en su conducta. El Gobierno instruyó, pese a todo, al entonces fiscal general, Eduardo Torres-Dulce, que ordenó la interposición de la querella que asumió luego su sucesora, Consuelo Madrigal, y que ha sostenido con plena convicción José Manuel Maza, el actual responsable del ministerio público. Al Ejecutivo le bastaba con esta sentencia —considerada en algunos círculos como “benévola”— para dejar demostrado que actuaba correctamente. No obstante, es probable que el fiscal la recurra en casación al Supremo, al haber sido rechazada la acusación por el delito de prevaricación".



Se le acumula el trabajo al fiscal Emilio Sánchez Ulled, un Torquemada al que le salió rana tanta elocuencia. Parece que tiene atado lo del Palau del Desfalco, pero visto lo visto y que nada es lo que parece casi que deje correr el recurso y se centre en apiolar la financiación ilegal del partido de Mas. 



De otra opinión es Arcadi Espada, quien en su crónica razonada de El Mundo constata la sinergia táctica entre la magistratura judicial y la del presidente del Gobierno, pero en clave crítica: "La sentencia no es más que el último episodio de la actitud grisácea, gaseosa, indolente, de bajo perfil y de baja gramática que el Estado ha aplicado al abierto desafío del Gobierno de Cataluña. Una actitud que, por otro lado, es la que mantuvo durante 40 años de negociación ininterrumpida con el siempre gaseoso catalanismo político. (...) La sentencia desprende el aire contaminado del juicio político: cuando se sospecha que son los hechos los que han debido adaptarse a la sentencia y no a la inversa. Y supone un éxito notable para Mas y el resto de desleales. Obra el milagro de mantener viva la llama victimista al tiempo que demuestra hasta qué punto de eficacia ha llegado la intimidación nacionalista sobre el Estado democrático".



En Voz Populi, Jesús Cacho templa gaitas y sostiene que es mejor ganar a los puntos que tumbar a Mas por K.O. Escribe Cacho: "Porque con todo lo rácana que esta sentencia pueda parecernos en cuanto a las penas impuestas, la realidad es que podría servirle muy bien al Gobierno Rajoy –y con él a los catalanes y españoles todos hartos de la pesadilla separatista- para sus fines, puede ser suficiente para colocar a Artur en la sombra y acabar con él por siempre jamás, políticamente hablando, y hacerlo, además, sin soliviantar a la tropa indepe, sin exacerbar su victimismo, sin añadirle gasolina al conflicto, casi sin “acritú”, piano, piano. Dentro del espectro de la desobediencia (y descartada la prevaricación, que ya es descartar), es, de hecho, la pena máxima que el tribunal podía imponer. Parece una evidencia que ese par de años terminará con la carrera política del rey Artur, porque a la velocidad a la que circula hoy el prusés, en un tiempo tan escurridizo como el actual, con tantas ambiciones ardiendo tan rápido, dos años son demasiados años. Casi una eternidad". 



elpais.200

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De la prensa soberanista destaca el artículo de Jordi Galves en El Nacional, un verso suelto que le pide a Mas que aproveche el fallo para suavizar los contornos del mangoneo y se largue a casa a esperar tiempos mejores: "Apenas será un momento. President Mas, poneos en pie —yo a los presidentes les trato de vos en señal de respeto al país que encarnan— y decid al pueblo que no le queríais ofender. Que no pretendíais insultar a su inteligencia cuando dijisteis que CDC no se había financiado como el PP o el PSOE, como cualquier otro partido con poder. Que los ciudadanos de Catalunya no son tan ingenuos. Que sólo intentabais ser fiel a los vuestros, a las personas que os han votado y os han apoyado incluso en los momentos más adversos. Que no les quisisteis dejar sin nada y no sabíais cómo decir lo que realmente pasó hace años. Que “exagerasteis” —decid “exagerar” aunque yo os recomiendo que digáis “mentir”— pensando en ellos y no en vos".



En El País, Valentí Puig compone una tribuna de largo alcance que trasciende la sentencia: "Tanto la idea de que el Estado quiera destruir al PDeCAT como la de que España maltrata a los catalanes por el mero hecho de ser catalanes —como en un apartheid— son una entelequia, porque quien ha destruido la nueva Convergència es Artur Mas y, aunque Carles Puigdemont conciba la sociedad catalana como una suerte de cuerpo místico al que se puede flagelar desde Madrid, hay incontables maneras de ser catalán y de concebir identidades. (...) Con la ilusión hegemonista del pujolismo hecha trizas y con los jueces atareados con las tramas del 3%, la precariedad del establishment secesionista ha crecido exponencialmente hasta llegar al advenimiento de un político como el actual presidente de la Generalitat que no sabe dónde está, se sostiene con transfusiones antisistema de la CUP y desatiende metódicamente una sabia admonición de Josep Tarradellas: sobre todo, no hacer el ridículo. Lo que propugnaba Tarradellas, al contrario que Mas y Puigdemont, era no saltarse los semáforos".



Con la movida judicial casi pasa desapercibido el cese de Jaume Peral y el nombramiento de Vicent Sanchis para pilotar TV3 en la fase terminal de la "hoja de ruta". José María Albert de Paco hilvana un análisis en la edición digital de El Mundo que cose la sentencia con el relevo en "la seva": "Uno de los vicios más arraigados del nuñismo fue el de aliviar sus desgracias anunciando el fichaje de la enésima estrella que, aquest any sí!, había de rescatar al Barça de la mediocridad. Pensaba hoy en ello al coincidir la lectura de la sentencia por el 9-N con la designación como director de TV3 del soldado Sanchis, en cuya hoja de méritos figura, precisamente, su desempeño al frente de Barça TV, y al que se ha encomendado la misión de gestionar informativamente la debacle de Convergència, el antiguo partido político, hoy reducido a causa judicial. En la hosca germanía del hooliganismo, uno di noi".



El comité de empresa de la tele, el Sindicato de Periodistas y el Círculo Recreativo de plumillas están que trinan contra el periodista valenciano. Lógico. La gran aspiración gremial es que los medios se orienten según les rote a los sanedrines que organizan los turnos de fin de semana.



14 de marzo, santoral: Arnaldo, Afrodisio y Matilde.