A la espera de que se cumplan las catastróficas predicciones sobre Trump, el "Zanahorio" electo prepara un gabinete en el que suenan nombres como el de Giuliani, el alcalde de Nueva York de la "tolerancia cero". Empresarios y millonetis quieren convertirse en tecnócratas. Los donantes, primero. El populismo es trending topic y Donald encabeza la subversión.
¿Qué pasará? ¿Cómo será la política exterior estadounidense? Gran pavor y en el caso de España, casi casi con razón. Rodrigo Terrasa suscribe una información en El Mundo en la que rastrea por las opiniones del magnate a cuenta del solar ibérico. Abróchense los cinturones: "En 2012, el presidente electo de Estados Unidos, que entonces era sólo un excéntrico millonario, habló de España aprovechando la crisis económica en la que estaba sumido el país. En una entrevista para la cadena NBC, el empresario habló de las "oportunidades" que ofrecía Europa. "Puedes comprar por muy poco dinero, puedes comprar tierra por nada, puedes comprar de todo por nada", decía. Y no encontró mejor ejemplo que España. "España es un país increíble. Es un gran país, pero está enfermo y éste es el momento de aprovecharlo"".
Estamos en venta. Nada nuevo para el tío Gilito, enorme visionario por lo demás. Antes de llevarse las manos a la cabeza, almacenar alimentos y velas convendría echar un vistazo a la reciente historia americana. Kennedy, por ejemplo, en una mano tenía el maletín nuclear y en la otra, el muslo de la Monroe. Nixon, Ford y Carter no sabían atarse los zapatos. Reagan tenía dificultades motrices en cuanto intentaba andar y mascar chicle al mismo tiempo. Clinton, Bill, utilizaba el despacho oval de picadero, Bush Jr. a poco se mata con una galleta atravesada en el gaznate y Obama ha mantenido intacto el despliegue bélico mundial de los EE.UU. Es muy difícil que Trump pueda superar semejantes registros.
Puede que el presidente electo pregunte si se puede hacer un casino en la Alhambra de Granada, pero eso es menos inquietante que la intención de no pocos jeques de reconvertir la catedral de Córdoba en la mezquita que fuera.
El populismo es el nombre del juego y todo el mundo mira a Pablo Iglesias, que dice quita bicho. Las chicas de Podemos afirman que al frente del ramal sobra testosterona y falta amor de verdad. Recuerdan también aquello de Iglesias cuando chateó que azotaría a Mariló Montero hasta que sangrase.
La versión catalana del fenómeno populachero es el argumento del artículo de Joaquim Coll en El Periódico: "El separatismo catalán tiene sus particularidades, pero es una variante del populismo que recorre Europa y conecta con el fenómeno Trump en cuanto a fondo supremacista. Los analistas internacionales lo ven claro, pero aquí a muchos les cuesta reconocerlo porque detenta el poder de las instituciones, controla muchos resortes mediáticos, dice hablar en nombre de la democracia frente a unas leyes injustas y trata de equiparar su contencioso con la lucha antifranquista para parecer incluso de izquierdas".
La prueba de cargo es un vídeo de Mas que recoge Libertad Digital: "El expresidente de la Generalidad, Artur Mas, ha colgado un vídeo en redes sociales en el que hace un somero análisis de la victoria de Donald Trump en EEUU. Mas aprovecha la victoria del republicano contra todos los pronósticos para decir que lo que parecía imposible "acaba resultando posible" y pide a los separatistas que se apliquen "también desde una óptica catalana" esta moraleja, para así "reafirmar nuestra voluntad y nuestro objetivo ante estos meses decisivos que tenemos por delante"".
Los indepes nunca pierden. Clinton o Trump, cualquiera vale para la piña del "procés". Mientras el mundo muta, cuperos y junteros negocian los presupuestos con impuestos a los refrescos, a las grandes fortunas, a los que tienen coches, yates y aviones a nombre de la empresa y a los que saquen la basura de día. Se crean nuevos tributos medioambientales, turísticos y comerciales. Todo por la causa.
11 de noviembre, santoral: Martín de Tours, Juan el limosnero, Menas el solitario y Toribio de Cantabria.