La España negra, sucia y grasienta asoma la gaita en las redes sociales para ciscarse en los restos de Rita Barberá. La trituradora se ceba con la exalcaldesa de Valencia, una política que murió con las botas puestas en tierra de nadie, en medio del fuego cruzado y abandonada por su amigos del PP. La mala conciencia de los populares aflora en sus reacciones. Dejaron a Barberá en la estacada. Ya no es del PP, declaró Maroto. ¿Barberá? No, no, ya no vive aquí.

Ayer cambiaron las tornas, los modos y las formas. El PP que había abandonado a su baronesa en medio de una chusca refriega se convirtió en un partido de plañideras y eso es lo que destaca Luz Sanchis en su crónica de El Diario: "Cuando hacía poco menos de dos horas que Rita Barberá había fallecido en la habitación que ocupaba en el Hotel Villa Real, frente al Congreso, los dirigentes del PP se lanzaron a una carrera por elogiarla. 'Una mujer honrada y muy honesta y una gran española. Creo que eso es lo que le hubiera gustado oír decir a ella misma y eso es todo lo que tengo que decir', zanjaba María Dolores de Cospedal, secretaria general del partido".

El acento en la reacción del PP sirve en el medio de Escolar para minimizar la crueldad de Pablo Iglesias y su negativa a participar en el minuto de silencio del Congreso, un acto que marcará la biografía del líder morado. A sus órdenes, los disciplinados chicos y chicas de Podemos se ausentaron de la cámara y quedaron retratados para los restos, bien por indecencia, bien por su estricta asunción de la gran norma de la vieja política: la disciplina de partido.

El lado más bestia de Podemos desbordó la fosa séptica de Twitter. En Ok Diario Rafa Gallego da cuenta de la descerebrada reacción de un sujeto podenco: "El dirigente de Podemos en Alicante Víctor Fernández Fuente escribió un tuit tras conocer el fallecimiento de la exalcaldesa de Valencia Rita Barberá en el que proponía 'quemar el cadáver para calentar a una familia sin recursos'. 'No quiero hacer leña del árbol caído, mejor quemarla, puede arder 7 días y calentar una familia sin recursos' escribió en Twitter el dirigente podemita, acompañando su tuit de una foto de Rita Barberá. Poco después, y ante el aluvión de mensajes que otros usuarios de la red social le remitieron haciéndole ver la barbaridad que había escrito, trató de recular borrando el mensaje original y aduciendo, tras pedir disculpas 'a las personas que se hayan sentido ofendidas', que lo que pretendía era hacer 'humor negro'".

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Anda, humor negro, como el de Guillermo Zapata, concejal podemita en Madrid que mandó a Irene Villa a por recambios al cementerio de las niñas de Alcácer y solucionó el problema de introducir a seis millones de judíos en un seiscientos. Para mondarse y partirse. Qué descojono. En Libertad Digital han recogido algunas muestras del vertedero de Twitter en las que aflora la sustancia viscosa y hedionda del humor negro morado. "Antes muerta que sin silla", dice un tuitero. Jojo. Si no existiera el Twitter, ¿qué sería de gente así? ¿Dónde cabría tanta miseria?

¿Y quién era y qué hizo Rita Barberá? Ferrer Molina y Mariano Gasparet escriben el obituario de Barberá en El Español: "En el episodio del 'caloret', su último discurso en las Fallas, Rita parecía una caricatura de lo que fue. Había pasado un cuarto de siglo y ni ella era la misma ni la ciudad tampoco. Despertó a la realidad en la noche electoral de las municipales de 2015. Desencajada, un micrófono abierto captó su reacción: '¡Qué hostia! ¡Qué hostia!'. (...) Si hubiera que juzgarla por los últimos años sería imposible absolverla. Permanentemente peleada con el mundo. Persiguiendo fantasmas. A la caza de periodistas incómodos. Ensoberbecida. El tiempo exageró sus defectos".

Concluyen: "Pero hubo otra Rita. La que se propuso cambiar una ciudad y lo consiguió. A lo grande. La que se daba baños de multitudes. La que se echó al PP a sus espaldas y trituró a la izquierda. La que pudo ser ministra de lo que hubiese querido. La política arrolladora a la que todas las vendedoras de los mercados de Valencia querían besar. En aquellos tiempos de vino y rosas nadie hubiera podido imaginar que Rita Barberá Nolla moriría abandonada por los suyos y lejos de la ciudad a la que se entregó y que, en reciprocidad, todo le dio".

Descanse en paz, titula en portada La Razón.

Gala de la guía de los michelines. Martín Berasategui ha conseguido la tercera estrella para su restaurante Lasarte de Barcelona. Es la primera vez que un establecimiento condal puede lucir en su letrero la máxima puntuación de la biblia francesa del comercio y el bebercio. En El Confidencial recogen las novedades mientras que el digital de La Vanguardia muestra una simpática foto de Puigdemont y el nuevo delegado del Gobierno, Enric Millo, con chaquetillas de chef en la gala catalana de la cosa. Un teletipo de Efe destaca que el hombre de Soraya en La Habana ha dicho que los mejores acuerdos se alcanzan alrededor de una buena mesa. La chaqueta de Puigdemont llevaba su nombre bordado. La de Millo, no. Distensión tras la tragedia.

24 de noviembre, santoral: Flora y María de Córdoba, Alberto de Lovaina, Crescenciano, Porciano, Protasio y Romano.