Josep Piqué Camps, expolítico, economista y empresario español, ministro de distintas carteras durante los gobiernos de Aznar / CG

Josep Piqué Camps, expolítico, economista y empresario español, ministro de distintas carteras durante los gobiernos de Aznar / CG

Política

Josep Piqué: "Como decía Mitterrand, el nacionalismo es la guerra"

El exministro de Asuntos Exteriores cree que es bueno que la gente recupere el orgullo de ser español, que no es incompatible con ser catalán

23 mayo, 2018 00:00

Su entusiasmo es desbordante. Lo refleja tanto en el trato personal, próximo y familiar, como en su último libro, El mundo que nos viene (editorial Deusto), en el que analiza la evolución de las relaciones internacionales, el papel de Rusia, China y los conflictos árabes ante la mirada de Estados Unidos, y el rol de España (“a pesar del retroceso en Cataluña, España sigue avanzando”) y de Europa en el mundo.

Josep Piqué (Vilanova i la Geltrú, 1955) nos cita en las alturas, en la Torre de Cristal de Madrid --el rascacielos más elevado del país--, uno de los símbolos de la actividad financiera de la ciudad y desde donde se divisa una privilegiada panorámica de la capital mientras el exministro de Industria, primero, Asuntos Exteriores, después, y de Ciencia y Tecnología, al final, desbroza los cambios a los que se enfrenta la sociedad actual y la velocidad vertiginosa con la que se producen a través de la globalización y la digitalización.

En la empresa privada fue presidente de Ercros y de Vueling. También presidió el lobby Círculo de Economía.

Ha tenido responsabilidades en el PP catalán y conoce muy de cerca el nacionalismo, no en vano fue director general de Industria en uno de los primeros gobiernos de Jordi Pujol.

--Pregunta. ¿Qué efecto cree que pueden tener los nacionalismos en el mundo que nos viene?

--Respuesta. Ya lo estamos viendo. Disgregación, aislacionismo, proteccionismo, racismo, xenofobia, oposición a lo que se considera el contrario... Nada bueno en términos de progreso de la humanidad. El patriotismo entendido como apreciar lo propio puede ser algo enormemente sano, pero el nacionalismo como la búsqueda de un culpable exterior de todos los problemas no nos lleva a ninguna parte.

Yo estoy muy preocupado por el futuro de Europa precisamente porque creo que con el renacimiento de los nacionalismos regresamos a la etapa previa a la construcción política europea, que sólo nos ha traído guerra, destrucción, sangre y muerte. A mí me gusta mucho recordar el gran discurso de Mitterrand en el Parlamento de Estrasburgo, con esa famosa frase de “le nacionalisme, c’est la guerre” (“el nacionalismo es la guerra”).

Josep Piqué habla en la entrevista con Crónica Global del vínculo entre salarios y productividad / CG

Josep Piqué habla en la entrevista con Crónica Global del vínculo entre salarios y productividad / CG

Josep Piqué Camps en la entrevista con Crónica Global / CG

--¿Los españoles que no desean la independencia de Cataluña y que defienden la unidad de España son patriotas o nacionalistas?

--El llamado nacionalismo español, que se manifestó con agresividad en el franquismo, vacunó de excesos nacionalistas a la gran mayoría de la sociedad. La prueba es que no tenemos fuerzas de extrema derecha relevantes como sí las hay en otros países europeos, y es cierto que se percibe una recuperación del orgullo de ser españoles a raíz del desafío catalán. Pero nadie, en general, lo está planteando de forma agresiva en términos como “acabemos con el Estado de las autonomías”, “eliminemos de nuevo el catalán como lengua oficial”, “impidamos la capacidad de autogobierno”.

--Pero en Barcelona se denuncian otras cosas.

--Lo que está planteando todo el mundo, o la gran mayoría, es una defensa del modelo de convivencia del que nos dotamos a partir de la Constitución de 1978. Yo creo que es muy bueno que la gente recupere la autoestima y sienta orgullo de ser español, porque eso nadie lo plantea como algo incompatible con lo catalán. Cosa que, muchas veces, desde el nacionalismo catalán sí se hace, empezando por el actual presidente de la Generalitat.

--Dice en su libro que el desafío independentista es un asunto que hay que abordar con mentalidad de una generación más que de una legislatura…

--Algo que se lleva construyendo desde hace décadas no se va a poder solventar en cuatro años. El impacto del sistema educativo, de los medios de comunicación públicos, de unas políticas orientadas a fomentar la diferenciación…, no se resuelve en poco tiempo. Hay que abordar todo ello con visión estratégica, de largo plazo, y sin duda alguna con paciencia, porque independentistas en Cataluña los ha habido, los hay y los habrá. De lo que se trata es de que no sean demasiados como para no poder gestionar políticamente la cuestión.

--Se refiere en varias ocasiones en 'El mundo que se nos viene al soft power'. ¿Cree que ganar el mundial de fútbol aumentaría el 'soft power' de España en el conflicto catalán?

--[Risas] Bueno, de hecho el haber ganado dos campeonatos de Europa y uno del Mundo aumentó la autoestima, pero tampoco hay que sobrevalorarlo… Yo creo que sería deseable que España volviera a ganar el Mundial pero no creo que eso venga a resolver muchos de nuestros problemas.

--¿Cómo ve desde la distancia sus años en el PSUC o en Bandera Roja?

--Pues con dificultad, porque de eso han pasado más de 40 años…

--Muy utópico todo, ¿no?

--Estamos hablando de los 20 años, en un momento, además, de enorme efervescencia política porque salíamos de una dictadura y queríamos implantar un sistema democrático. Igual es porque sólo tenía 20 años, pero los recuerdo enormemente divertidos…

--Reflexionando sobre todo lo que comenta, ¿me equivoco si le defino como una persona esencialmente optimista?

--No, no se equivoca. A veces incluso me paso. Lo que Gramsci llamaba el optimismo de la voluntad, que contraponía al pesimismo de la inteligencia. Pero si lo vas viendo en términos muy generales y globales, es evidente que todo ha ido a mejor a pesar de los retrocesos y las tragedias. La gente, en términos generales, vive ahora en condiciones más dignas. Por supuesto, no estoy diciendo que no haya miseria, pobreza ni enfermedad, pero no es comparable. Y si equiparamos nuestra España gris de los años 50, en la que yo nací, con la actual, esta es muchísimo mejor. Yo creo mucho en la voluntad y en la capacidad de la gente de abordar los problemas y de tirar para adelante.